Kaborí y su gente se asentaron sobre el borde noroeste del monte que se rodea al morro de la casa, su aldea forma un triangulo equilátero de menos de mil metros de lado con la granja de las monjas y nuestra casa, Joao, prefirió una pequeña granja entre la aldea y la granja de las monjas. Del otro lado del morro está Bombinhas, un abandonado pueblo turístico sobre el mar.
Los Tukanos se negaron firmemente a recibir ninguna ayuda o servicio, viven como han vivido siempre, esto no nos molesta, al menos a la mayoría. La comunidad convive en armonía y los productos pasan de unos a otros con generosidad. Un caso especial es la pesca. Indio es el ser mas querido por la comunidad entera, todos los días visita a las monjas, a Joao, y luego a los tukanos. Los niños y adultos lo adoran. Cuando salimos con Indio a pescar, toda la aldea viene a la playa a verlo. Gritan saltan y ríen festejando la proeza de Indio pescando. Hemos perfeccionado este arte y las cosechas de pescado son cada vez más abundantes. Adicionalmente Indio provee el servicio de correo. Una pequeña bolsa colgada de su cuello permite enviar notas y pequeños objetos de un lado a otro.
El consejo de la comunidad se formó naturalmente, Joao, Teresa, Kaborí y yo. Nos reunimos a comer los domingos, para no ofender a nuestros amigos nos sentamos todos en el suelo del patio de casa y comemos sobre hojas. Mi hija, Catalina pasa de brazo en brazo durante el almuerzo.
Luego de comer nos juntamos con Kaborí, Joao y Teresa y nos pasamos las novedades; las necesidades son habitualmente de los civilizados, una sonrisa se dibuja habitualmente en los labios de Kaborí, cuando alguien reclama, por ejemplo “se nos acabó el papel higiénico”…
Los tukanos aportan fruta, algo de cultivo, y peces, pero fundamentalmente medicamentos naturales. Joao jura que no ha vuelto a tener dolores de cabeza desde que masca unas hojas que le preparan las mujeres tukanas.
Yo proveo servicios (energía, comunicaciones, transporte y mantenimiento en general de viviendas.)
Joao y las monjitas se ayudan mutuamente con las tareas de granja y nos dan carne de alguna oveja (el rebaño ha crecido notablemente), leche, verdura y cereales, lo que más extrañamos en nuestra dieta son los huevos; nunca encontramos gallinas.
Pero algunas veces los temas pasan por la seguridad del grupo, no podemos olvidar que somos veinte almas libradas a la voluntad de Dios.
Hoy Kaborí, menciona la necesidad de estar alerta, se ha comunicado nuevamente con su padre quien últimamente le viene advirtiendo que un peligro se aproxima. Todos nos quedamos en silencio, tratando de imaginar de dónde puede provenir. Teresa está intranquila con la noticia, noto que Joao, sentado a su lado toma su mano, Teresa la retira sonrojándose pero sonriendo como una adolescente.
Al finalizar la reunión Teresa se me aproxima.
- Has visto a Inés?
- Sí, le digo, ¿Siempre alejada del grupo no?
- Ya no sé que hacer, los tukanos perciben su rechazo.
- Son muy buena gente, seguramente con el tiempo…
- No sé Diego, no deja de repetir “salvajes”, “paganos”…
- Ya hablaré con ella.
Cuando me retiro, veo que ella quiere decir algo más.
- Que Teresa?
- Nada, eh, ¿sabes algo de Jimmy?
- No, hace semanas que no contesta, solo espero que este bien.
- Síi, yo también…. Es muy buena persona y le debemos mucho, sin él no hubiéramos sabido de Joao… y los tukanos.
Teresa no ha terminado.
- Algo más Tere?
- Nada… esteee, que opinas de Joao?.
Evitando una sonrisa que la incomode le respondo.
- Es un buen hombre, fuerte, valiente y sincero, ¿por qué?
- Nada, por nada.
Ya no puedo evitar la sonrisa, Quiero mucho a Teresa, la abrazo y completo lo que quiero decir.
- Y bien le vendría una buena mujer de compañera.
En otras circunstancias hubiera esperado de Teresa una sonrisa, un comentario mordaz, hasta un fuerte empujón pero en cambio, se pone seria, unas lágrimas caen por sus mejillas y me confiesa.
- Creo que me estoy enamorando.
La abrazo con más fuerza, yo mismo me emociono.
- ¡Dios te bendiga Teresa, Dios los bendiga a ambos!.
ESTÁS LEYENDO
El Ultimo
AdventureEl olor nauseabundo me descompone, las imágenes son horripilantes, los perros vagabundos y las aves de rapiña son los nuevos amos de las ciudades.