Ya han pasado cuatro días desde que llegaron, luego del desayuno, Diego enfrenta a Gianluca.
- Gian, ¿qué opinas de unirnos en una sola comunidad?
- Diego, lo he pensado desde la primera vez que hablamos por radio, te confieso que ansiaba la posibilidad de unirnos aunque siempre pensé en ustedes viniendo acá. Pero ahora que la posibilidad existe, empiezo a darme cuenta de lo mucho que quiero a esta tierra, soy el único de origen italiano y sigo viviendo en mi tierra, mi consultorio todavía esta a unas pocas cuadras de donde vivimos actualmente; mis padres vivieron toda su vida en Sorrento. Gracias a la radio localice a María, Pierre, Frank y Gina. María viajó sola desde Valencia en auto tal como me contaste que hiciste tu, buscó a Pierre en Marsella, y llegó hasta aquí, algo similar hizo Frank con su familia, desde Hamburgo cruzaron toda Alemania, buscaron a Gina en Zurich y se radicaron también aquí. Los únicos que no fueron contactados por radio fueron los primos gallegos, ellos llegaron navegando, primero por la costa oeste de España, cruzaron Gibraltar, y continuaron bordeando el litoral de España, luego el sur de Francia, luego Italia hasta dar conmigo. Soy un simple medico de ciudad, si no hubiera sido por Jimmy, María, Frank y por ti, no hubiera sobrevivido. No obstante quiero morir aquí, a menos que la mayoría decida irse mi voto será por que nos quedemos. ¿Y que pasa contigo?, ¿ustedes no quieren unirse a nosotros?
- Gian, mi caso es distinto al tuyo, pero los tukanos jamás accederían, les debo mucho. En las actuales condiciones, yo tampoco aceptaría a venir aquí.
- Bueno, hasta aquí nuestras intenciones, pero me parece que los jóvenes piensan distinto. Dice Gianluca señalando con la cabeza a Edwin.
Diego Gira su cabeza y ve a su hija conversando con Edwin tomados de la mano.
Diego se pregunta: - Pero, en que idioma se hablan?
Gianluca le sonríe a Diego y haciendo la pantomima de tomarse el corazón le dice.
- ¡Ahhh l´amore!
- Gian, no le veo la gracia. - Le responde Diego preocupado.
El concilio está reunido, los sudamericanos esperan pacientes caminando por la huerta. Catalina parece lejana.
Al rato Gianluca los llama.
- Hemos decidido quedarnos por casi unanimidad.
- ¿Casi? - pregunta Diego extrañado.
Edwin, que hasta el momento sólo había cruzado unas pocas palabras con Diego le dice en un ensayado español.
- Señor Diego, si me acepta, iré con ustedes, estoy enamorado de su hija.
Diego casi trastabilla, carraspea y luego dirigiéndose al joven dice:
- Bueno Edwin, mi hija sólo tiene 14 años y tú sólo 17, creo que sería prudente esperar unos años, además, no se que piensa Catalina.
Catalina toma de la mano a su padre y le dice al oído en voz baja.
- Papá, yo también siento que estoy enamorada.
Diego parece a punto de desmayarse, María sonríe con mirada de cómplice, Diego rápidamente identifica a quien ofició de cupido ayudando al joven con su breve discurso.
Edwin no retrocede, entendiendo la situación dice:
- Ich kann warten.
María oficia de traductora.
- Edwin dice que puede esperar.
Catalina aprieta la mano de su padre.
Diego boquea como si le faltara el aire, busca con la mirada la ayuda de sus posibles consuegros.
Frank esta abrazado a su esposa, ambos asienten.
Gianluca se acerca a Diego y le dice al oído sonriendo.
- Diego, piensa qué podría ser peor, ¿mira si Catalina te pidiera quedarse?
- Gian, por favor, ¿ya no me ayudes mas, quieres?
Todos estallan en una carcajada y luego en abrazos afectuosos. Diego ha capitulado.
Esa noche Diego adelanta las noticias a su mujer por radio. Contrario a lo que esperaba, Cecilia esta feliz con la noticia.
Por la mañana toda la comunidad menos Gina y Pierre se acercan a despedirlos.
El joven Edwin protagoniza una emotiva despedida de sus padres, Frank me abraza afectuosamente y me dice en un duro español.
- Diego, te confío mi único hijo.
- Ojalá pueda ser acreedor de tanta confianza, prometo cuidarlo como si fuera mio.
Mientras Helga abraza cariñosamente a Catalina, Gianluca se acerca a Diego y le dice.
- Diego, amigo, ahora nuestras comunidades están más unidas que nunca, Dios quiera que podamos volver a vernos.
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El Ultimo
AdventureEl olor nauseabundo me descompone, las imágenes son horripilantes, los perros vagabundos y las aves de rapiña son los nuevos amos de las ciudades.