La mudanza de Arthur se produjo dos días después y fue todo un acontecimiento, en particular para niños y Tukanos. Los primeros estaban felices y alborotados los últimos francamente asustados. El avión de Arthur es propulsado a hidrógeno, Arthur no tiene la capacidad de producirlo pero tiene almacenado hidrógeno en tanques suficiente como para proporcionarle energía a su vivienda por tres años y suficiente combustible para que su avión pueda dar la vuelta al mundo cuatro veces. Los Tukanos observan temerosos y desconfiados a este engendro volador que deposita en varios viajes unas gigantescas cajas de metal y unos cilindros de varios metros de altura.
Arthur ha elegido el descampado frente a la escuela, del otro lado del río. Diego ha esperado pacientemente que Arthur se instale y a la semana va a visitarlo.
- ¿Cómo estas Arthur?
- Bien Diego, ¿y tu?
- Quería charlar contigo
- Claro, te escucho.
- Por qué nos elegistes, por qué no los europeos por ejemplo?
- Uds. Son los ídolos de nuestra comunidad, la gente los admira. En un mundo donde todo está servido, al alcance de la mano, ustedes luchan por sobrevivir todos los días, inventan cosas, crean..
- Ok. Pero eso no contesta mi pregunta, ¿por qué nuestra comunidad?
- Un poco por los Tukanos, para ellos nada ha cambiado, son los más “naturalmente” adaptados para vivir en este mundo Diego; y por ustedes... Arthur hace un silencio y luego prosigue.
- No soy un experto en sociología, pero vuestra comunidad tiene mas oportunidades de sobrevivir que la nuestra.
- ¿Por qué?
- Simplemente porque son libres y tienen ganas de vivir.
Arthur busca unas cervezas, y vuelve junto a Diego.
Diego cambia de tema.
- Arthur, tú sabes que nos comunicamos a diario con Gianluca en Sorrento… ¿qué me dices si los visitamos con tu avión?
- ¿Cuando quieres ir? Debo comunicarme con Spirit Bay.
- ¿Por qué?
- Ellos controlan todo el tráfico aéreo, notificar mis movimientos son parte de mis obligaciones…
- Entiendo.
- Cuándo quieres viajar?
- Te parece mañana?
Por la noche, todos se juntan a cenar en el jardín de la casa de Diego, Arthur ha obtenido el permiso de Spirit Bay, no obstante las noticias de Nueva Zelanda no son buenas. La gente se está rebelando contra la autoridad. Algunos pocos han dejado de trabajar. Roger ha tenido que crear fuerzas de seguridad para garantizar la paz de la sociedad.
Diego saca el tema del viaje.
- Ok, quién me acompaña de viaje a Sorrento?
- ¡Yo! - dice Catalina
- ¡Ni lo sueñes!
- ¿Por que papá?, ¡me portaré bien!
- Yo también quiero ir, - dice José.
- Cuando hice la invitación no me refería a ninguno de ustedes!
Kaborí, a mi lado me sonríe y me dice al oído.
- Hermano, ahora sí tienes un problema difícil.
Diego pide calma con las manos y dirigiéndose a José le dice.
- José me ausentaré solo unos cinco días, necesito un hombre que se ocupe de la casa y estuve pensando en ti, pero si no puedes se lo pediré a tu hermana.
Cecilia lo reprime con la mirada, Diego puede leer en sus labios la palabra “m a n i p u l a c i ó n”.
José lo mira triste y Diego se siente culpable. Kaborí sonríe ante la situación, de pronto toma la palabra.
- Diego, tengo algo que decir en relación a este tema.
Abatido, Diego se llama a silencio.
Kaborí continúa diciendo.
- Iba a pedirle a Diego que permitiera a José salir de cacería a la selva con mis hijos mayores quiero enseñarles el uso de arco flecha y cerbatanas; entonces, si Diego acepta, creo que lo mas conveniente es que quien lo acompañe sea Catalina, mi mujer vendrá a hacerle compañía a Cecilia hasta que regresemos.
José salta de felicidad, Kaborí guiña un ojo a Diego quien suspira aliviado.
Media hora después un somnoliento y malhumorado Gianluca contesta la radio.
- Diego, estábamos durmiendo, ¿qué ocurre a esta hora?
- Gian, estaba pensando visitarte pasado mañana, ¿que tienes para desayunar?
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El Ultimo
AvventuraEl olor nauseabundo me descompone, las imágenes son horripilantes, los perros vagabundos y las aves de rapiña son los nuevos amos de las ciudades.