Despertar con Magnus Bane

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Cuando Magnus despertó, se encontró abrazando a su nefilim y sonrió casi inmediatamente. El chico dormía con una sonrisa y el pelo le tapaba parte de la cara. El brujo alargó su brazo y le puso el pelo hacia atrás. Alec tenía varias marcas en el cuello y destacaban rojas en su pálida piel. Magnus comenzó a besar cada una de las marcas que él mismo había hecho y finalmente besó los labios del nefilim. Este abrió los ojos y su sonrisa se hizo más amplia.
- Hola. -Dijo Magnus.
- Hola. -Alec se quedó mirando a Magnus fijamente y es que el chico nunca le había visto sin todo el maquillaje, purpurina y accesorios que llevaba normalmente. La morena piel de Magnus estaba vacía y destacaba como nunca. Su pelo iba en todas las direcciones y no llevaba el glamour en sus ojos por lo que Alec se perdió en sus ojos dorados con detalles verdes y pupilas de gato.
- ¿Por qué me miras así? ¿tengo algo? -Preguntó Magnus a punto de levantarse pero Alec le detuvo.
- Estás bien, solo te miraba sin nada de las decoraciones que llevas siempre, con ellas estás muy guapo, pero ahora... Eres perfecto, Magnus. -Dijo Alec.
- Tú también estás muy bien. -Magnus sonreía con picardía. -Tienes cara de haber pasado la mejor noche de tu vida.
- ¡Magnus! -Alec enrojeció en menos de un segundo y se dio la vuelta sobre sí mismo para esconder la cara entre las almohadas.
Al hacer eso las mantas dejaron de taparle parte de las piernas y Magnus aprovechó para acercarse a él y pasar las yemas de sus dedos sobre la piel desnuda de uno de sus muslos. Alexander se estremeció pero no se movió.
- Alec... No te enfades, garbancito. -Susurró Magnus cerca de su oído.
Como veía que Alec no se movía probó a soltar chispas azules sobre su pelo, pero fue en vano.
- Con magia no harás que me mueva. -La voz del cazador sonó amortiguada por las almohadas.
- ¿Vas a dejar de quererme por hacer que te sonrojes sólo por decir algo que es cierto? -Preguntó Magnus con tono divertido.
Entonces Alec se giró y quedó de espaldas al colchón con Magnus sobre él.
- Nunca podré dejar de quererte.
Sus palabras provocaron que el corazón del brujo diera un vuelco y besó a su novio.
- Yo tampoco. -Magnus iba a besarle de nuevo pero Alec ya había saltado de la cama y se había metido en el baño. Al poco se oyó el agua de la ducha y Magnus decidió ir a preparar algo para desayunar.

Tras comer unas tostadas y café, la pareja se había sentado en el sofá para ver una serie mundana. Alec estaba acostado en el regazo de Magnus mientras este le acariciaba el pelo cuando notó su móvil vibrar. Se incorporó y vio que su hermana era la que llamaba.
Descolgó mientras se pasaba una mano por la cabeza e intentaba alejar el dolor que le había dado hacia un rato. Suponía que era por lo fuerte que estaba el café o por no haber dormido mucho desde el ataque del demonio, por eso no le dijo nada Magnus para no preocuparlo.
- ¿Qué pasa, Izzy?
- Tienes que venir al Instituto ahora mismo. -La urgencia era notable en su voz y eso alarmó a Alec.
- ¿Qué ha pasado? -Magnus también estaba oyendo la conversación, ventajas de tener la audición de un subterráneo.
- Hay problemas, no sé nada más. Mamá y papá han vuelto, ven cuanto antes. -Y colgó. El nefilim se quedó mirando la pantalla unos segundos y cuando reaccionó ya había un portal en la pared del salón.
- Magnus, si mis padres han venido es importante. Lo siento...
- Shh. -Le calló el brujo. -Lo entiendo, ¿o crees que este portal te llevará a Taki's para que pidas un sandwich? -Preguntó con diversión.
Alec sonrió y tomó a Magnus de la mano para atravesar el portal.

Cuando llegaron a la entrada del Instituto, Alec se detuvo junto a las escaleras y se giró para quedar frente a Magnus.
- Magnus yo... Quisiera poder quedarme contigo...
- Y yo, pero debes ir, es tu trabajo, eres un cazador de sombras y no puedo atarte a mi cama para que no te vayas. -El brujo puso sus dedos bajo la barbilla de Alec y se acercó a él.
- Te amo. -Dijo Alec. Buscó los labios de Magnus con los suyos y por un momento se perdieron el uno en el otro. Alec sabía que el asunto era urgente pero quiso disfrutar unos segundos más.
Al separarse ambos sonrieron y Alec fue hacia las escaleras y entró al Instituto.
Magnus volvió a su apartamento con la felicidad creciendo en su pecho.
Ninguno de los dos vio la figura alta e imponente de Robert Lightwood, que había visto toda la escena de su hijo con el brujo.

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