Volver Al Instituto [2/3(Alec)]

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Tras salir del edificio, Alec caminó hasta llegar a los jardines traseros del Instituto de Nueva York. Izzy le había pedido que fuera pero no le había dicho el motivo.
Cuando llegó, su hermana se encontraba sentada en uno de los bancos de piedra.
- Hola, hermano. -Le saludó ella.
- Hola Izzy, ¿qué querías? -Alec no se sentía muy cómodo en el Instituto y aunque quería estar con su hermana prefería que fuera lejos de su antiguo hogar.
- Tienes que hablar con nuestros padres. -Dijo la chica y Alec apretó los dientes en una mueca.
- No voy a hacerlo.
- Alec, huir de tus problemas no hará que desaparezcan. -El nefilim suspiró, sabía que Izzy tenía razón pero ahora mismo tenía más ganas de luchar contra una horda de demonios que de hablar con sus padres, con las personas que habían echado a su propio hijo de casa por no querer aceptarle.
- Robert y Maryse quieren hablar contigo. -Añadió Isabelle.
- ¿Por qué? -Quiso saber Alec con recelo.
- No estoy segura, creo que quieren disculparse.
Alec se sorprendió un poco pero no pudo preguntar nada más, pues sus padres aparecieron por el camino del jardín y se quedaron frente a los dos hermanos. Isabelle estaba seria y Alec molesto.
- ¿Qué queréis? -Dijo Alec cruzándose de brazos.
- Hablar contigo, en privado. -Añadió Robert mirando a Isabelle.
La chica miró a su hermano y Alec asintió. Izzy se fue y cuando salió del jardín, su madre habló:
- Queremos disculparnos... Por haberte tratado así y haberte echado del Instituto.
Las palabras de su madre sorprendieron a Alec pero antes de que pudiera decir nada la mujer continuó hablando:
- Y puedes volver cuando quieras.
- ¿De verdad?
- Pero con una condición. -Explicó ahora su padre.
- ¿Qué condición? -Alexander sabía muy bien que sus padres no iban a dejarle volver así por las buenas.
- Hijo, te aceptamos... -Comenzó Maryse. -Sigues siendo un Lightwood aunque... No te gusten las chicas... Y esperamos que vuelvas inmediatamente aquí, con tu familia. Estaba muy preocupada, Alec, tu hermana no nos quería decir dónde te estabas quedando...
- Yo se lo pedí. -La interrumpió el nefilim.
- Deja que tu madre termine de hablar. -Le reprendió Robert y Alec se mordió el labio.
- Bien, estos meses, tu padre y yo hemos estado pensando y entendemos porqué te fuiste con Magnus; estabas confundido y nosotros no fuimos una buena ayuda, pero ya podemos volver a estar como antes, sólo tienes que dejar a ese despreciable brujo, olvidarle y dejar de hacer el tonto y de evidenciar a la familia por un simple subterráneo. Todos cometemos errores, Alexander, pero debes repararlos.
Toda la sorpresa que había sentido el nefilim al creer que por fin sus padres atendían a razones se había convertido en ira en cuanto su madre había dicho todo eso sobre Magnus.
- ¡Él no es un error! ¡Es lo mejor que me ha pasado en la vida y no voy a permitir que le tratéis así por el simple hecho de ser un brujo! Eso no es malo y puedo deciros que tiene más sentimientos que vosotros, los dos tenéis un vacío en vez de corazón y sólo sois capaces de sentir odio y desprecio hacia los demás. No os atreváis a insultar a Magnus una sola vez más, hace ya mucho tiempo que perdistéis el derecho a opinar sobre mi vida. -Alec estaba rojo de rabia cuando dejó de gritar. Sus padres le miraban con odio y su padre habló de manera lenta y tono furioso:
- Alexander Gideon Lightwood Trueblood, ¡cómo te atreves a tratarnos así! Eres una vergüenza para esta familia y te éstas comportando como un idiota y un hipócrita.
Esas palabras hicieron estallar el fuego dentro de Alexander, que dio un paso hacia su padre y le empujó mientras gritaba:
- ¡Tú sí que eres un hipócrita y un ser despreciable! -Robert se tambaleó, más por el efecto de las palabras de Alec que por el empujón, pues era más grande que su hijo. Alec no reaccionó a tiempo y recibió el puñetazo de su padre en las costillas. Él le devolvió el golpe en la cara y oyó a su madre gritar. Robert cayó en el césped y Alec pudo ver el odio hacia él en los ojos de su padre antes de darse la vuelta y salir corriendo del Instituto.
Se sentía enfadado, traicionado y confuso mientras volvía a casa, pero sobre todo sentía ira. Ira hacia sus padres, hacia la Clave y hacia las costumbres y prototipos absurdos de los nefilim. En ese momento sentía ira hacia el mundo entero y todos sus habitantes.
Excepto hacia la única persona que realmente le conocía como era en realidad, la única persona que nunca le dejaría ni le juzgaría; Magnus.
Subió los escalones de su piso de dos en dos y ni siquiera vio al vampiro que salía de su apartamento. Llegó junto a Magnus y se abalanzó sobre él.
Los mundanos bebían y fumaban para olvidar, Alec sólo quería besar a Magnus para sentir que todo iba bien y poder olvidar todo lo demás.

MALECDonde viven las historias. Descúbrelo ahora