Primera vez

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- ¿Qué significa? -Pregunta él.
- Te amo, Alec.
Me alegro de habérselo dicho por fin y él se agacha hasta unir nuestros labios en un fuerte beso. Le rodeo la cintura con los brazos y le pego a mí para estar lo más cerca posible de él.
Alec cuela sus manos por debajo de mi camisa y noto sus fríos dedos ir desde mis hombros hasta mi cintura.
Muerdo el labio inferior de Alec y él suelta un gemido al mismo tiempo que abre la boca y yo hago que el beso sea más profundo. Nuestras lenguas bailan como si fuesen una sola y busco a tientas la cremallera del chaleco de Alec. Una vez que la prenda desaparece, paso mis manos por los hombros y los abdominales de Alec hasta llegar a la cintura y acariciarle la espalda provocándole escalofríos.
Rompo el beso para quitarme la camisa y en cuanto vuelvo a mirar a Alexander, este se abalanza sobre mí y comienza a besarme más rápido. Después va dejando un rastro de besos desde mis labios hasta el cuello, donde me muerde. Pienso que mañana tendré una marca y eso me hace sonreír. Los besos de Alec van bajando por mi pecho lentamente mientras yo intento mantener el poco control que me queda. Sus caricias son inocentes y que para él, esto sea totalmente nuevo, me resulta adorable a la vez que terriblemente sexy.
Cuando noto las manos de Alec inseguras sobre el borde de mis pantalones, levanto la cabeza de golpe.
- Alexander. -Le agarro del brazo y le hago mirarme. Sus ojos destacan brillantes en la poca iluminación de la habitación y tiene las pupilas tan grandes que están rodeadas únicamente por un fino aro de color azul oscuro. -¿Quieres...? -Le pregunto. Él asiente y veo que tiene las mejillas más rojas que nunca.
- ¿Estás seguro de esto? -Digo en un susurro.
- Sí. -Me responde con la voz ronca. Suena seguro de sus palabras pero sus manos tiemblan apoyadas en el colchón.
- No tenemos que hacerlo aún si no quieres, Alec. Dímelo ahora o no podré frenar lo que pase a partir de este momento.
Una sonrisa que no le había visto nunca aparece en su rostro; una sonrisa traviesa.
- No quiero que lo pares. -Me responde.
Olvido todo lo demás al oír esas palabras y me giro de manera que quedo sobre Alec, mis rodillas a los lados de su cintura y mis labios fundiéndose con los suyos. Imito el recorrido de besos que hizo Alec y cuando llego a sus vaqueros se los quito.
Vuelvo a besarle, noto los latidos de su corazón, su respiración entrecortada y sus pestañas moviéndose sobre sus ojos cerrados.
Me quito los pantalones y me agacho para besar el cuello de mi novio.
- Magnus... -Gime Alec.
- Dime qué quieres, Alexander. -Le susurro al oído.
- A... A ti.
Sonrío y me deshago de la ropa que nos queda. Comienzo a prepararle con cuidado pero él se tensa.
- Alec, mírame. -Le pido y beso sus labios. Él abre los ojos y las pestañas le forman sombras en sus sonrojadas mejillas. -Relájate, mi amor. -Vuelvo a besarle y se relaja mientras corresponde a mi beso.
Después vuelvo de nuevo a su cuello y Alec comienza a jadear más fuerte.
- ¡Magnus, por favor! -Dice de forma entrecortada y me separo de él provocando que suelte un quejido de protesta.
- Aún no, garbancito. Ahora viene lo mejor. -Me mira con sus enormes ojos azules, que ahora son casi negros y me coloco de mejor forma. Me inclino sobre él y hablo sobre sus labios:
- ¿Estás preparado? -Él asiente y sonríe nervioso.
Por un momento cierro los ojos por la abrumadora sensación y al volver a abrirlos y centrarlos en Alec, le veo mordiéndose el labio y con los ojos cerrados con fuerza.
- ¿Alec, éstas bien? -Le pregunto algo preocupado.
- Sí... Magnus, sigue... -Dice volviendo a abrir los ojos.
Me agarra del brazo y me pega a él para besarme. Mi lengua se junta con la suya y me rodea con los brazos mientras hago lo que me pide.
Le muerdo el labio inferior y él gime.
- Magnus...
- ¿Sí? -Sonrío en el beso y él hace lo mismo mientras contesta.
- Ve más... Rápido... -Dice entre beso y beso.
Le hago caso y agarro sus muñecas con mis manos para comenzar a besarle bajo la oreja. Alec lleva sus manos a mi nuca y me lleva de nuevo a sus labios. Toma el control del beso y yo hundo los dedos en su pelo.
Acabamos casi a la vez y me acurruco a su lado mientras le rodeo la cintura con mi brazo. Cuando levanto la cabeza y le miro, me besa en la mejilla.
- Esto ha sido... -Dice con timidez.
- ¿Genial? -Sugiero sonriendo.
- Sí. -Veo como el sueño se va apoderando de él y digo:
- Y aún me quedan muchas más cosas que enseñarte, cariño. -Pero no sé si llega a oírme ya que se ha quedado profundamente dormido.

MALECDonde viven las historias. Descúbrelo ahora