Gracias

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Alec caminaba lentamente por la calle. El viento del otoño le agitaba el pelo y las hojas volaban por todos lados formando remolinos. Cuando llego frente a la puerta miró el timbre; BANE.
Llamó y esperó nervioso.
— ¿Diga? -La voz de Magnus Bane resonó por el telefonillo.
- Soy Alec... Alec Lightwood, estuve en la fiesta la otra noche. -Dijo con un leve temblor en su voz.
- Oh, veo que has aceptado mi propuesta, pasa.
La puerta se abrió con un zumbido y Alec pasó al vestíbulo. Subió los escalones hasta llegar a la puerta de Magnus y le encontró apoyado junto a la puerta.
- Hola. -Dijo ruborizado.
- Alexander, entra.
El nefilim pasó al interior del piso y vio como el brujo se sentaba en un sillón y con un gesto le indicó a Alec que se sentara frente a él.
- Dime, ¿a qué debo tu presencia? -Dijo Magnus con una sonrisa que no ayudó a calmar los nervios del cazador.
- Yo... Quería darte las gracias, por salvar a mi hermana de aquel vampiro.
- Sí, bueno, no es para tanto. Los Hijos de la Noche siempre se están metiendo en líos. -Le quitó importancia con un gesto.
Se hizo el silencio y Alec se sintió intimidado frente a la mirada de gato de Magnus.
- Creo que... Debería irme. -Se levantó.
- ¿No piensas aceptar mi oferta?
- ¿Qué? Oh, eso, yo... No entiendo porqué querrías salir con alguien como yo.
Alexander se puso aún más rojo y vio como Magnus se levantaba y se colocaba cerca de él. Demasiado cerca.
- Los ojos azules y el pelo negro -Dijo el brujo acariciando la mejilla de Alec y provocando que este se estremeciera. -Siempre han sido mi combinación favorita, además, eres diferente de los demás.
- ¿Entonces quieres salir conmigo... Por curiosidad? -Preguntó Alec confundido.
- No es por eso, me gustas, Alexander y sólo quiero una cita, nada del otro mundo. -El brujo apartó su mano de la mejilla del chico y este, casi involuntariamente, echó de menos el contacto.
- ¿Nada del otro mundo? Yo nunca he tenido una cita, Magnus. Nunca he salido con nadie ni he besado a nadie. Y no pienso ser una más de tus conquistas.
Alec se había enfadado pero el brujo parecía perdido en las palabras que había formulado.
- Te aseguro, Alec, que no serías una más de mis conquistas.
Cualquiera podía mentir, pero algo en los ojos del brujo le juró que estaba hablando en serio. Pero aún así no pudo decir nada. Magnus le había hechizado desde el primer momento sin necesidad de usar la magia.
- ¿Nunca te han besado? -El brujo volvió a hablar y dio un paso hacia Alec, haciendo que este retrocediera y quedara de espalda a la pared.
- No...-Alec pensó que Magnus iba a decirle que se marchara, que no perdería el tiempo con un nefilim que no sabía ni lo que era tener una pareja. Pero en vez de oír su voz, sintió sus dedos bajo su barbilla.
- Mirame, Alec. -Le pidió el brujo.
Le hizo caso y al levantar la vista sintió los cálidos labios de Magnus sobre los suyos.
Magnus apoyó los brazos en la pared, encarcelando a Alec con su cuerpo. Pudo notar la sorpresa del joven cuando intentó que separase los labios. Alec lo hizo y pudo notar en la forma de juntar sus lenguas y en cómo conseguía que sus labios fueran al mismo ritmo, que sabía lo que hacía.
La presión de la boca de Magnus abandonó la de Alec y llegó a su cuello, donde le dio un pequeño mordisco.
El brujo se separó del nefilim y sonrió ampliamente.
- Ya te han besado, ¿nos vemos el viernes que viene? -Magnus comenzó a alejarse pero Alec, con una repentina ola de valentía, encontró las tiras del pantalón de Magnus y le atrajo de nuevo hacia él. Le pego a su cuerpo y esta vez fue él quién besó al brujo. Le besó de manera inexperta, con fuerza y con anhelo. Anhelo de lo que había querido durante tanto tiempo y que encontró por casualidad en una fiesta a la que no quería ir.
Algo en el interior de Alec le dijo que hiciese que Magnus no olvidase ese beso, algo estúpido pero aún así Alec escuchó esa voz.
Mordió el labio de Magnus y paso las manos por detrás de su cuello para estar más cerca de él. Un gemido de sorpresa escapó de los labios del brujo.
Alec se separó de golpe, con los labios rojos y las mejillas arreboladas.
- Nos vemos el viernes. -Salió del apartamento y bajó los escalones al ritmo de su acelerado corazón.
Magnus le observó marcharse y pensó que Alec le había besado como si no existiese nada más en su mundo y se sorprendió al pensar que le gustaría que fuese así.

MALECDonde viven las historias. Descúbrelo ahora