Feliz Cumpleaños

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Hola hola! Perdón por no actualizar ayer pero este capítulo es muy tierno y me ha llevado tiempo escribirlo. Espero que os guste.😘😘💖💗


Alec se despertó y buscó a Magnus a su lado pero al abrir los ojos vio que el colchón estaba vacío. Se sentó en el borde de la cama mientras se despertaba del todo. Entonces la puerta de la habitación se abrió y un montón de confetti llenó el cuarto.
Alec no había salido de su asombro cuando entró Magnus con un pastel en las manos y un globo con el número 20.
- ¡Feliz cumpleaños, Alexander! -Exclamó el brujo con una gran sonrisa y dejó el pastel sobre la mesilla de noche.
- ¡Magnus! ¿Cómo te has enterado?
- Ya que te negabas a decirme cuando es tu cumpleaños, le pregunté a Isabelle. -Contestó y Alec resopló mientras sonreía.
- Gracias por el pastel, pero no quería que hicieras nada.
- Es tu gran día, mi amor, así que pide un deseo. -Alec sonrió aún más y se inclinó para soplar las velas mientras pensaba el deseo.
Cuando apagó las veinte velas se levantó y abrazó a Magnus.
- ¿Qué has deseado? -Le preguntó éste.
- Si te lo digo no se cumplirá. -Alec sonrió y le acarició la mejilla a Magnus.
- Eso son mitos de los mundanos, pero si quieres seguir sus tradiciones... -Alec no tuvo tiempo de reaccionar y el brujo le llenó la cara de pastel.
- ¡Magnus! -Alec le hizo lo mismo mientras reían a carcajadas.
El mayor agarró al otro por la cintura y le pegó a él. Se acercó a la mejilla de Alec y lamió el dulce. Después hizo lo mismo en la barbilla y el cuello hasta quitarle toda la tarta. Alec le miró a los ojos y le besó. Un beso con sabor a nata que desencadenó que ambos acabaran en la cama recorriendo con las manos el cuerpo del otro sin dejar de besarse.
- Alec... Tengo un plan para hoy... Debes vestirte. -Dijo Magnus entre besos.
- No quiero. -Alec hizo un puchero.
- Venga Alexander, te va a gustar a donde te voy a llevar. -Magnus le besó una última vez y se levantó.

Cruzaron un portal y llegaron a una colina verde donde se veía un lago que se metía entre dos de las colinas que había enfrente. Alec estaba asombrado y Magnus les llevó hasta la sombra debajo de un árbol y se sentaron junto al tronco.
- Magnus este sitio es precioso, ¿dónde estamos? -Preguntó Alec mientras comían unos sandwiches que había hecho aparecer el brujo.
- En un pequeño pueblo de Irlanda.
Terminaron de comer y Alec se tumbó en el césped, con la cabeza apoyada en las piernas de Magnus.
El brujo le acarició el pelo.
- Alec.
- Dime. -Magnus no contestó, pero le dio al nefilim una carta. -¿Qué es?
- Léela. -Alec obedeció y la desdobló.
La letra de Magnus llenaba la página:
Mi querido Alec:
Te amo, nunca me cansaré de decírtelo. Cada día mi amor por ti crece y siento que nada en el mundo me podría hacer más feliz que despertar en tus brazos y ver tu sonrisa cada mañana. Es cierto que he vivido mucho, pero nunca he sentido lo que siento cuando te beso, llevaba mucho tiempo perdido y tus labios fueron y son lo que me mantiene en tierra firme. Cada parte de ti está grabada a fuego en mi alma. Jamás podré imaginar un futuro si no estoy a tu lado y quiero que sepas lo mucho, muchísimo que te quiero. Quiero ser la última persona que veas al domirte y la primera al despertar. Quiero que seas mi futuro. Quiero formar una familia contigo. Mi ángel, quiero ser el amor de tu vida porque tu eres el de la mía. Mi ángel, mi amor, mi nefilim, garbancito, cariño; ningún nombre expresa del todo lo que siento por ti. Eres mi vida entera, estás en mi corazón, mi cuerpo, mi mente y mi alma. Te amo como jamás pensé que haría y por eso quiero que...

La carta terminaba ahí y Alec miró a su novio.
- ¿Qué quieres? -Le preguntó y Magnus se levantó, tirando de Alec junto con él. Cuando ambos estuvieron de pie, Magnus le miró a los ojos y sonrió.
- Quiero estar junto a ti por siempre. Así que... -Magnus sacó una caja de su chaqueta y se arrodilló frente a Alec. Abrió la caja y miró al nefilim con amor y ternura. -Alexander Gideon Lightwood, ¿me harías el honor de casarte con este brujo que te amará por toda la eternidad?
Algunas lágrimas de felicidad resbalaban por las mejillas de Alec mientras miraba el anillo dorado que había en la caja, la alianza resplandecía y Alec leyó la inscripción que tenía: Infinite.
El ojiazul sonrió y se arrodilló junto a Magnus.
- ¡Pues claro que sí, Magnus! Me casaré contigo, eres el amor de mi vida.
Magnus sonrió aún más y sus ojos brillaron mientras le colocaba el anillo a su ahora prometido.
- Te amo, Alec.
- Y yo a ti. -Dijo Alexander antes de tirarse sobre Magnus y besarle con la felicidad inundando su pecho.

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