Aku Cinta Kamu

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- ¡Alec! -Exclamó Magnus en cuanto salió de su asombro.
- Shh, no grites. -Le dijo este.
Magnus le cogió la cara entre las manos y sonrió.
- ¿Estás bien?
- Sí. -Contestó el nefilim
Magnus respiró aliviado y se agachó para besarle. Para besar los labios que había añorado durante aquella larga semana.
- ¿Cuanto he estado inconsciente? -Preguntó Alec cuando se separaron.
- Una semana.
- Vaya... ¿Y tú, has estado aquí todo este tiempo? -Dijo Alec mirando a la cama desarmada que había a su lado, luego a la ropa de Magnus sobre un baúl y finalmente al brujo.
- Sí, no he salido de aquí casi porque quería estar contigo cuando despertaras.
- Magnus... Eso es...
- ¿Una cursi idiotez? -Preguntó Magnus.
- Precioso. -Dijo Alec sonriendo y su novio sonrió también. -Ven aquí. -Le pidió el cazador de sombras.
Magnus le miró extrañado y Alec señaló un hueco en la cama junto a él.
El brujo se acomodó junto a Alexander y puso sus brazos a su alrededor, envolviéndole en un abrazo.
- Deberíamos llamar a los Hermanos Silenciosos. -Susurró Magnus.
- Primero quiero estar un poco contigo. -Le pidió Alec y apoyó la cabeza en el pecho del brujo para quedarse dormido mientras Magnus le acariciaba el pelo.

Después de que Magnus llamara a los Hermanos Silenciosos y les dijera a Jace, Izzy y Clary que Alec había despertado, todos habían ido a la biblioteca del instituto mientras esperaban a que dejasen de hacerle pruebas.
Habían pasado cinco horas y aún no habían noticias. Magnus comenzaba a preocuparse y ha perder la paciencia cuando uno de los Hermanos entró en la biblioteca con su habitual sigilo.
Los cuatro se pusieron de golpe en pie y esperaron a que hablara pero no dijo nada. En su lugar, una sombra se movió tras él y apareció Alec, con mucho mejor aspecto, vestido con su habitual ropa negra, sus ojos volvían a brillar y el pelo negro le caía alborotado sobre la frente.
- Ya estoy completamente bien. -Anunció con una sonrisa. El Hermano Silencioso se había ido y Jace e Isabelle corrieron hacia su hermano.
Clary se acercó al momento y al final Magnus.
- ¿Seguro que éstas bien? -Preguntó su parabatai mirándole por todos lados.
- Sí, chicos. Sólo estoy algo cansado.
- Vete a dormir. -Le dijo su hermana.
Alec miró a Magnus y habló en voz baja.
- Magnus, yo... ¿puedo quedarme en tu casa? -Dijo, sorprendiendoles a todos.
- S... Sí, pero, ¿no prefieres quedarte aquí, en tu habitación? -Dijo confuso.
Isabelle y Jace se miraban con la misma expresión de sorpresa y Clary parecía querer desaparecer.
- Mi habitación y todo el Instituto me recuerda que soy un cazador de sombras y ahora mismo no tengo fuerza ni ganas de pensar en demonios o batallas. -Dijo Alec con sinceridad sin apartar los ojos de los de su novio.
- Pues entonces, que la paseis bien. -Dijo Izzy.
Abrazó a su hermano de nuevo y le susurro algo que hizo que al separarse, el chico estuviese rojo.
- Izzy... -Le dijo con reproche, ella sonrió y se fue con los tacones resonando en la biblioteca.
- Descansa pero no olvides que necesito a mi parabatai para luchar contra los demonios. -Bromeó Jace.
- Volveré en unos días, no te librarás de mí tan fácilmente. -Se abrazaron y Clary murmuró un "Adiós" antes de irse en compañía del nefilim rubio.
Alec miró a Magnus, que estaba susurrando en algún antiguo idioma y mirando a la pared. De sus dedos salían chispas azules.
- Magnus, ¿qué haces...? -Dijo Alexander y calló de repente al ver que en la pared se estaba abriendo un portal.
Al otro lado se podía ver el salón del brujo, decorado con colores verdes, blancos y marrones en las paredes y los muebles.
- Es más rápido. -Dijo Magnus cuando vio la mirada de Alec.
- No sé si algún día me acostumbraré a que hagas este tipo de cosas. -Confesó el nefilim con una sonrisa.
- Tendrás que hacerlo. -Magnus agarró a Alec y juntos atravesaron el portal y cayeron junto al sofá. Presidente Miau les miró sorprendido y después siguió durmiendo entre dos cojines.

- ¿De verdad que te encuentras bien? -Preguntó Magnus por vigésima vez desde que habían llegado.
Ambos se encontraban en la cama del mayor, mirando al techo y con sus manos entrelazadas sobre el colchón.
- Que sí. -Dijo el ojiazul con un suspiro.
- ¿Y a que ha venido eso de que el Instituto te recordaba a los demonios? Porque nadie, empezando por mí, se va a creer que eso te moleste.
- No esperaba que me creyerais. Sólo quería venir aquí, contigo. -Dijo Alec.
Magnus notó que la cama se movía y de repente tenía a su Alexander sobre él.
- ¿Y para qué? -Le preguntó el brujo con una sonrisa traviesa.
- Mmm, no sé, ¿para qué te gustaría? -Le tentó y besó los labios de Magnus.
Magnus le puso las manos en la espalda y le bajó para pegarle más a él. Magnus no había olvidado lo que había pensado y dicho acerca de sus sentimientos por Alec. Se separó un poco de sus labios y se acercó a su oído para susurrarle.
- Aku Cinta Kamu. -Le dijo mientras le acariciaba el pelo y le mordía bajo la oreja.

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