Central Park

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Alec había preparado una cita en el parque. La mayoría de las veces las organizaba Magnus; como la última, que había sido en una playa genial. Habían pasado semanas de eso y Alec quería volver pronto. En la isla siempre hacía buen tiempo fuera la estación que fuera. En ese momento, en Nueva York era invierno. Toda la ciudad estaba nevada. A Alec le gustaba mucho la nieve y le encantaba admirar como las calles y los parques se teñían de blanco.
Estaba sentado en un banco esperando a que Magnus llegara. Hacía mucho frío por lo que llevaba varias camisas, un gran abrigo, un gorro y una bufanda azul celeste que le había regalado el brujo.
Al cabo de unos minutos llegó Magnus y se sentó junto a Alec.
- Hola. -Saludó con una sonrisa. -¿Porqué estamos aquí?
- Es una cita. -Respondió el ojiazul con timidez.
- ¡Oh, genial! ¿Vamos a ir a patinar? -Exclamó Magnus risueño.
- ¿Qué? ¿Patinar sobre hielo? -Alec se quedó callado y al ver a su novio sonriendo como un niño pequeño sonrió él también. -De acuerdo, iremos.
- ¡Bien! ¡Te quiero, Alec! -Alexander se rió ante la reacción de Magnus y dijo:
- Patinar sobre hielo, ir a la playa, dar paseos por la ciudad, hacer las celebraciones... Magnus, me estás convirtiendo en un mundano.
El brujo se rió antes de contestar.
- Nunca podrías ser un mundano.
- ¿Por qué no? ¿Porque tengo runas? -Preguntó Alec de manera divertida.
- No sólo eso; puedes matar demonios con cuchillos que brillan cuando los tocas, has ayudado a salvar el mundo, nunca he visto a un mundano tan sexy y sí... Llevas runas. -Esto último lo dijo en un susurro y se acercó a Alec para añadir; -Un mundano no podría ponerse runas de resistencia.
El nefilim se puso rojo en un segundo y Magnus giró un poco la cabeza para besarle lentamente.
Cuando se separaron fueron paseando por el parque hasta llegar a un puesto donde se compraron chocolate caliente y compartieron un pretzel.
Después, cuando iban de camino a la pista de hielo, pasaron por delante del tiovivo.
Magnus miró a Alec y tiró de él para acercarse al tiovivo.
- ¡Eh, Magnus! ¿A dónde...? -Se interrumpió cuando vio a donde le llevaba. -No, no, no, eso si que no.
Magnus dejó de caminar y le miró mientras hacía un puchero.
- Por favor.
- No.
- Alec... -El brujo quitó el glamour de sus ojos e hizo que parecieran los del gato con botas. -Venga, Alec. -Magnus sabía muy bien cómo convencerle y lo había convencido.
- Vamos, pesado. -Dijo soltando un suspiro.
Subieron a la atracción, y como es lógico de Magnus, se subieron en una extravagante taza de café que se pasó todo el trayecto dando vueltas sobre si misma. Entre eso y los giros del tiovivo, Alec se bajó bastante mareado.
- ¿Estas bien? -Preguntó Magnus agarrándole los hombros.
- Veo dos Magnus, ¿te parece que estoy bien?
- Bueno, verme doble no me parece algo malo. -Magnus sabía que si Alec estuviera bien le habría matado con una mirada.
Alec se tambaleó y habría caído al suelo de no ser por Magnus. El brujo le sostuvo por la cintura y le abrazó. Un rato después se apartó un poco y le miró.
- ¿Ya estás bien?
- Sí.
- ¿Seguro?
- Que sí, ¿no querías ir a patinar? Aprovecha antes de que me lo piense mejor.
- Lo vas a pasar bien. -Besó a Alec y siguieron caminando.

Esperaron en la cola y tras comprar las entradas fueron a ponerse los patines. Alec se hizo un lío con los cordones y Magnus tuvo que ayudarle.
- No entiendo cómo te abrochas las botas de combate y estos patines no. -Dijo con una sonrisa.
- No te rías de mí. -Le advirtió Alec.
- No lo estoy haciendo.
- Me refería a cuando empiece a caerme una y otra vez en el hielo.
- Si te caes, te ayudaré a levantarte. Siempre voy a estar a tu lado para lo que necesites, Alexander. -Las palabras de Magnus provocaron en Alec se sintiera muy feliz. Sonrió y le dio un pequeño beso en los labios.
- Te amo. -Susurró.
- Yo también te amo.
Se quedaron mirándose, con el amor brillando en sus ojos y haciéndose promesas silenciosas que prometían permanecer juntos pasara lo que pasara.

Fueron a la pista y nada más pisar el hielo, Alec se agarró a una valla. Magnus le cogió la mano y le sonrió.
- Vamos.
Muy despacio, el nefilim soltó la valla y agarró con fuerza a Magnus. Juntos, empezaron a avanzar muy despacio y resultó que a Alec se le daba bastante bien a pesar de que nunca lo había hecho.
Daban vueltas por la pista sin soltar sus manos. Entonces empezó a nevar. Finos copos de nieve caían sobre ellos y Alec se sorprendió de lo afortunado que se sentía de poder estar así; con la persona que amaba, patinando mientras la nieve caía sobre ellos, sin tener que preocuparse por agradar a nadie ni temer como reaccionarían a lo que hiciera.
- ¿Has sido tú? -Preguntó Alec parando para mirarle a los ojos.
- No. Pero debo admitir que es mágico. -Dijo Magnus sonriendole. Cogió la mano libre de Alec y le hizo abrirla con la palma hacia arriba. Chasqueó los dedos y sobre la mano de Alec apareció un copo de nieve con forma de corazón. -Eso si he sido yo. -Susurró Magnus.
Alec sonrió y tiró de él para seguir patinando mientras la nieve seguía cayendo.

MALECDonde viven las historias. Descúbrelo ahora