Detrás de mi desgracia viene mi fortuna.
Esporádicamente, alternaba mis ojos de un lado a otro, removiendo mis irises verdes. Preguntándome << ¿Quién jodidos podría sacarme de está? >>
Engarruñe mis uñas en las palmas de mis manos, e hice el intento de atraer la atención de Ángel, pegándole un rodillazo en su pierna. Convenientemente, ni se inmuto, ni siquiera dejo de fingir que estaba muy entretenido depositando servilletas en el servilletero. Gracias primo por meterme en está puñetera situación, pensé sarcástica.
En mi mente, maldije mi existencia en este instante preciso; maldije mi boca que no deja de desvariar; maldije a mi primo por ser tan charlatán; maldije a Justin que le importaba escuchar.
Carraspeé un par de veces, intentando que los clavos que se sentían en mi faringe, se ingirieran y llegaran a mi esófago.
–Tú sabes... –Mi voz se sonaba tan aguda y estrecha, que temí parecerme a mi madre cuando hablaba de esa forma: apaciguando a las fieras. –Yo... bueno. En realidad... Él y yo... bueno, mejor él.
Trague un poco de saliva antes de continuar. Para ese entonces, Justin ya había pasado de estar a mis espaldas para tenerlo encarándome, mi primo obtuvo la exquisitez de su retaguardia. Deje que el sudor recorriera mi cuero cabelludo, haciendo inevitable que me rascara. Me sentía el tripe de pequeña en su contemplación; por supuesto, él no había perdido su estatura de un metro y setenta (aproximadamente); yo, por el contrario, sentada en una silla, no tenía otra alternativa más que sentirme cohibida. Mientras corría todo esto, por mi vista periférica, Ángel se persignaba y elevaba sus manos juntas al cielo para que Dios nos ayudara. Claro, ahora si reacciona, pero cuando Justin lo tenía a su vista, ni una mosca lo hacía moverse.
– ¿Ya te decidiste? –Preguntó Justin rabioso; pero aún seguía mirándome con su frente arrugada.
En un turboso arranque, quise levantarme, pero él me retuvo apoyando sus manos en la mesa y el respaldo de mi silla. Necesitaba no sentirme tan expuesta a su merced, pero mis necesidades fueron aún más truncadas por su peligrosa inclinación a mi cuerpo. No me quedo de otra más que recargarme todo lo que me fuera permisible, y espere a que estuviera todo lo más cercas viable, para inhalar su esencia. Ahí, con su rostro a centímetros del mío, conté las líneas de su frente, que en total fueron cinco. Memorice el centello de sus ojos mieles, que parecían querer tragarme. Afiance los matices de sus labios rosas, que estaban minuciosamente separados entre sí. Jadee de conmoción cuando él escaneo mi cara de una forma descarada, y puedo jurar que también olvido el espacio, forma y por qué estábamos tan juntos. Dejo de surcar las cejas y sereno esa atroz indiferencia de su gesto. Fue tanto muestro estupefacto, que ambos suspiramos en una perfecta sincronización. Probablemente mi corazón no podría latir más fuerte, y terminaría por explotar el flujo sanguíneo contenido.
Es habitante la conexión, como si fuese un campo magnético fluyendo alrededor de nosotros. Me dije que esto no solo lo sentía yo, él también debía sentirlo, sino no estuviera respirando tan desenfrenado y su exhalación no estuviera chocando contra mis pómulos, constantemente.
– ¿Qué cambiaría si mi respuesta fuera afirmativa? –Preguntó apenas audible para ambos; dudo que Ángel lo hubiera escuchado.
¿Esta es una clase de confirmación? ¿O una negación para provocar los más remotos deseos, y éstos sirvan para desembuchar que me gusta? ¿Qué juega?
Llegue a una conclusión: cambiaria en que me tendría que acostumbrarme a verlo de otra manera, tal vez como una amiga envidiosa de mí; cambiaria que tendría que olvidarme definitivamente de él, porque aunque me repito una y otra vez que no puede ser, hay otra minoría que me anima a no descartar un <<nosotros>> en el futuro.
Olvidarlo... Bah, hasta parece una ironía. Creo que hasta si fuese gay, yo lo desearía con el mismo fervor.
Remoje mis labios escrupulosamente, y él le prestó atención a mi acción; quizá un poco más de la forzosa. Eso me distrajo de pensar en mi respuesta, y me confundió para pensar en otra alternativa << ¿Querrá besarme? >>
Tome la fuerza que requerida, ahuyente mis más profundos ensueños acerca de nuestras bocas unidas, y respondí con falso temple:
–No, no cambiaría nada. –Empuje de su hombro, para que me quitara de mi acorralamiento improvisado. No sirvió de nada porque ni siquiera se movió. Literalmente, sentí esa energía en las plantas de mis pies que me incitaban a correr o caminar, señal de nerviosismo rotundo. Ladeo su cabeza, y se pasó la lengua por el labio inferior al ver mi lunar en el cuello. Tuve una vaga intensión de cubrírmelo, pero disfrute ver sus ojos anonadados por mi rasgo.
Esto es demasiado erótico para mi propio bien.
– ¿Eres o no eres?–Me asuste de la proximidad de mi primo, haciendo que mi pecho se saltara; en instantes se había levantado sin ejercer ruido. Tenía los brazos cruzados, y con su lengua empujaba su mejilla izquierda, haciendo que se inflara.
Justin se irguió apoyando su cadera en la mesa, y enfrento a Ángel. Ahora mi espacio personal se sentía vacío; también era la pequeña entre dos enormes gigantes.
– ¿Cuál sería la diferencia? –Desafió Justin, elevando su mentón. –Les adelanto, a ninguno de los dos les haría caso. Así que a ustedes les debe dar igual mis preferencias –enfatizó frenético.
Mi primo jadeo al instante, completamente indagando. Seguramente sufriendo del golpe bajo que le habían metido a su egocentrismo. Su pelea mental es tal como "A mí nadie me rechaza, cariño. Soy hermoso, o sea mírame y tírate un balazo por lo feo que eres". Pero el detalle está en que, mi mismo primo se podría dar el balazo porque no hay hombre que se atreva a refutar que Justin es el más atractivo de su especie.
Supe que a Ángelquizá le atraía el doble que a mí. Y su comentario conmigo sería: "Somos perfecto juntos, ¿lo ves? Hermoso con hermoso, igual a pareja completamente caliente de homosexuales, ¡Calientes!".
Intuí ese sucio plan en su cabeza, para poder atrapar a mi Justin, ¡Mi Justin!
Por lo tanto, mi deber hacía con él, es defender su honor, porque él de ninguna manera se iba a atrever a ponerse en su contra.No después de ver ese aíre anhelante que se atravesó por su mirada al escanear el cuerpo de Justin.
¡Genial! Mi primo también está perdido.
Mreincorporé a mi diminuta altura, deseosa de decirle unas cuantas cosas. La silla rechino cuando la hice aun lado, y la mesa tambaleo cuando apoye mi mano.
–No me vengas con esas, ¡Oh, irresistible Justin! –me burle aclamando. Su boca se abrió como diciendo "De verdad, Renata", nunca dejando de lado su cólera. Ángel se medió río, diluyendo la carcajada con la mano en su boca. –A lo que a mí respecta, puedes guardarte el secreto a la tumba. ¡No me interesa! Puedes ser uno de esos travestis que le bailan a los hombres sin ninguna vergüenza, y a mi ¡No me interesa! ¡No me interesa tu vida! ¡Haz con ella la mierda, si quieres!
Su mirada no vacilo a la mía, tan altanera como siempre; arqueando sus cejas y frunciendo la frente. En años atrás, si me hubiese mirado de esa forma, ya estuviera tirado en el suelo agarrándose sus bolas adoloridas. Enestos años actuales, no puedo comportarme tan grotescamente, aunque debería de hacerlo para ver si así se le quita lo tajante.
–Yo si quiero saber.–Rogo Ángel con voz melosa y amena, mandando al carajo todo el esfuerzo que implante para no dejarlo ver desesperado.
Perfecto, desde ahora Ángel puede defenderse solo; un marica menos a mícostal.
Rodeé los ojosal tiempo en que Justin lo hizo. Mi primo mantenía la importancia de un tercer plano: no le prestábamos atención. Mi visión se limitaba a sus ojos mieles, acompañadas de sus largas y espesas pestañas; luego a sus labios, voluminosos, brillantes y rosados. Mi impotencia aumentaba, al ritmo de mi frecuencia cardiaca, y con ello mi capacidad para quedarme quieta, sin temblar.
– ¡Nicole, hora de irnos mi niña! –Papá me llamo desde la puerta.
Perdimos el combate por una intervención, abandonándola en una promesa silenciosa de "continuara".
Aplaste mis palmas a mis costados, y las deslice de arriba abajo por mis jeens, con un deje de furia contenida.
–Estamos listos, James. –Justin miro por encima de mi hombro y le sonrió a mi padre.
<<Cínico y descarado>>
Con una última mirada fulminante de reojo a mi primo, me gire para ir con mi padre y lo abrace por el costado, seguido de un beso en su mejilla, que me obligo a levantarme de puntas. Él me apretó más fuerte, complacido del cariño de su hijita.