Las peores/mejores cosas pasan por algo.
Cuando salgo de la casa y el aire me pega en el rostro, me mareó ligeramente que necesito sostenerme de la pared color amarillo, la que fue pintada por mi abuelo en su ilusión de crear un hogar para su esposa. Desde entonces no se ha cambiado el color.
Nelson viene atrás de mí, cuidándome, como siempre. Además, si él no hubiese querido, los adultos querían "privacidad", así que nos obligaron a salir; aunque yo tenga ganas de abrazar por más tiempo a Dolor.
Dolores suena como una puta ironía. Que acertada fue mi bisabuela al nombrarla así.
Dolor es justo lo que estoy sintiendo en mi pecho. Dolores es lo que mi abuela sufre. Dolorcitos son los que se propagan por su cuerpo en cuanto el cáncer siga avanzando.
Ahora todo encaja. Todo tiene sentido horrible.
Mi hermano pone la palma de su mano abierta en mi espalda, y juro que es lo único que he sentido como consuelo desde que mi abuela nos dijo lo de su cáncer. Nelson debe saber cuánto es lo que lo necesito. Olviden eso, mi hermano siempre sabe lo que lo necesito; él siempre está apoyándome. Ahora nuestro llanto ha cesado, lo único que nos queda es la estúpida resignación.-Y de nuevo aquí. -No sé a lo que se refiere con eso, pero muevo mi cabeza indicándole que lo escuche-. ¿No deberíamos hacer algo, Nicole? ¿Rezar, encerrarla en el hospital, obligarla a curarse? No sé, algo que me haga sentirme menos impotente.
Patea el pasto con fuerza, como si fuera culpable de lo que pasa. Algunos tallos vuelan con el golpe. No quisiera ver la cara de Dolor cuando vea la horrible zanja que me mi hermano formo.
-Ya la escuchaste, Nelson, no hay nada que hacer más que esperar.
-¿Esperar qué? -Elude con fuerza. Tenemos que esperar la muerte, pero no me ánimo a decirlo. Soy capaz de elevar el rostro y mirar sus ojos verdes desolados. En esa expresión nos parecemos tanto. El sol pega en mis ojos y tengo que entrecerrarlos-. ¿Tu no estas cansada de esperar, René? ¿No te enfada la espera, que quisieras mandar todo a la mierda y dejar de esperar?
Muerdo mi labio superior. Tengo que encontrar la manera de apaciguar su enojo y encontrar al calmado de mi hermano, justo antes de que haga una locura. A los 8 años armo una rabieta cuando mamá accidentalmente rompió su carrito favorito, entonces él se escapó de la casa. Papá lo encontró media hora más tarde caminando por calles cercanas; Nelson lloró y prometió no volverlo a hacer. Pero todo fue relacionado por la impotencia de no poder hacer nada para recuperar su carrito.
-De eso se trata la vida. Tienes que esperar por todo, no es como que es la primera vez que tienes que esperar por algo.
-¡Puta la mierda!
Entonces mi hermano me abraza. Por tres segundos me quedo congelada con mi nariz pegada en sus pectorales, después lo abrazo con la mismo ímpetu que él. Apoyo mi mejilla en su hombro parándome de puntas. Aferrándome a algo que sé que es temporal. Todos nosotros somos temporales, nada es para siempre. Pero sólo quiero olvidar que hay después de eso.
Abrazando a mi hermano olvido el mundo. Hay pocas personas que logran hacer eso en mí y son contadas con una mano. Mi madre y padre son dos de los que causan ese efecto en mí. Justin es otro de los candidatos afables de hacerme olvidar de hasta cómo me llamo. Jasón era otro de los que podían convertir mi espacio de lluvias y tormentas en arcoíris y nubecitas de amor algodonosas.
Nelson me hace sentir segura, como cada uno de los que nombre anteriormente.-No te cases con Lisa -Pido con voz casi inaudita. Está bien, acabo de matar el momento.
-La amo demasiado. -Esas palabras duelen como tragar clavos. Pero trato de ocultar el mal sabor solo porque me sigue abrazando.