Aplicando el plan "VE".
Cuando llegue a mi vecindario después de haber regreso de la playa con Justin, el aparcó el auto afuera de mi casa. Estuvimos un rato besándonos en el auto. En realidad, los labios de Justin y lo que puede hacer con ellos, resulto ser mi pasatiempo favorito. No proteste cuando me mordió en repetidas ocasiones mi labio inferior, haciéndolo sangrar y dándonos un sabor agrio. Sus manos nunca pasaban abajo o arriba de mi cintura, y eso me gustaba, aunque me desesperaba porque quería sentir sus manos en mi cuerpo. Pero me dije:
<<Tranquila, Renata, apenas está aprendiendo a cómo hacerlo con una chica>>
Me puse de un color blanco translucido con ese pensamiento. No era buen momento para pensar en "hacerlo" cuando llevamos más de 20 minutos besándonos sin parar, encerrados en un auto y con temperatura caliente.Además...
Sonríe al hacerlo sonreír; su risa era la mía en su sintonía.
Y lo que más me gustó de ese pequeño ser que se hacía llamar "Hombre" y que además era gay, es que en ningún momento me sentí incómoda por actuar tan bruta a su lado. Es decir, con Justin mi naturaleza de agresiva con mañas que rozaban lo varonil no paraban de aflorar, y a él no le interesaban esas conductas nada afeminadas.
Soy una experta en el tema de evadir de mi mente los problemas que se avecinan. Quise hacerme la tonta con eso <<¿Cuáles problemas?>>
Cuando finalmente lograrnos separarnos de tan apasionado beso en su auto, inhale otro bocado de aire para regresar donde lo habíamos dejado. Pero mis labios se toparon contra la nada. Cuando abrí mis ojos, Justin me miraba con su particular sonrisa de tonto presumido.
—¿Qué estoy haciendo, maldito infierno?
Me acerque un poco hasta alcanzar la altura de sus labios —muy cercas—, no haciendo caso a la incomodidad de estar sentada, prácticamente, arriba de la palanca de cambios.
—Besándome afuera de mi casa —Conteste con particular inocencia. Él rodo los ojos y puso su mano en mi espalda para pasarla arriba a abajo. Mi cuerpo percibió un increíble escalofrío. Llevaba toda la mañana —y poca de la tarde— tocándome de esa manera íntima, pero no lograba acostumbrarme a ello, aún dudaba <<¿Todo esto me está pasando a mí? ¿Y por qué?>>
—No estoy hablando de eso y lo sabes. —No cambió el tono de broma que veníamos trabajado todo nuestro tiempo, juntos, este día.
Me desvíe mirando sus siempre ojos claros mieles cuando me veía con entusiasmada alegría.—Lo siento, ¿cuál era tu principal pregunta? Me olvide. —Su risa está cercas de mi rostro. Me ruborice de lo notablemente distraída que me he vuelvo cuando se me queda viendo de esa manera especial. Sobre todo esa mirada que me da al terminar de besarnos. Lo juro, es como si estuviera viendo otro mundo en mis ojos, algo así o más grande.
—Tienes la cara de tonta cuando me miras. Me halagas, René. —Apreté mis labios hinchados. Si, completa mala idea por hacer. Mis labios me ardían de buena manera.
—Linda —recompuse—, puedes tratar de llamarme de esa manera si quieres ver más de mis caras de tonta.
—No va conmigo esas cosas cariñosas, no presiones.
Le pegue en su duro abdomen. Maldita mala idea, pues en mis pensamientos de calenturienta, le quitaba esa playera para ver su tonificado pecho con cuadros y duros músculos.
—En realidad, tampoco va conmigo. A nadie le di un apodo cariñoso aparte de Jasón. No sé... no es lo mío ser toda una amorosa a máxima potencia con los chicos. Ser romántica no es mi fuerte, pero me gusta el romanticismo... ¿Cómo explicarlo sin sonar como una jodida bipolar?