18. Deseo.

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Carolina Pov's

Me encontraba sentada a la orilla de la playa con mis pies enterrados en la arena y sintiendo la brisa rozar mi cara. Ésta era una de las sensaciones de paz que más me gustaban y disfrutaba enormemente.

Pero por mas que quería que el aire puro llegase a mis pulmones, por dentro seguía hecha un lío. Mas aún con el hombre que se encontraba a mi lado en total silencio.

Abrí mis ojos y lo vi, tratando de igual manera encontrar tranquilidad con el sonido de las olas. Pero segundos luego, me vi a mi misma rompiendo el silencio.

-¿Cuantos años tiene Martina?

-¿Eh?-reaccionó él, viéndome.

Suspiré.

-Nada, olvídalo. Yo...

—Veintiocho.-me interrumpió él, tan tranquilo como hacía un momento.

-¡¿Veintiocho?! -abrí los ojos como platos.

-Si, Carolina. Es una mujer con la vida hecha, pero le gusta estar codeada por chavos...más jóvenes. Por eso está estudiando otra carrera, más por conocer chavos jóvenes que porque de verdad le guste.

-Oh. -fruncí el ceño, sacando cuentas -Tiene cuatro años más que tú. -Él asintió.

Más de los tres años que él me llevaba a mi ¡¿y yo le parecía una niña?! Reí incrédula.

-¿Acaso te sienes un niño al lado de esa mujer? ¿Por ello te gusta molestarme tanto con el tema? - exclamé, pensando que el alcohol me hacía soltar las palabras con más facilidad.

-No. Te molesto con eso porque lo eres. ¿Sabes? -volteó a verme- Siempre salgo con mujeres mayores, más experimentadas, más maduras. Porque no soporto a las niñitas como tú y sus problemas de adolescentes.

-Muy maduro tú ¿no?—entorné los ojos, sin creer lo que oía.

-Bastante para mi edad.-se encogió de hombros.

Nos vimos a los ojos por unos segundos.

No me creía madura, pero definitivamente ¡tampoco una niña!

Aparté mis ojos de él.
«No soporto a las niñitas como tú. » Volvían a mi esas palabras y el enojo me atravesaba.

-Si tanto te molestan las niñitas como yo... ¿Cómo fregados crees que Martina va a tragarse lo nuestro?

Él volvió a encogerse de hombros.

-Le dije que cambié de opinión y que no me importa lo que piense. Creo que eso pasa cuando estás enamorado ¿no? Te vale todo.

Definitivamente.

Y definitivamente él nunca se había enamorado.

-¿Tú estás enamorada, Carolina? -se acercó más a mi cara, tanto, que hasta podía sentir su aliento.

Lo observé, analizándolo. No podía apartarme aunque quisiera, una extraña fuerza magnética me lo impedía.

-¿Siempre haces ese tipo de preguntas tan personales? —susurré muy cerca de su cara.

-Si. Sólo responde.

-¡Claro que lo estoy! -solté la respiración que no sabía que estaba aguantando, ya histérica por su serenidad. Me separé a una distancia prudente.

-¿Segura?—él ahogó una risa.

-¡Si!

-Y seguro esta madrugada pensaste que abrazabas a tu novio en vez de a mi ¿o me equivoco?

Mi Hermanastro | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora