Mi Hermanastro | Aguslina

10. Propuesta.

Carolina Pov's

—Esperate, Caro. Es que no puedo creer esto. —dijo Valentina riendo, trayendome un vaso con agua.

—Pues así fue. ¿Me prestas una pijama?

—Claro amiga. —buscaba en su armario mientras yo me tomaba el vaso con agua, tratando inútilmente pasar el trago amargo de esta noche. — Entonces Gastón murió con las ganas.—rió Valentina lanzandome una pijama en la cara, que casualmente era mía.

—¡Me siento tan tonta, Valen!

Luego de casi irme con Gastón al supuesto hotel, le exclamé que simplemente no podría hacerlo. Al ver su cara de desencajado, le expresé que sólo había salido con él para darle celos a mi novio, pero que nunca había tenido en mis planes tener... sexo.

¡Mentirosa, mentirosa, mentirosa!

Inventé una estúpida historia para cubrir una estúpida idea y poder salir corriendo de ahí, luego de descubrir que había sido una pésima idea.

—No pienses eso, amiga. Tal vez Agus tenía razón e ibas a arrepentirte. Y como me lo describes, ni valía la pena.

—Se puso furioso cuando le dije eso. ¿Te imaginas que le hubiese dicho la verdad de para que realmente le estaba utilizando? —reí por vez primera ese día.

—No quiero ni pensarlo. —rió conmigo pero luego su expresión se puso seria. — Agus no dejará de molestarte por tu desastrosa cita.

—¡No se enterará, Valen! Por eso le pedí a Gastón que me trajera aquí. ¿No te molesta, verdad?

—Claro que no tontita. —me abrazó— A todas estas ¿que harás con Jorge?

—No lo sé, no me preguntes por Jorge ahorita ¿si? Me siento fatal por él, no se lo merece. —hice un puchero mientras jugaba con la tira de mi pijama. Me sentía una tonta.

—Ay, amiga. —me abrazó de nuevo. — Quizá y si fue una idea tonta.

***

Al día siguiente, a eso de las ocho de la mañana, Valentina me alcanzó hasta mi casa y le recé a todos los santos para no cruzarme de nuevo con Agus ¡pero ya ves! el destino no era tan bueno conmigo.

Comenzaba a subir las escaleras en puntillas cuando lo vi bajando.

—Hey buen día ¿que tal tu cita? ¿Productiva?

—Callate, idiota. —pasé por su lado.

—Tomaré eso como un si. ¿No te arrepientes?

Giré al final de las escaleras y le sonreí con ironía.

—¡En lo mas mínimo!

—Ya veremos.

—¿Perdón?

—Que te espero en la cocina. Debo hablar contigo.

¿Hablar conmigo? ¿De que querría hablar? Me pregunté mientras me sacaba la toalla del cabello mojado y comenzaba a vestirme con algo cómodo. Estaba.. un poco nerviosa.

Pero ¡¿por qué tendría que estar nerviosa?! No me iba a intimidar ni mucho menos decirme algo que hiciera sentirme mal... Más mal de lo que ya me sentía, al menos.

Antes de bajar, había optado por una blusa y unos pants holgados, descartando cualquier vestido o blusa que enseñara de más. Me hacía sentir intimidada.

Cuando llegué a la cocina el colocaba cereal en un bol y comía directamente.

—Olvidas la leche, creo.