48. "Novio controlador"

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Agustín.

Luego de colocarme una camiseta de Pink Floyd y un poco de colonia salí en busca de Carolina. Si, solo debía cruzar una puerta, pero debía hacerlo si queríamos salir hoy.

-Amor..

-Voy, voy! -abrió la puerta y me hizo pasar de un halón- ya casi estoy.

-¿Ya casi estás? Nena, no te has vestido. No es que me moleste verte sin ropa pero ya los chicos llegaron a pub.

-Lo sé, lo siento, me entretuve en el baño -se colocó los jeans y yo solo podía admirar su cuerpo y su suave piel.

No hay tiempo, Agustín, no hay tiempo.

-¿Y en que te entretuviste?

Balbuceó un «nada» debajo de la camiseta que se estaba colocando, luego se colocó una chaqueta de cuero que le quedaba jodidamente sexy y se calzó unas botas de tacón. Soltó su cabello en hondas que cayó sobre sus hombros y frente al espejo se aplicó ágilmente un maquillaje oscuro en los ojos que hacían resaltar más su marrón casi verde intenso, lápiz labial y un poco de rubor.

-Lista ¿que dices? -tomó su bolso y dio una vuelta para que la admirara.

-Digo que soy el hombre más afortunado sobre la tierra por tenerte -me acerqué a ella para abrazarla y besarla.

-Ay bebé, te manché de labial.

-¿Y que tal me queda? -se carcageó mientras limpiaba con sus dedos los restos de carmecí, era tan hermosa cuando sonreía.

-Todo a ti te queda bien. Pero ya, vamos tarde.

-Tu culpa -la abracé mientras bajábamos las escaleras. Nos despedimos de nuestros padres y nos dirigimos al pub.

La noche estaba transcurriendo tranquila, a los chicos les gustó el sitio que les sugerí y mi amor no dejaba de cantar cada canción que se sabía. La estábamos pasando muy bien, me gustaba compartir con mis amigos y con las amigas de Caro que ya se habían convertido en mis amigas. Y por supuesto con la mujer que me trae loco.

Era tanto placer verla cada día en pijama, despeinada y con una taza de café entre sus manos, dejarla cada día en la Universidad, recogerla, almorzar en familia, verla rodeada de libros, planos y maquetas, observarla cocinar, comer, bailar, sonreír, dormir.. Y cada día hacerle el amor. Con su cabello revuelto, su cara roja de placer, sus labios entreabiertos en un gemido. Hasta verla enojada era hermoso porque toda ella lo era.

Las peleas eran normales, llevábamos poco más de un mes saliendo oficialmente y admito, nunca me había sentido tan celoso en la vida como cuando Jorge se le acercaba o Lionel le escribía a cada hora, o cuando Gastón la saludaba con un abrazo o Michael le ofrecía el asiento. Era tonto sentir eso, nunca me había considerado alguien celoso y ella no me había dado algún motivo para serlo, pero aun así sabía muy bien cuantos morían por ocupar mi lugar, y no quería perderla, joder.. Moriría si me dejara.

Sé que Lionel y ella mantienen comunicación constante, se cuanto él le gusta. Trato de parecer indiferente pero joder, me molesta de sobremanera, es una sensación horrible que cada momento me cuesta más controlar. Quisiera exigirle que deje de hablarle pero no soy quien, prometí ser lo mejor para ella y lo mejor para ella no es un novio controlador ¿no? Por ello trato de controlarme yo mismo.

-I go crazy, crazy baby, I go crazy. You turn it on, then you're gone, yeah, you drive me crazy, crazy, crazy for you baby... -me señaló riendo- What can I do, honey?

Mientras la veía cantar esa canción de Aerosmith como si la viviera reí, se divertía tanto, se sentía tan libre y eso me enamoraba. Por Dios, quería decirle que era ella la que me volvía loco y ¿que podía hacer?

Mi Hermanastro | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora