Capítulo 16 - La cabaña guerrera

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Queda una hora para las doce, pero supongamos que ya es sábado;)

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Canción en multimedia: Dangerously— Charlie Puth


Capítulo dieciséis—La cabaña guerrera ღ


Odio la forma en la que mi cuerpo tiembla cuando siento rabia. Rabia creada por situaciones ante las que me siento impotente o realidades que me hacen sentirme increíblemente molesta. Esa fuerte sensación es algo difícil de borrar. No desaparece por arte de magia, ni siquiera me sirve romper algo. Y golpear también dejó de hacer efecto tras obtener mi primera moto.

Meto la llave en el contacto, subida a la moto y con el casco que había dejado encadenado a esta ya colocado sobre mi cabeza. El candado escondido de nuevo dentro del compartimento. El sonido que hace al ser encendida es simplemente precioso. Sonrío sin poder evitarlo.

Aún recuerdo la vez que terminé con mi sudadera preferida completamente hecha jirones tras una mala caída. Para mi suerte, los daños no llegaron a más que una fractura en el brazo y el hombro dislocado además de simples rasponazos. Fue Aaron quien llamó a la ambulancia tras el incidente de las pasadas navidades. Se quedó conmigo, contándome historias de terror como si eso, de alguna forma u otra, fuese a ayudar. Prestándome su chaqueta para evitar el frío y habiéndome sentado sobre sus piernas para que yo no llegase a tener un contacto directo con la nieve.

"Vas a matarme de un infarto un día de estos" Había dicho mi madre cuando me vio. Para aquel entonces ella usaba una peluca rubia y utilizaba maquillaje que tapase su palidez, dándole el colorete algo de vida a sus mejillas, el cacao recomponiendo sus ya agrietados labios y las cejas dibujadas siendo algo gruesas. La hacían parecer tan sana que había días en los que yo misma terminaba por creerme que así era "Y tú, Aaron, ya puedes ir rezando ¡Es la tercera vez que mi niña acaba en el hospital por tu culpa!" En ese momento ambos reímos. Ese fue el día en el que le sumamos "accidente de moto" a la lista de "envenenamiento" y "caída al huir".

Esos eran buenos tiempos. Llenos de anécdotas que no volverían.

La forma en la que siento el viento golpearme con más fuerza cada vez que la moto aumenta su velocidad se vuelve mi calmante. Es tan cómodo que me resguardo en ello.

No puedo negar que Blake me parezca atractivo. Debería estar completamente ciega para no verlo. También su forma de comportarse conmigo me había hecho buscar su compañía. Joder, desde que volvió para ayudarme a recuperar mi baúl había empezado a tener demasiadas esperanzas. A plantearme que, tal vez y solo tal vez, él no sería un mal partido. Quizás fue por ello que mi rendimiento bajó al empezar a notar la distancia. Cuando él parecía tan centrado en sus entrenamientos y estudios que ni siquiera se paraba un minuto a hablar conmigo. Cuando llegamos a dejar de saludarnos aunque nos cruzáramos en el mismo camino.

Y luego todo cambió. Tan bruscamente que fue como si todo lo anterior se hubiera borrado. Le pedí ayuda y él accedió a dármela. Después era como si cada paso que yo daba empezara a importarle, y me confié. Dejé que esa comodidad me hiciera sentirme como en casa. Y mi error fue caer. Haber llegado a creer ver señales donde parece que no las había. Mi manía de sentir atracción por aquellos que no me correspondían tenía que ser cortada de raíz.

Ir en mis pensamientos me hace no darme cuenta lo suficientemente rápido de la curva cerrada que queda a pocos metros de mí. Maldigo mientras hago un intento de bajar la velocidad para tomarla sin caer. La moto derrapa, uno de los pequeños badenes que quedan segundos antes de llegar a esta dando contra la rueda delantera y haciéndome perder el control el tiempo suficiente como para estar segura de que voy a caer. Pero no lo hago. En el momento en el que la moto frena del todo, pasada la curva, mis manos todavía se aferran temblorosas al manillar. Mi respiración agitada y el corazón latiendo a tanta intensidad que se acompasa con el temblor de mi cuerpo. Al otro lado del bosque queda una baja valla de madera a medio construir que separa la carretera del río. Esto podría haber acabado realmente mal.

Internado MilitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora