Capítulo 46 - "Los Carter alzan el vuelo"

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Canción en multimedia: So far away — Mary Lambert

Chica en multimedia: Alisson Carter (Shelley Hennig)



Capítulo cuarenta y  seis "Los Carter alzan el vuelo"



El sábado fue el peor día, llegué a contar cuatro veces en las que algo en mi cabeza me gritaba que me iba a morir ahí mismo, en medio de un entrenamiento. Zeke tuvo que traerme una botella de agua cuando la cosa estaba en sentarme o fallecer ahí mismo. Apoyándome en un grueso árbol para recuperar el aliento, mi garganta ya se sentía rasposa para ese momento.

Claro está, hoy, lunes increíblemente lluvioso, quiero retirar que el peor día fue ese.

— ¡Esto tiene que ser una broma! —Mi compañero de circuito de hoy extiende una mano hacia mí desde la parte superior de esa pequeña caseta de madera a la que se llega escalando unas cuerdas bien atadas. La lluvia es tan fuerte que hace tiempo he dejado de distinguir si alguna parte de mi ropa sigue seca. Lo dudo. Tampoco noto ya las gotas de agua que caen sobre mi ropa o piel, estoy demasiado calada para ello. Lo único que puedo sentir es la gran cantidad de agua dentro de mi calzado.

A duras penas, tomo la mano de mi compañero, permitiéndole impulsarme hacia arriba. Miro horrorizada la zona por la que tenemos que pasar. Podría haber parecido una escalera de madera si no estuviera de forma horizontal, a dos metros de altura y si no tuviéramos que pasar ahí manteniendo el equilibrio. Hay un par de cuerdas a cada lado por si necesitamos sujetarnos para no caer, aun así, dudo que al estar las tiras de madera con forma de cilindros mojadas sean fáciles de pasar sin resbalar.

— ¡Sujetaros a las cuerdas! —Gritan desde abajo, un instructor que mantiene la capucha de su chaqueta impermeable puesta, ocultando su rostro con ello.

Repito sus palabras con burla por lo bajo, parece una broma. Ni que yo me atreviera a pasar a lo loco.

Cierro mis manos sobre la cuerda y doy el primer paso con absoluta precaución, es difícil incluso ver algo entre tanta lluvia. En un momento dado, un trueno hace eco en el lugar. Deberían de cancelar el entrenamiento.

"Nos tienen que preparar para cualquier cosa" había dicho Zeke cuando le comenté lo mismo "Ahí fuera no van a esperar a que deje de llover". Y tenía razón, si estoy con ellos tengo que dejar de pensar como lo hago, cambiar mi mentalidad. Esto sirve para algo, buscan su supervivencia en un futuro, no es lo mismo aquí que en el internado. Para mí no lo parece.

Sintiendo la presión por parte de los otros cadetes cuando los siguientes también llegan a esta zona sin que yo haya terminado el recorrido, me obligo a avanzar más rápido. Mi corazón late con más fuerza cuando uno de mis pies se resbala. Ahogo un grito, me sostengo con más fuerza a la cuerda y sigo.

Llega un punto en el que respirar duele, el aire frío entra como cuchillas a través de mi garganta, necesito llevarme la mano al pecho más de una vez ante ese dolor. Probablemente ni siquiera mi ropa interior esté seca. Es incómodo. Demasiado incómodo. El frío avanza a través de mi cuerpo, volviendo mis pasos más torpes, haciéndome disminuir la velocidad y sentir tales golpes de frío cuando se levanta el viento que termina costándome hasta pensar algo lógico.

Cómo he aguantado todo el entrenamiento es un misterio. He hecho lo imposible por enfocarme en seguir, viendo una buena ducha caliente como meta. Sentir ese calor es la primera vez que me hace sentirme tan cómoda, puedo notar como habría dado una increíble fortuna con tal de esos minutos de agua caliente. Entonces llega la duda a mi cabeza: ¿Cómo pueden soportar eso? ¿Cómo hay personas que salen ahí fuera, al campo de batalla y soportan la lluvia, el frío, el dolor, el miedo...? Les alejan de sus familias y su vida queda colgando de un hilo, yo no he llegado a sentir ni un cinco por ciento de lo que ellos hacen. No sé cómo son capaces. Me imagino en los lugares que escuchaba describir a mi padre cuando pasaba por casa y yo fingía haberme ido a dormir. Más de una vez le encontré sentado en el sofá, con mi madre a su lado y su mirada en el fuego de la chimenea. Sólo era capaz de decir poco antes de soltar ese típico "No quiero hablar más de eso" a Alice. Eso fue antes de que pasara a ser instructor.

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