Capítulo 22 - Confianza

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Capítulo veintidos — Confianza


Termino dejándome caer sobre la moqueta, mi espalda apoyada sobre la estantería y mis manos pasando sobre la tela del pantalón que queda encima de mis rodillas.

Le recuerdo a ella.

Como yo, él también huye del recuerdo. Quizás eso lo haya sacado a mi padre. Yo dejé mi ciudad atrás, mi hogar quedó en un rincón oscuro de mi mente con tal de no tener que sufrir todos los días por la ausencia de mi madre. El Coronel tiene que verme todos los días y dejar que ello le martirice. Y, aun así, eso no llega a parecerme excusa suficiente para su comportamiento.

¡Soy su hija!

Y, como una niña indefensa, yo todavía necesito a mi padre.

He logrado normalizar mi respiración, cediendo ante las lágrimas que todavía caen por mis mejillas pese a que busque apartarlas cada pocos segundos. Con mis palabras, he permitido que el recuerdo volviera a mí y ahora me arrepiento. Me arrepiento de todo aquello que no le pude decir. Deseo con tanta fuerza haber tenido un solo día más con ella que mi corazón duele. Provocando un llanto aún mayor, ese que había estado evitando desde que ella murió. Pero hoy ha sido el día, el día en el que he terminado por recordar y esos recuerdos han podido conmigo.

Cuando vuelvo a escuchar la llave abrir la puerta, ni siquiera me inmuto. No me molesto en levantarme para ver de quién se trata. Incluso si mi padre ha hecho venir a mi instructor nada cambiaría. Voy a tomarme mi tiempo. Porque me siento rota, tan rota y dolida por la confesión de mi padre que no soy capaz de volver a levantarme.

— ¿Alisson? —Lo primero que reconozco es su voz, la pregunta saliendo con un tono de voz lleno de cuidado y delicadeza. Lo siguiente son sus pasos, las botas haciendo crujir la madera bajo sus pies hasta que rodea la mesa. Entonces se agacha para quedar a mi altura, sus ojos azules examinándome con rapidez. Las lágrimas deben de sorprenderle tanto como a mí—. El Coronel me libró del entrenamiento para pedirme que me quedara aquí hasta su regreso.

Al igual que cuando me enteré de que había sido mi padre quien me cambió de compañero para dejarme con el que él consideraba el mejor y más confiable cadete, ahora ha hecho lo mismo al pedirle que viniera a él. Confía en Blake lo suficiente como para encargarle el cuidado de su hija, dudo que mi padre hubiera sido capaz de poner dicha confianza en cualquier otra persona, ni siquiera en otros instructores.

Coloco la mano a mi izquierda, dando un par de golpes para que él entendiera que estaba pidiendo que se sentara a mi lado. No duda en hacerlo.

— Me dijiste que no me abría con nadie —recuerdo.

— Creo que me pasé un poco.

— No —cuando quiero darme cuenta ya he tomado su mano, buscando en él el punto de apoyo que necesito. Todavía recuerdo la primera vez que sentía que empezábamos a tener confianza el uno en el otro. Fue la segunda semana de entrenar juntos, era un día caluroso aunque ya hubiera empezado a anochecer. No sé cómo vino la idea a mi cabeza, pero terminé retándole a escapar un árbol que había a lo lejos. El último tendría que saltar al lago. Fue ese día donde, habiendo terminado ambos haciendo trampas para ser los primero en subir al árbol, empezamos a tener más contacto. Y, de un momento a otro, habíamos terminado tumbados sobre la hierba, uno al lado del otro y comportándonos como niños. Después fueron los pequeños empujones y el día en el que Blake comentó que él podría ser más rápido que yo incluso cargando piedras. No teniendo una mochila ni piedras grandes cercas, terminé subida a su espalda, cronómetro en mano, mientras que él daba una vuelta al lago. Más adelante las conversaciones empezaron a ser más fluidas, un día que me dolía el tobillo y él me cargó, luego la vez que le abracé sin poder evitarlo cuando me dijo que había batido mi propio record y después esos gestos empezando a ser más comunes.

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