Capítulo 23 - Problemas de tiro

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Feliz, feliz en tu lunes♪ Buajaja aquí vuelvo de nuevo, a este paso os vais a hartar de míXD

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Canción en multimedia: No good- Anna Clendening



Capítulo veintitrés — Problemas de tiro



El martes soy de las últimas en llegar a la zona de entrenamiento, logrando que la mayoría de las miradas de mis compañeros cayesen sobre mí, siguiendo mis pasos hasta situarme junto al resto. Al hacerlo, todavía mantienen ese incómodo silencio que estoy rogando que termine. Por suerte, mis plegarias pronto son escuchadas.

— Antes de ir al centro de tiro tengo que daros un par de avisos —El oficial Garret no tarda en hacerse con la atención. Y, por la forma en la que algunos de los cadetes empiezan a sonreír y cuchichear no tardo en adivinar que es algo que ellos ya saben—. Supongo que ya lo sabréis, pero todos los años hacemos un pequeño intercambio —con eso aparta la mirada. Parece replantearse la última palabra dicha antes de enarcar una ceja dando por válido lo dicho y seguir—. Vendrán veinte estudiantes ya graduados de las fuerzas armadas tanto de tierra, aire y, bueno, de la armada. Conviviréis con ellos y podréis preguntarles lo que queráis. Además, dentro de dos semanas, vendrán siete de los mejores de cada academia para elegir a un estudiante cada uno y llevárselo a su academia donde permanecerán un total de nueve días llevando su modo de vida. Esto es para que aquellos que queráis uniros a las fuerzas armadas, pero no os decidáis en qué especializaros o no estáis del todo seguros podáis disipar vuestras dudas.

A mi lado, uno de los cadetes comenta a la chica a su lado su deseo de ser uno de los seleccionados por los estudiantes de las academias. Yo quiero lo contrario. Si aquí es duro allí lo es el doble. No hay horas de clases o estudio, ahí es todo entrenamiento. Algo que no tengo ganas de probar.

— Para apuntaros tendríais que hablar con vuestro instructor —se señala—, y decirme a cuál querríais ir. Con eso enviaríamos vuestros perfiles y los resultados del examen físico que tendréis y ellos tendrán un fin de semana para decidirse por uno de vosotros. Luego vendrán a buscar a los veintiún elegidos ¿Todo claro?

Un alegre "Sí, señor" se eleva en el lugar. Después, más murmullos.

— Silencio —advierte el oficial. Veo cómo se yergue, molesto por el volumen de las conversaciones que han empezado a elevarse. Antes de que dos segundos más pasen, estalla—. ¡Callaros, ahora!

El resultado es inmediato.

— Por último recordad que el jueves no hay clases ni entrenamientos.

Por un segundo siento que este es el cielo. Un día sin clases es el mayor de los paraísos dentro de este maldito internado.

— Y ahora, a por las armas.

Cuando echa a andar, el grupo le sigue, todos en pequeños grupos de los que me siento aislada. Había pocas chicas de mi cabaña aquí, pero ellas se han asegurado en extender que yo era una niña mimada a la que era mejor ignorar. Me habían tachado de pija nada más llegar, dándome molestos motes como "niñita de mamá y papá", "Barbie" y "uñas de porcelana". Todo por no haber sido lo que esperaban. A las mañanas me gusta plancharme el pelo, maquillándome algún que otro día y llevaba a ponerme alguna que otra mascarilla facial algunas horas al día. Me gusta cuidar mi piel y el pelo. Las conversaciones sobre moda e ir a la biblioteca para usar los ordenadores y poder conectarme a mis redes sociales o leer alguna revista. Y ellas parecen rechazar eso. Al igual que se me ríen esos domingos que, para ir a la cafetería, uso la ropa que me gusta y añado unos tacones altos. Me siento cómoda y más confiada en tacones, ¿por qué iba a permitir que alguien me hiciera cambiarlo?

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