Capítulo 24 - Salidas a la feria

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Canción en multimedia: Light— San Holo


Capítulo veinticuatro — Salidas a la feria


El miércoles soy de las últimas en levantarme. Y por las últimas me refiero a despertar a las nueve de la mañana.

Ayer, después de despedirnos, me avisaron de que saldríamos a las diez de aquí, así que, habiéndome duchado y lavado el pelo antes de dormir, me permito tener más tiempo de sueño antes de empezar a prepararme. Saco el neceser del baúl, ese neceser grande y blanco con pequeños compartimentos donde guardar las planchas del pelo, cepillo y pasta de dientes, y maquillaje sin que nada se mezcle.

Lo primero que hago es limpiarme los dientes, lo hago antes de dividirme el pelo en secciones, planchándomelo con tranquilidad antes de darme algo de corrector en las ojeras y zonas más rojas de mi piel. Y, sabiendo que no debería hacerlo, también cubro el alrededor del corte sobre mi pómulo. No es demasiado grande, pero sí lo suficiente como para hacerme sentir incómoda.

Después uso una base que se ajuste a mi tono de piel, asegurándome de que esta quede sellada con los polvos traslúcidos antes de delinearme los ojos y aplicar la máscara de pestañas. Los labios son lo último, el pintalabios de Velvet Teddy de Mac dejando un tono marrón claro sobre mis labios que me enamoró desde la primera vez que lo vi.

Dándole una última mirada a mi reflejo, me echo el pelo hacia adelante, peinándolo una última vez con los dedos antes de guardar todo nuevamente en el neceser y volver a mi habitación. Enciendo el móvil por el camino, poniendo el número pin antes de dejarlo caer sobre mi cama y aprovechar que estoy sola en la habitación para quedarme en ropa interior mientras que rebusco en el baúl algo que ponerme. Acabo de sacar unos pantalones de un tono rojo vino cuando un comentario me hace sobresaltarme.

— ¿Ahora haces estriptis? Si quieres te pongo yo la música.

Me aferro al pantalón antes de volver a agacharme para tomar una camiseta básica blanca y un jersey de lana de manga larga del mismo color, poniéndomelo lo más rápido que me es posible.

Junto a la puerta, queda ese chico rubio que ahora mantiene una sonrisa divertida sobre sus labios.

— Cállate, Landon.

— Lo digo en serio —sigue él—, no sabía que mi hermanita tenía tan buen cuerpo.

Ruedo los ojos, agradeciendo que él no fuera capaz de haber visto el moratón que quedaba en mi costado derecho antes de haberme puesto la parte de arriba. Desato el botón de los pantalones, poniéndomelos bajo la atenta mirada del mismo chico que todavía no se ha movido de la puerta.

— ¿No te han enseñado lo que es la privacidad?

— Oh, vamos Alisson, somos familia. No es como si no te hubiera visto así cuando eras una cría y te tenían que bañar o cambiar los pañales.

Eso me hace reír. Me pongo un par de calcetines y botas marrones bajas antes de cerrar el baúl y ponerle el candado.

— Te das cuenta de que no somos familia de sangre y que eso nunca ha pasado, ¿no?

— No rompas mis sueños.

Recogiendo el bolso que ya había dejado anoche preparado de debajo de la cama, guardo ahí el móvil antes de echármelo al hombro y acercarme a la puerta. La sonrisa burlona de Landon imborrable. Golpeo su hombro con mi puño al pasar por su lado. Él abre la puerta para mí.

Internado MilitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora