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Capítulo treinta y siete — Pretendientas y hotel Mayorey ღ
— ¿Feria entonces?
Me echo hacia atrás en el asiento del coche de Blake. Él se las ha arreglado para convencerme de salir del internado hasta la hora límite con la excusa de que mañana empezaría su castigo y quería aprovechar su último día completamente libre antes de ello. Claro está, él tendría el castigo día sí y día no, pero entre medias doy por hecho que se pasará las tardes durmiendo para recuperar la noche que ha tenido que pasarse en vela. Así que no dudo en aceptar su petición. Así puedo aprovechar para recuperar mi bolsa.
Lo único que ahora llevo es mi otra cartera, esa donde guardo las tarjetas y algo de dinero. El DNI y la tarjeta de crédito que mantengo gracias a que a mi madre se le ocurriera la idea de autorizarme una para no tener que depender tanto. Sobre todo sabiendo que cualquier día ella podría ser ingresada y ella necesitaba asegurarse de que yo tuviera una cuenta con algo de dinero para ir tirando. Esta cartera es pequeña, marrón y demasiado fina, la guardo en el bolsillo de los pantalones cortos del mono por el que he cambiado mi uniforme.
Blake no se ha preparado mucho. Él lleva pantalones vaqueros oscuros con zapatillas grises y una sudadera algo larga donde la parte superior es completamente blanca y a dos manos de distancia de su hombro y con una línea recta de un brazo al otro, pasa a un tono gris similar al de sus deportivas. Por mi parte me he puesto ese mono corto granate y floreado que me compré poco antes de terminar el curso pasado. Mallas negras y algo transparentes bajo las botas marrones altas y un fular del mismo tono que el calzado.
— ¿Esta vez sí vamos a subir al Boster?
— A dónde quieras —se limita a responder.
Una sonrisa ladeada tira de mis labios.
— ¿Esa es tu última palabra? Es decir, ¿estás seguro?
— ¿Sí?
Él arranca el coche y yo desvío la mirada hacia el exterior, apoyo un brazo a mi derecha y reposo la barbilla sobre este. Voy a arrastrarle a través de toda la feria. Literalmente. Ir con amigos es divertido, pero con él, con él quiero recorrer nuevamente todas y cada una de las atracciones.
Como las otras veces, Blake apoya una mano sobre mi pierna nada más sacarnos del aparcamiento. Yo enciendo la radio en busca de alguna canción conocida. De reojo, puedo alcanzar a ver una casi imperceptible sonrisa sobre los labios de mi compañero cuando me decido por una. Es la misma canción que estuvo sonando en la noria cuando subimos y sé que él la ha reconocido por ello, al igual que yo.
Sabiendo que el camino hacia la ciudad no tiene demasiadas complicaciones, la mano que mantenía sobre mi pierna sube hasta alcanzar la mía. Cierra sus dedos sobre los míos y vuelve a apoyar ambas en mi pierna.
— ¿A qué atracción querrás ir primero?
Hago memoria de todas a las que subí y esas de las que me quedé con las ganas. Aun así, solo una cruza por mi cabeza para ser la primera.
— La casa del terror.
Blake enarca una ceja—. ¿Otra vez? ¿No ponen durante todo el año la misma historia?
— Sí, pero estaba bien organizado.
Él asiente, su pulgar acariciando el dorso de mi mano. Sus ojos todavía sobre un punto fijo de la carretera. Mantiene una velocidad prudente, teniendo en cuenta las imperfecciones del camino de tierra que estamos siguiendo hasta llegar a una de las carreteras principales.
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Internado Militar
Teen FictionN/A: Este fue el primer libro que escribí, tiene muchos años y lo escribí siendo una completa novata. Sigue aquí por el recuerdo y porque sé que hay muchas personas que le guardan aprecio, pero, si quieres leer algo mío, te recomendaría leer otro de...