Capítulo 18 - Nana

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¡Sorpresa!

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Capítulo dieciocho —  Nana ღ (capítulo con puntos importantes)


— ¿Tienes si quiera carnet de conducir?

Blake se deja caer en el suelo, sentándose sobre las pequeñas piedras que cubren el aparcamiento del internado nada más bajar de la moto. Puede que me haya excedido con la velocidad y que haya querido demostrar lo que el absoluto control sobre la moto quería decir. Cada curva, derrape y bache tomado de forma peligrosa en el camino de vuelta.

— No seas quejica —le tiendo la mano. Él la aparta de un manotazo antes de ponerse en pie, pasando las manos por la tela de sus pantalones para quitar la suciedad nada más hacerlo.

— Eres un maldito peligro en la carretera.

Sonrío—. Gracias.

Él se desordena el pelo con rápidos movimientos de sus manos, lo hace antes de volver a guardar las manos en el bolsillo de su sudadera, sus ojos puestos sobre el edificio principal. Aun habiendo sentido la opresión en mi pecho menos de una hora atrás, ahora es como si todo ello se hubiera borrado de mi mente.

— ¿Desde dónde vas a llamar?

Agradezco no cuestionar su pregunta en voz alta. La mentira que antes había dicho volviendo a mi memoria con suficiente rapidez como para dejar que esta siga siendo fiable. Ahora realmente tendría que llamar. Supongo que no está de más hablar con la familia incluso si es alguien a quien solo ves en navidad y su presencia te hace tener que fingir durante las horas en las que está presente.

— Desde el despacho de mi padre.

Blake asiente antes de empezar a andar hacia la puerta principal, dispuesto a acompañarme. Quizás quedarse aquí le parezca demasiado aburrido.

Solo el hecho de pensar en escuchar a mi abuela otra vez hace que mi cuerpo se tense. Nuestra relación nunca ha sido demasiado buena. Ella siempre estuvo en contra de la relación de mis padres. Mi abuelo, policía, había visto en mi padre a alguien cuya personalidad no le gustó para su única hija. Según él, mi padre era un hombre colérico. Siempre ocupado en sus cosas y con arrebatos que le hacían precipitarse. Alguien que, a su vez, era poco sensible. Lo que a largo plazo perjudicaría a mi madre quien, empleando las palabras que mi abuela solía repetir en la cena de navidad "Había visto a un falso héroe en Joseph".

Supongo que a mi abuelo solo le faltó decir que la obsesión por su trabajo terminaría cegando a mi padre. Él nunca llegó a gritar a mi madre, menos a levantarle una mano. Al contrario, ella parecía volverse un tranquilizante cada vez que estaban cerca. Lo veía de niña, llegué a encontrarle riendo y sonriendo. Y eso me hacía pensar que seríamos una familia completa cada vez que él pasaba unos días en casa. Pero luego se iba nuevamente, y los meses que pasaba fuera ni siquiera acostumbraba a llamar.

"Su trabajo es importante, cariño" Solía decirme mi madre. Algo que yo me cuestionaba a diario, mis respuestas, secas y llenas de rabia, haciendo que los ojos de mi madre perdieran el brillo cuando respondía que nosotras deberíamos ser más importantes.

Nunca conocí a mi abuelo. Pero a mi abuela sí. Ella, dueña de una elegante mansión en las afueras y con ropa y joyas cuyo valor todavía me sorprende, llegó a desheredar a su propia hija cuando esta se prometió. Solo eso me hizo empezar a odiarla. Aun así solía venir en navidades para ver a su hija y a su "querida" nieta. Criticando siempre la forma en la que yo acostumbraba a ver a mi padre como una figura a la que respetar y adorar. Aunque eso pronto cambió.

Internado MilitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora