Matthew
Después de salir de ese infierno en Canadá me sentía aliviado no puedo creer que mi padre me llevará a ese cuchitril, él sabe cómo odio ir allá pero no le importó y decidió llevarme para terminar un contrato que él recientemente había firmado con una empresa en Edmotn según papá había futuro en esa empresa, que podía salir de ese hueco donde ni Dios entra.
Lo único que había sacado de allí era conocer a una chica muy guapa, tenía el cabello largo hasta la espalda baja unos ojos color miel pero no cualquier tipo de miel es una mezcla con verde zafiro y tiene unas pequeñas manchas en ellos.
Es hermosa, con un cuerpo de muerte es perfecta, vaya pisotón que me lleve por esa niña tan pequeña parece que no lástima ni a una mosca, aún que su forma de hablarme cambio la perspectiva de niña buena que tenía de ella, y aún más cuando de la nada estampo su mano sobre mi cara, a mí nadie me toca y menos una mocosa que ni conozco, puede parecer frágil pero no lo era, que estupideces estás pensando Matt nada bueno sale de Canadá, en especial las mujeres de allá son un fiasco completo.
Aun pensando en eso mi impulso hizo que vaya tras de ella, entre a la preparatoria de allí Greenfild Elementary School, que clase de nombre es ese, por más que la busque y busque no la encontré me empecé a frustrar en eso, siento un pisotón horrible en mi pie derecho, era ella, era ella no importaba que me hubiera lastimado era ella.
Matthew Collins qué coño estás pensando todas las mujeres son iguales y esta no era la excepción trátala como a todas, un pedazo de carne eso es lo que son.
— Hay fíjate. — no podía soñar más gay enserio no lo podía hacer.
— No fue mi culpa no te vi. —puedo ver sus ojos verdes miel más de cerca y son aún más hermosos de lo que pensé.
Mi cerebro se desconectó en ese instante, empecé a tocarla a disfrutar de ella al principio puso resistencia después ya había olvidado el hecho de que no nos conocíamos, como dos perfectos desconocidos disfrutándonos el uno al otro sin lugar a dudas esta mujer me volvía la cabeza con solo respirar.
—Mmmm ya estás mojada, para ser esto un delito lo estas disfrutando verdad. —susurre en su oído.
—Y tú duro. —me respondió.
Que estás haciendo Collins que mierda estás haciendo, nada bueno sale de Canadá métete eso en la cabeza, salí de allí casi corriendo no podía creer lo que hacía.
Al llegar a casa me di un baño largo, recordando el sabor de aquella chica me enloqueció, no pare de pensar en ella en estos últimos días, no hay nada que Dafne no arreglé.
Tomé mi móvil y llame a Dafne quería sacarme a aquella chica de la cabeza, sus ojos se giraba en la cabeza una y otra vez, su aroma a arándanos y flor de cerezo me enloquecía cuanta perfección en unas sola persona, su cabello es hermoso podría jalar de el con facilidad mientras me la cojo.
—Dafne donde siempre a las ocho. —le dije y colgué.
Ella es la única que me puede sacar a esa mocosa de la mente, aún que Dafne era guapa su reputación de perra le predecía, ella sólo sirve para los polvos y nada más.
Llegue al departamento que había comprado hacía ya dos años para llevar ahí a todos mis polvos, a todas y a cada una las utilizaba como ropa, si alguien me agradaba la volvía a usar después al bote de la ropa sucia. Fue lo que mi padre me enseño y para decir la verdad me encanta ser así, uno cuando se enamora se vuelve un pelmazo un idiota manipulado que ve en círculos.
De la única que no me he cansado es de Dafne lo hace tan bien que puedo utilizarla las veces que me dé la gana, ella sabe hasta dónde puede llegar y eso está bien para los dos, jugamos entre nosotros para no meter corazón el cuerpo también necesita desahogarse de vez en cuando..
— Listo, guapo. —dijo atrás mío, mientras me muerde la espalda, delicioso simplemente delicioso.
— Soy todo tuyo. —me estiro en toda la cama para que ella haga su magia el sexo con ella es bueno, hemos experimentado de todo ella es muy abierta y eso me gusta, no tengo miedo por lastimarla, no es importante para mí lo único que importara hoy y siempre será mi placer, por más que Dafne se esmeró no podía dejar de pensar en ella.
—Te siento raro el día de hoy, siempre disfrutas cuando lo hacemos. —y va tratando de preocuparse por mí.
—Solo cállate. —beso sus labios mientras sujeto firmemente su rostro.
—Seguro, ¿Estas bien? —recoge mis manos en señal de preocupación.
— Pues para mi estuvo bien. — hablaba mientras tomaba mis cosas, no podía estar más tiempo aquí no estaba contento así que no le veía la razón de quedarme.
— Cierra cuando te vayas. —grité mientras salía.
Sonó mi móvil pero quien carajo me llamaba a esta hora.
—Diga. — contesté casi gritando.
—Hijo a casa ahora mañana es la fiesta que te comenté y no puedes tener resaca. —mierda siempre dañando mis planes.
—Pero es tu fiesta no la mía. — le solté de mala manera.
—Soy tu padre y lo que es mío es tuyo también. —escucho como el imbécil de mi padre sonríe al otro lado de la línea.
—Solo cuando te conviene soy tu hijo gilipollas. —exhala notoriamente.
—Tienes 20 minutos o le diré a Miguel que salga por ti. — esa no era buena idea la última vez que Miguel vino por mi salí con un ojo morado.
—Llegare más tarde. —dije de mala gana y colgué.
Subí en Berry para ir a casa no estaba con ganas de llevarle la contraria a él este día, no quería problemas o simplemente no quería seguir por la ciudad recordando a aquella mujer canadiense de buen sabor, no volvería a ese chiquero así que mejor me hacía de una vez por todas a la idea de que esa escena morirá ahí mismo. O solo era una barrera para decir ocultar que quiero meterme en las piernas de aquella muchacha de ojos verdes con tonos de miel.
— Hijo encima de tu mesa deje unos papeles que quiero que leas. —apenas llego a casa ya está sobre mi atosigándome, es increíble por esa puta adicta a la heroína lo dejo.
— Y de que son, si se podría saber. —lo miro con cara de pocos amigos, su orbes azules se clavan en los míos.
— De la familia Carter con los que formamos el contrato apréndete sus nombres y sus caras te dejé varias fotos, una cosa más de Melodie no he conseguido una foto así que apenas la conozca te la presentare. —no sé por qué siento que me miente, es raro pero aprendí a vivir bajo mentiras así que no le prestó atención.
— Claro dije. — entre a la cocina para tomar un jugo.
Familia Carter decía sobre un sobre anaranjado, Vicente Carter 42 años, bla bla bla, Elinor Carter 38 años bla bla bla, Melodie Carter 18 años le gusta leer, le gusta el patinaje artístico y los animales.
Pero qué clase de niña consentida era ella, no vi más aquellos papeles los coloco todos encima de mi escritorio y me dispongo a ir por una ducha algo ligero y directo a dormir. .
No paraba de pensar en esa chica de Canadá me quería meter entre sus piernas y lo lograría así como me llamó Matthew Collins, aunque eso signifique tener que volver lo haría por probarla de nuevo.
En la mañana no hice mayor cosa más que ir al entrenamiento de fútbol americano y salir con Nicolás mi mejor amigo de toda la infancia él sabía todo de mí y yo todo de él, éramos inseparables.
Llegue a la fiesta y todo como siempre aburrido, con música de viejos, nada comparado a los reventones que hacemos Nico y yo, en fin decidí alejarme de todo saliendo a tomar aire. Enciendo un cigarro y me acerco al barandal mientras me deleito con la vista californiana.
Espero que les guste este capítulo guap@s no se olviden de votar por fis.
Los quiero mucho ♡♡♡
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Amame hasta el final [TERMINADA]
Teen Fiction[Historia en proceso de edición] Melodie se cambia de ciudad por el contrato multimillonario que hizo su padre, sin saber que Matthew un chico sin modales y con fama de playboy que solo busca diversión le alcanzarán y pondrá su vida de cabeza. Una...