Capítulo 41

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Cómo está ella pregunto la mujer a su espalda, mientras se acomodaba su vestido color carmín , podia notar el vacile y miedo en su voz. Él sabía muy bien cual eran sus sentimientos hacia esa niña que tanto protegía su amada.

Aunque no fuera concebida con amor la cría se había ganado el corazón de su madre desde el primer día en que nació.

No podía mentir que su corazón latió fuertemente cuando fue a visitarle en el hospital cuando nació, era la niña más hermosa que pudo haber visto sobre la faz de la tierra. Sus pequeños cabellos ondulados casi dorados caían alredor de su cara pálida sus mejillas rosáceas y sus ojos color miel lo había enamorado prácticamente desde que entró al lugar donde estaba la mujer de su vida junto a un bebé que no llevaba su sangre pero que el amor de su madre alcanzaba para ambos.

Cuando entro el verdadero padre de la criatura tuvo que mentir acerca de del por qué estaba ahí junto a su hija y su mujer. Esa última afirmación había destrozado su corazón,  por un pequeño momento el fue feliz lejos de toda la puñetera basura en la que vivía sus dramas familiares y el imbécil de su padre. El fue feliz en ese pequeño lapso de tiempo,  miles de sentimientos se comían su corazón.

Había dicho que se equivocó de habitación que en realidad buscaba a su esposa e hijo que también había nacido ese mismo día.

Claro que mintió su hijo ya era todo jovencito de siete años, no se quejaba su vida alado de Luisa Bornes era abrumante pero acogedora, el pequeño había heredado mis ojos color azul. Pero las personas insistían en decir que sus ojos eran más intensos que los míos, por otra parte el color dorado de piel y el negro azabache lo había heredado de su madre.

Al enterarce de que aquella mujer por la cual suspiraba se convirtió en madre tenía que ir a verla, no le importó el viaje de miles de kilómetros o las reuniones que tuvo que posponer o cancelar y sin contar al mequetrefe de su padre que lo único que hacía era joderle la vida.

No entendía muy bien eso del amor hacia un hijo puesto que su unico hijo era un gilipollas que lo único que hacía era darle dolores de cabeza.

— Me escuchaste Jacob. — chillo la mujer que tenía encima.

— A perdón querida, dijiste algo.

— Que a que hora llegará mi pequeña. — mordía descaradamente su oreja.

— Estará aquí en un par de horas así que tenemos mucho tiempo. — mordió el labio inferior de su acompañante.

— Te he dicho alguna vez que eres la más hermosa de las mujeres. — tomó su cintura para poder acercase más y más, para poder eliminar el espacio tan matador entre ambos.

— Lo dices por que me quieres.

Sin darse cuenta el sol ya había salido y ella debía salir rápido para encontrase con la niña de sus ojos no podía pasar mas tiempo distanciada de ella había sido un suplicio tener que verla partir sentir como su corazón se partía en dos mitades mientras se alejaba de su protección.

Jacob había insistido en que era lo mejor para ambos alejarse de la ciudad, al principio dio un no rotundo como respuesta pero después que De la Cruz enviará ese mensaje de atentado contra la vida de su hija, palideció sin mas esa misma tarde tendrían que marcharse.

— Te parece si vamos a desayunar juntos amor. — susurro Jacob sobre su piel.

— Tengo que ir  recogerla. — hizo un mojin mientras acomodaba sus bragas.

— Un café con el amor de tu vida no te haría nada mal.

—Pues entonces que sea para llevar. —dijo si mas.

Amame hasta el final [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora