Capítulo 5

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Capítulo 5

Octubre



Noviembre



Diciembre



Enero



El tiempo fue pasando, cada minuto era una tortura, no solo para mí, sino también para mi madre, era una tortura para mi verla en ese estado, sé que se ha esforzado por tratar de aparentar de que todo está bien, que no le pasa nada, aunque parezca extraño sé que ha mejorado en su trabajo, trata de no preocuparme, pero eso es inevitable, mis notas siguen perfectas, es en lo único que logro hacer para mantenerme ocupada y así no ver como mi madre se sigue autodestruyendo. Una gran ayuda para mí en esto son mis libros, leo más de lo que alguna vez allá leído antes, término dos hasta tres libros por semana, todo dependiendo de cuantos deberes tenga. Sigo sin tener amigos, y ahora me siento más sola que de lo que alguna vez me allá sentido. Ya no tengo ganas de comer, no siento la motivación, nunca tengo hambre.

A veces me siento tan vacía y sin sentimientos, nunca veo a mi madre, y cuando lo hago son pocas veces. Siento que ya no le importo, que prefiere refugiarse en su dolor que darse cuenta que su hija la necesita, pero soy tan orgullosa que soy incapaz de decírselo, las pocas veces que estoy a punto de hacerlo algo me detiene, las palabras se atoran en mi garganta haciendo imposible el poder salir, sé que es malo guardarme todo lo que siento que a la larga me hará mal, pero simplemente no puedo, no puedo evitar sentirme sola, como si a nadie le importara.

Creo que estoy cayendo en una especie de depresión, igual o parecida a la de mi madre, y no me importa, sé que ella no se siente bien, me gustaría ayudarla, pero no sé cómo, tampoco es como si ella me dejase entrar, se ha encerrado en una burbuja impenetrable, al inicio intentaba hablarle pero era como si no me escuchara y ya deje de intentar. Creo que debo dejar de preocuparme por ella y empezar a preocuparme más por mí misma, en tratar de encontrar la manera de dejar de sentirme sola.

Una tarde decidí ir a una playa de la que muchos hablan, la Push, ese es su nombre, no es como las playas de mi ciudad, pero tiene su encanto, en esta playa no puedo andar en un traje de baño, en cambio cargo un abrigo para resguardarme del frio, iba caminando por la orilla hasta tener una vista perfecta del horizonte. Inconscientemente solté un sonoro suspiro.

-Dicen que cuando alguien suelta un suspiro, es por el aire que les sobra por alguien que les falta- me sobresalte al escuchar esa voz, me di la vuelta y era un chico de casi mi edad, aunque intuía de que era menor que yo, pero era mucho más alto, me había quedado congelada por sus palabras, hace ya tiempo que nadie me hablaba y mucho menos si era de mi edad. -¿Entonces, quién te hace falta?- no sabía que decir.

-No me falta nadie- conseguí decir en apenas un susurro, pero parece que el me escucho, sonrió, no sé por qué lo hizo, pero ese simple acto de él hizo que un pequeño rubor apareciera en mis pálidas mejillas, dio un paso al frente y así quedo a escasos centímetros de mí, su cercanía me ponía nerviosa.

-Eres muy linda- sus palabras me tomaron por sorpresa y me sonroje más de lo que ya estaba, pero no podía dejar de ver esos ojos tan profundos que parecían atravesarme, él al darse cuenta de sus palabras también se sonrojo y con una de sus manos se rasco su nuca, parecía avergonzado. -Perdón, solo digo la verdad... mi nombre es Seth Clearwater y tu ¿Cómo te llamas?-.

𝔻𝕚𝕤𝕔𝕖𝕕𝕚𝕥𝕖 𝕒 𝕞𝕖, 𝔸𝕞𝕠𝕣𝕖. | 𝐀𝐥𝐞𝐜 𝐕𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora