Capítulo 35

891 61 10
                                    

Capítulo 35

Francamente debió imaginar que algo así pasaría.

Nada más llegar al aeropuerto y aparcar el auto, ambos, Juliette y Alec, bajaron de este y se dirigieron al aeropuerto para buscar a su desaparecido hijo, localizarlo fue medianamente sencillo, usaron solo la vista, porque con tantos humanos era fácil tentarse y en esos momentos su autocontrol no era el más digno de ser presumido.

El muchacho estaba acompañado de una hermosa chica de castaños cabellos que se aferraba a su brazo y miraba de manera distraída su alrededor, pero ninguno de los dos vampiros se lo creyó ni por un segundo, ambos conocían a Persephone Vólkova y distraída precisamente no estaba, su aspecto frágil y menudo escondían una fuerza muy interesante y su rostro con facciones delicadas y hermosas, la hacían tener un aspecto dulce, que a ella le gustaba acentuar vistiendo siempre en tonalidades claras, toda una auténtica fachada.

La chica era "la hija de la mafia Rusa", ninguno de los dos estaba muy feliz con la relación de ambos, pero tampoco podían hacer mucho, estaba de más decir que la joven era la compañera de su hijo, así que separarlos no era una opción fiable. Pero era preocupante que estuvieran juntos precisamente en ese momento, la chica tenía absolutamente prohibido acercarse a Edmund por órdenes de su padre, en fin, el típico drama familiar.

Intercambiaron saludos escuetamente antes de dirigirse al auto, donde subieron en un tenso silencio, que ninguno de los cuatro pensaba romper. El camino a Forks fue rápido, Alec Vulturi no conocía de límites de velocidad y el que no los pararan fue un milagro, pues Juliette presentía que su esposo no tendría la paciencia para soportar ser multado en esos momentos.

Se dirigieron a su casa y no a la de los Cullen, como habían dicho, abordarían un problema a la vez, y en esos momentos debían lidiar con la reciente aparición de Edmund con su novia Persephone, los problemas comenzaban a acumularse y el tiempo comenzaba a agotarse.

Entraron en la casa con bastante tranquilidad, aunque seguía el ambiente tenso que los había acompañado prácticamente desde que se habían visto, Edmund se mostraba tranquilo e impasible, como solo él podría estarlo en una situación así. Persephone se veía visiblemente incomoda aunque trataba de disimularlo y lo hacía bastante bien.

-Persephone, por que no mejor vas arriba y te instalas, hay una habitación de invitados que puedes usar.- dijo con voz tranquila y serena Juliette, en un intento de deshacerse de la chica, conocía a su hijo, no se separaría de ella de ser posible por una semana y así la usaría de escudo humano para evitar el regaño que recibiría si o si .

-No quiero ser una molestia, señora Vulturi, yo...- pero se vio súbitamente interrumpida por Edmund.

-Ella se quedará en mi habitación, madre.- había que reconocer que el sonrojo en las mejillas de la chica la hacían ver adorable, aún así eso no fue suficiente para que la dura y penetrante mirada de Alec se posara en Edmund con el único fin de que cerrara la boca, este ultimo no dudó en rehuirla.

La joven musitó un "de acuerdo", antes de perderse escaleras arriba con su mochila, todos permanecieron tensos hasta escuchar la puerta ser cerrada detrás de ella.

-Está bien, esta bien...- comenzó Edmund con desgana mientras subía sus brazos en señal de "me atraparon"- Estuvo mal que me fuera sin avisar, y se que metí a los Cullen en un aprieto al desaparecer sin dejar rastro, pero en mi defensa tengo una muy buena explicación.

-Explicación.- siseó Alec entre dientes.- pues comienza.- dijo mientras se recargaba cruzado de brazos al otro lado de la sala, bastante alejado de su esposa e hijo.

-Intente decirte que debía ir a ver a Persephone antes de que te fueras a quién sabe dónde, a hacer quién sabe qué.- y si Edmund iba a decir algo más no se sabría, porque Alec lo interrumpió al arrojarle un florero que estaba a su alcance, el pelinegro más joven fue lo bastante rápido para agacharse y esquivarlo, posteriormente le lanzó a su padre una mirada de reproche porque por poco y le volaba la cabeza.

𝔻𝕚𝕤𝕔𝕖𝕕𝕚𝕥𝕖 𝕒 𝕞𝕖, 𝔸𝕞𝕠𝕣𝕖. | 𝐀𝐥𝐞𝐜 𝐕𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora