Capítulo 6.5

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Capítulo 6.5

Seth

No sé exactamente que me pasa, mi cuerpo está hirviendo, todo me da vueltas, siento dolor en todo mi cuerpo, todo a mi alrededor se ve distinto, me encuentro en medio del bosque corriendo sin un rumbo, después de gritarle a Juliette que se quedara en mi casa, ya es muy de noche cuando me detengo, el dolor ya es insoportable, me dejó vencer después de tanto resistir.

Ahora todo se ve diferente, el bosque se ve más nítido de lo que alguna vez lo allá visto de noche, puedo escuchar a los pequeños animales que aquí habitan y escucho voces en mi cabeza, que me dan explicaciones de como volver a la normalidad, no se a que se refieren con normalidad hasta que veo que estoy caminando en cuatro patas, trato de hablar pero en vez de palabras salen es aullidos y gruñidos, como los de un lobo.

Soy un lobo.

Eso es increíble.

"Seth, para volver a ser humano, debes pensar que lo eres, concéntrate en ti siendo humano"

Escucho esas palabras en mi cabeza, y trato de concentrarme en hacer lo que me dicen, pero me es difícil, en lo único que logró pensar es en Juliette, en su hermosa sonrisa, en sus ojos, en sus...

"Seth concéntrate"

Vuelven a decirme las voces, sacudo mi cabeza y me concentro pero no creo que sea precisamente en lo que esas voces esperaban es un recuerdo de Juliette y yo en mi casa, comiendo su postre preferido, he inconscientemente sonrió por el recuerdo y veo que he vuelto a ser yo, parece que si lo hice bien, de la nada me avientan unos pantalones y me los pongo, comienzo a escuchar pasos que se dirigen hacia mí, espero paciente a que vengan y puedo ver a Sam, Paul, Embry, Jared y Jacob.

Comienzan a explicarme la leyenda de los Quileutes, que son reales y si descendemos de los lobos, y que ahora formó parte de la manada, lo cual me gusta, hasta que dicen algo que capta por completo mi atención.

-No podrás estar más cerca de Juliette por la seguridad de ella- dice Sam.

-¿Qué? ¿Cómo puedes pedirme eso? Es mi mejor amiga, ella me necesita - casi le gruño en la cara las palabras.

-Es por su bien – me refuta.

-No la dejaré, le prometí que no la abandonaría y no pienso hacerlo, yo no la dejaré sola, no puedo perder la - digo tratando de que entiendan.

-Si te descontrolas por un segundo y ella está a tu lado podrías matarla y vivirías con la culpa siempre - dice Sam ya un poco cabreado por mi terquedad y renuencia a obedecer.

-Si me alejo de ella la destrozaría, soy lo único que tiene y el único que la entiende y está con ella. Y no me importa lo que me digan no la dejaré- digo lo más firme que puedo pero por la mirada de Sam estoy empezando a cuestionarme.

-Eres muy inestable, por la cosa más mínima podrías perder el control y ella podría salir herida - argumenta tratando de hacerme entrar en razón.

-Primero muerto antes de lastimarla, no me alejara de ella cuando más me necesita y yo la necesito - es lo último que digo antes de salir corriendo de allí, ignorando sus llamados y la única manera de no hacer lo que me dicen es centrar mi atención en Juliette.

En este tiempo que ha pasado nos hemos hecho muy amigos, siempre estamos juntos, ella me ha contado sus secretos y yo le he contado los míos, sé que está pasando por un momento difícil, aunque me diga que está bien mil veces no le creeré, sé que no lo está, sólo finjo que le creo.

Me he dado cuenta de que su madre nunca está con ella, y que siempre está sola en su casa, por esa razón le comenté a mi madre si ella podría venir todas las tardes a la casa, mi madre aceptó al darse cuenta de lo importante que era para mí, sin contar que adora a Juliette, ya que no es de esas chicas que les importa su figura y nunca comen nada, a mi madre le encanta cocinar y Juliette adora la comida de mi madre.

Recuerdo el día que Juliette le dijo que en vez del pastel de chocolate prefería lo que llaman torta tres leches, mi madre busco la receta y la aprendió a cocinar sólo para ella y ahora la hace dos veces al mes.

Juliette cree que no me he dado cuenta de sus estados de ánimo, que hay momentos en los que se queda como ida, o como otros en los que una lágrima sale sin que se dé cuenta, ella es una chica fuerte, pero algo hizo que se quebrara, aún no se él qué, pero me hice la promesa que lo averiguaría y que la ayudaría a ser como era antes de yo conocerla.

En este tiempo ha mejorado mucho, ya no es la misma y yo tampoco lo soy, ya no es tan tímida como cuando la conocí esa tarde en la Push, lo recuerdo perfectamente. Sé que esa tarde había salido de mi casa enojado por algo, ya no recuerdo la razón, no sabía a donde iba, sólo sé que termine en la Push, y allí estaba ella, tan linda como siempre.

Recuerdo que cuando la vi lo primero que pensé es en lo linda que era, pero cuando la vi más de cerca pude ver lo que a simple vista nadie vería, ella estaba vacía, como abandonada, sé que si no hubiese aparecido en ese momento y hubiese llegado unos minutos después la hubiera encontrado llorando.

Cuando la oí suspirar las palabras habían salido solas, lo linda que se veía con las mejillas sonrojadas, su tímida sonrisa, sus ojos que por un momento brillaron y dejaron de verse tan tristes, me dije que me dedicaría a ver ese brillo siempre. Esa fue una de las razones para tomarla de la mano y no soltarla, era mi manera de hacerla ver que no estaba sola y no la dejaría irse, sé que al inicio le incomodó pero luego lo había logrado, ella se sentía cómoda a mi lado. Cuando estábamos en casa de Billy, vi como salía tratando de que nadie la viera y casi lo logra sino hubiera sido porque deje de sentir su mano, la seguí, salí sin que nadie me viera y ahí estaba ella, sola viendo las estrellas y la Luna Nueva. Me había sorprendido el abrazo pero sabía que lo necesitaba, algo que nunca entenderé es porque no tenía amigos, si es tan divertida, inteligente y ocurrente, pero así es mejor, no tengo que compartirla con nadie.

Sin darme cuenta había llegado a mi casa. Entre en ella tratando de hacer el menor ruido posible por si Juliette estaba dormida, y no me equivoque, se había quedado dormida en el sofá, seguro se durmió mientras me esperaba.

Vi que la sala ya no estaba desordenada, ya no había cristales rotos en el piso por mi culpa, seguro ella los había limpiado, fui a mi cuarto por unas cobijas para arroparla debe de tener frío. Al entrar en mi cuarto me fijé que también estaba ordenado, definitivamente todo era obra de ella, lo mejor será traerla y que duerma en mi cama como siempre que se queda y yo en el sofá, la iba a traer pero pensé en ordenar un poco primero por eso prefería arroparla primero mientras ordenaba, pero ahora no será necesario.

Voy a la sala de nuevo y ahí está ella, durmiendo tan tranquilamente sin ninguna preocupación, así es que me gusta verla, relajada y serena, cuánto me gustaría verla así todo el tiempo.

La tomo en mis brazos suavemente, tratando de no despertarla, ahora sí que no pesa nada con esto de que ahora tengo más fuerza que antes, con cuidado de no tropezar con nada y sin hacer ruido camino hasta mi cuarto, una vez dentro estoy por dejarla en mi cama cuando empieza a moverse, me detengo pues no quiero despertarla porque si no empezará a preguntar y no sabría que responderle, se acerca más a mí y se acurruca en mi pecho, contengo la respiración un momento, no me esperaba su cercanía, la dejo con cuidado en mi cama y le quito los zapatos despacio, luego los calcetines, sé que le gusta dormir con estos, porque dice que así está calientita toda la noche y en la misma esquina de siempre veo su mochila, la que siempre trae cuando viene a mi casa, en el mismo bolsillo de siempre guarda sus calcetines preferidos para dormir, se los colocó, como incontables veces la he visto hacerlo. Me acerco a ella y dejo un casto beso en su frente, como hago cada noche, cuando ya estoy por salir de la habitación la escucho murmurar entre sueños.

-Seth, no me dejes... ellos volvieron... No quiero alejarme de ti- parece tan desesperada que comienza a moverse y a balbucear, no entiendo más nada de lo que me dice, el resto no tiene sentido.

Me acerco a paso rápido a ella y le susurro un "Aquí estoy", " No te dejare", "Tranquila", parece que mis palabras logran tranquilizarla porque deja de moverse mientras yo acariciaba su cabello para calmarla, cuando estoy alejándome de ella, me toma por la muñeca y me dice un suave "Quédate".

Y eso hago, me acuesto a su lado y la abrazo contra mí para que se sienta protegida.

-No me iré a ningún lado, a menos que me lo pidas - digo en un susurro a la nada.

𝔻𝕚𝕤𝕔𝕖𝕕𝕚𝕥𝕖 𝕒 𝕞𝕖, 𝔸𝕞𝕠𝕣𝕖. | 𝐀𝐥𝐞𝐜 𝐕𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora