Capítulo 18

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Capítulo 18

Esa noche era la primera en mucho tiempo en costarme conciliar el sueño, no estaba segura si era por temor a que aparecieran los vampiros a matarme o el simple temor que debo y es normal tener por lo ocurrido.

Al fin estaba comenzando a dormirme cuando escucho un ruido y sin evitarlo tomo mis sabanas y me cubro hasta la cabeza con ellas en un patético intento por ocultarme, y cierro mis ojos con más fuerza, siempre me pareció tonto que en las películas como los personajes se escondían en las sabanas como si eso fuera a protegerlos realmente y ahora yo estoy haciendo lo mismo.

Siento como hay alguien a mi lado y eso solo me pone de los nervios, en segundo las sabanas ya no me cubren, y temo abrir los ojos, siento que debería de gritar y pedir ayuda a todos los vampiros que habitan en la casa, cuando estos pensamientos pasan por mi mente y estoy a punto de ejecutarlos una gélida mano se posa con delicadeza en mi mejilla y me obligo a abrir los ojos encontrándome con unos escarlatas.

Una sonrisa estaba bailando en sus labios, y solo al confirmar que era Alec fue que logre calmarme.

-¿Qué estás haciendo aquí?- me fue inevitable el preguntar, no creí que vendría.

-¿Quieres que me vaya?- pregunto de vuelta y su voz era como una caricia a mis oídos, tan suave y baja.

-No quiero, ¿los Cullen no notaran que estas aquí?- eso me preocupaba, no quería que ellos se enteraran.

-Si, por eso me iré en un momento, ya deben de estar por notar mi presencia- se silencio un momento y en ese instante se alejó un poco de mí, tome su mano para evitar que se fuera.-Ya lo notaron.- me negué a soltarlo, y cerré mis ojos para concentrarme, trate de localizar el radar de Exen para luego borrar cualquier rastro de Alec y me concentre aún más en los pensamientos del vampiro a mi lado para que así solo fueran un susurro para Edward que justo hoy se quiso quedar con Bella y Renesmee aquí en la casa.

Cuando creí que lo había logrado abrí mis ojos para observar a Alec que seguía atento a cualquier sonido, se voltio a verme y me observo con detenimiento.

-¿Qué hiciste?- pregunto al fin.

-Solo logre que te quedaras un poco más.- respondí sin dar muchos detalles, él se acercó y beso mi frente y ahora si me dejo ver esa sonrisa que tiene, que solo vi una vez.

-Eres única, mi hermosa Juliette.

Estuvimos un rato hablando como esa tarde, pero en apenas un susurro para que los Cullen no nos descubrieran, en todo ese tiempo mis manos tomaban una de las suyas y él con su mano libre no paraba de acariciar mi mejilla, eso me ponía de los nervios, sin importar que tan fría este su mano me era imposible apartarme. Nos quedamos un buen rato en silencio, solo observándonos el uno al otro.

-¿Por qué estás tan tensa?- pregunto en voz baja.

-No lo estoy.

-Creo que sí, ¿temes que te haga daño?- pregunto deteniendo sus caricias y yo solo negué con mi cabeza mientras apretaba mis labios, llevo uno de sus dedos a mis labios y me hizo soltarlos.- ¿Me dejas probar algo?- pregunto acercándose a mí.

No sabía que pretendía, solo apreté mi agarre a su mano, él siguió acercándose, a solo centímetros de mi rostro se detuvo y aspiro hondo, me tense inevitablemente cerrando mis ojos, y en ese instante sentí una presión en mis labios, mi primer beso, Alec me estaba besando, era solo una leve presión, el movió un poco sus labios sobre los míos y yo me obligue a hacerlo de regreso. Se separó un poco de mí y así yo abrí mis ojos. Los suyos ya no estaban rojos como cuando llego sino oscuros y yo sabía lo que significaba.

-Solo necesito un momento- su voz había salido ahogada, soltó mis manos y dejo de tocarme, para luego cerrar sus ojos y manos con fuerza, luego de un momento pareció más relajado y ahí fue cuando tomo una de mis manos entre las suyas y la beso, cuando abrió sus ojos estaban rojos de nuevo y eso era mejor que negros.

-¿Qué fue eso?- pregunte.

-Un beso.- respondió como la cosa más obvia del mundo, y lo era, yo rodé los ojos por su respuesta.-La verdad, quería saber que sentía al hacer eso y antes de que preguntes aun no sé qué sentí.

Eso si había sido decepcionante en muchos aspectos, pero al menos sabía que él estaba tan confundido como yo; dejamos el tema de lado por esa noche, pues un rato después yo empezaba a quedarme dormida y Alec se quedó conmigo hasta entonces pues era prácticamente imposible que yo pudiera seguir ocultándolo estando dormida.

A la mañana siguiente en mi mesa de noche descansaba en ella una rosa blanca que parecía perfecta y solo parecía tener una espina. Inevitablemente una de mis manos se posó en mis labios y rememore el momento en el que Alec Vulturi me beso, el momento en el que di mi primer beso.

𝔻𝕚𝕤𝕔𝕖𝕕𝕚𝕥𝕖 𝕒 𝕞𝕖, 𝔸𝕞𝕠𝕣𝕖. | 𝐀𝐥𝐞𝐜 𝐕𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora