Capítulo 32

1.4K 110 3
                                    

Capítulo 32

La satisfacción que sentía en ese momento no tenía comparación, le había tomado casi dos décadas encontrar la manera de hacer pagar a esos dos traidores. Sin embargo, la culpa era suya y de nadie más, su error había sido subestimar a una tonta y frágil humana, tanto fue así que llegó al punto de no notar algo que ahora a sus ojos era más que obvio.

Juliette Summers había sido una humana de gran belleza, una que podía solo compararse con la que te otorgaba la inmortalidad, una que segó y embrujo a uno de sus más leales y poderosos miembros de su guardia.

Alec Vulturi.

Aquel que había tomado casi por un hijo prácticamente, un chico que en un principio no le importaba hasta que lo sorprendió con su poderoso don, aquel que lo estaba matando en ese momento, era tan placentero ver cómo aquello que te hace fuerte se convierte en algo que te mata lentamente.

En un inicio Aro no estaba interesado en Alec, sino en su hermana gemela Jane, pero al notar la conexión de ambos no le fue difícil darse cuenta que si la quería a ella en su guardia debía traerlo a él para así tener la completa lealtad de la rubia, su sorpresa fue grande al descubrir el inmenso don que ese joven poseía. Siendo la anestesia al incesante dolor que producía su gemela en sus victimas.

Años le tomó darse cuenta que la debilidad de su querido Alec no era Jane como había supuesto luego del abandono de la guardia de él, sino que era esa frágil y débil humana, juntos eran fuertes al igual que débiles, vulnerables.

Encontrar un don lo suficientemente fuerte que contrarrestara los dones de la pareja había sido difícil pero no imposible y la satisfacción de que le tomó menos tiempo del previsto fue mayor de lo imaginado. La fuerza y el alcance de los dones de Juliette eran impresionantes y a pesar de su ambición prefería prescindir de ellos antes que perdonarle la vida.

El extraño don que poseía era fuerte y él tenía la teoría de que su don se fortalecía con la fuerza de los vampiros que la rodeaban y esto ocurría incluso cuando aún era humana, porque esa era la única explicación que había encontrado para que su don (que era infalible) fuera burlado y no hubiera surtido efecto sobre Alec, cuando aún estaba en la guardia, y terminara por descubrir el idilio que mantenía con la humana. Era fascinante ese nivel de auto protección que poseía Juliette.

Muchas veces había visto los pensamientos de Alec antes de su deserción, todo por precaución y al notar que su vínculo con la guardia se debilitaba pero no había señales en sus pensamientos de una posible traición, él simplemente pensó que Alec estaba aburrido de la monotonía que a veces la guardia tenía, años de paz causaban eso.

Se equivocó, Alec había encontrado a su compañera y él no había sido capaz de verlo en los recuerdos del vampiro, su don que era infalible había fallado y en grande, mostrándole que todo estaba en orden cuando no lo estaba.

Los gritos que oía solo lo engrandecían, lo satisfacían, ver a Alec retorciéndose de dolor y de rodillas ante él mientras su amada esposa lo veía sufrir y sufría en partes iguales, era exquisito, una escena digna de ver. Sonrió al notar como ambos hacían su mayor esfuerzo por no gritar para preocupar al otro, simplemente patético, eso no serviría de nada, el dolor que sentían era inmenso.

Con parsimonia se levantó de su trono y camino, con su capa ondeando a sus espaldas y tomó la mano de uno de sus miembros más recientes, viendo todos los recuerdos que había robado, de una manera extremadamente dolorosa, del vampiro.

Se deleitó con saber lo que había vivido Alec y Juliette en esas dos décadas, y había sido mucho.

Vislumbró la primera vez que se vieron, que hablaron, incluso sintió la emoción y tranquilidad, la desesperacion, el anhelo y la esperanza que Alec sintió esa única e irreal tarde que compartió con su tua cantante. Su sed de sangre aunque intensa era mitigada por cada respiro de la humana, con cada mirada llena de admiración que le regalaba, con la confianza ciega que depositó en él con solo la primera mirada. Era todo muy intenso y vivido que hasta cierto punto lo abrumó al punto de soltar las manos de Elias.

-Desde el primer día que la conociste nos mentiste a todos.- rugió y los presentes mostraron su descontento, todos eran hermanos, eran un clan fuerte y unido y Alec uno de lo miembros más importantes había traicionado a sus nuevos hermanos y a su hermana biológica. Jane que miraba con dolor el sufrimiento que su hermano padecía por culpa de esa maldita vampira que temblaba y se retorcía por el dolor.

"No es suficiente". Pensó con furia Jane al ver a Juliette sufrir. "No es suficiente". Se repitió.

-¡Alec!- sollozó Juliette no creyéndose capaz de soportar más, usar su don era casi imposible pero debía proteger a Alec, a sus hijos, a su familia. Sabía que Alec no la perdonaría si algo le pasaba a Edmund y Lacey.

"Aguanta". Se decía Alec tratando de reunir fuerzas que no tenía. Llevaban más días torturandolo que a Juliette, y eso le pasaba factura. Su amor estaba en peligro y él se sentía impotente al no poder ayudarla, al no poder salvarla.

𝔻𝕚𝕤𝕔𝕖𝕕𝕚𝕥𝕖 𝕒 𝕞𝕖, 𝔸𝕞𝕠𝕣𝕖. | 𝐀𝐥𝐞𝐜 𝐕𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora