Capítulo 31

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Herir
"Hay que ser muy hijo de puta
como para querer romperle
el corazón a alguien que
se atrevió a amar
tu desastre"

J.Wailen










Capítulo 31

Aún con los ojos cerrados, estando presente la niebla del mundo de los sueños que adormecía sus sentidos, podía sentir las leves caricias que eran dejadas en su espalda, cómo alguien tocaba su cabello y lo acariciaba, con cada caricia era más consciente de lo que ocurría a su alrededor, era fácil saber quién la molestaba, quien la estaba despertando, aunque estaba segura que esa no era la intención, pero siempre sería su culpa por permitirlo, debía ser más fuerte y no permitir una próxima vez, esta era la segunda y no estaba dispuesta a una tercera, no podía permitirse más errores en su vida.

-Eres un idiota, lo sabes ¿verdad?- fue lo primero que dijo Lacey nada más despertar completamente de su sueño, uno que no la había confortado, porque jamás se sentiría cómoda soñando con posibles escenarios que podrían estar viviendo sus padres.

A Dereck no le extrañaba que nada más despertar lo insultara y menos si esas palabras las decía sin abrir los ojos tan siquiera. No se sentía culpable en lo más mínimo al no cumplir su palabra de que ella volvería a su casa al final de la tarde, ya era la mañana siguiente y a pesar de haber pasado las mejores horas de su vida, después de meses de angustia y desesperación al volver y encontrar su casa vacía, sin el más mínimo indicio de su paradero, sentía que había convivido muy poco con ella y no se creía capaz de alejarse, más sabiendo que no lo había perdonado, que aún no creía en él, Lacey era dulce, igual a un caramelo de limón, al menos con él, aunque se lo había ganado a pulso.

-Buenos días, princesa de mi corazón.- decidió que era lo mejor y más sensato de responder, además que obviaría el insulto, quizás debía endulzarla, le había servido la tarde anterior, aunque sabía muy en el fondo que se debía únicamente a que era la desesperación de Lacey al querer ver una cara conocida lo que había influido en gran medida, estaba jodido.

-¿Por qué no me sorprende?- se lamentó Lacey, mientras enterraba su rostro en la almohada.- Más idiota soy yo por permitirlo.- siguió auto compadeciéndose, una manera muy pobre de evitar llorar.

-Deja de negarlo.- casi gruñó al escucharla.- Sabes que me amas, aunque quisieras, cosa que no querías, terminarías haciendo justo lo que te pedí que hicieras, que te quedaras, aquí... conmigo.-lo último había sido casi un susurro, pero Lacey lo escucho perfectamente, y sabía que él tenía razón, siempre seria débil.

Lacey se giró, quedando boca arriba en la cama y se aseguró de que la sabana la cubriera bien y así puso fin con las caricias "distraídas" de Dereck en su espalda. Lo observo con atención y no entendió cómo se había enamorado de ese patán, sus ojos se llenaron de lágrimas inevitablemente al verlo y recordar porque no debió alegrarse tanto de verlo y todas las razones que tenía para mantenerlo lejos, él le hacía daño y ya estaba bueno de permitir que lo siguiera haciendo.

-¿Podrías irte para que pueda vestirme?- pregunto tratando de eliminar las lágrimas que amenazaban con salir y tratando de sonar "amable".

-No voy a dejarte de nuevo Lacey, mi Lacey.- dijo él con dulzura, mientras la tomaba de los hombros, obligándola así a sentarse en la cama al lado de él, acariciando una de sus suaves mejillas y deleitándose cuando ella cerro los ojos por su tacto, trato de que entendiera lo que realmente querían decir sus palabras, sabía que siendo directo la espantaría, incluso más de lo que de por sí ya lo había hecho anteriormente y aunque lo mejor para ella sería que él saliera definitivamente de su vida, era lo suficientemente egoísta para seguir insistiendo a pesar de las amenazas de muerte de su casi suegro.

𝔻𝕚𝕤𝕔𝕖𝕕𝕚𝕥𝕖 𝕒 𝕞𝕖, 𝔸𝕞𝕠𝕣𝕖. | 𝐀𝐥𝐞𝐜 𝐕𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora