Capítulo 38: Soplón

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—No puedo creerlo... –Murmuraba Kentin después de haberle contado todo lo que había pasado. —Entonces era ella todo este tiempo...

—¿C-Cómo están tan seguros de que es ella? –Susurró Armin.

—¿Quién tiene mejores motivos qué ella para querer volver a arruinar a Emma?

—N-No lo sé... Es solo que... ¿Cómo es que ella sabe que Emma está aquí?

Un pequeño silencio se hizo presente en el salón.

—Debe haber alguien de su lado aquí, debe haber alguien que sea sus ojos dentro del Sweet Amoris –soltó Kentin.

—¿Como un ayudante? –Murmuré.

—Como un soplón –soltó en seco.

Armin se quedó en silencio.

—Eso explicaría porqué no logramos descubrir quién enviaba los mensajes...

—Si, lo más lógico de creer, es que ella solo se encarga de escribir, mientras que alguien desde aquí solo le pasa información que le sea de ayuda –soltó Kentin.

—¿Y ahora qué se supone que deberíamos hacer con esta información? –Murmuré

Todos nos quedamos en silencio por unos segundos.

—¿Hay alguna denuncia en contra de ella por lo que te hizo? –Susurró Armin.

Rápidamente negué con mi cabeza.

—¿Alguna constante, mancha de vida...? ¿O algo que deje en evidencia lo que te hizo? –Siguió preguntando..

—No lo sé... Nunca presentamos cargos.

—Mierda... –Chasqueó su lengua.

—¿Mierda qué? –Preguntó Kentin.

—Si habían cargos a su nombre, podríamos simplemente haber ido a reportar que ella estaba en la ciudad, la policía podría haberse encargado de ello.

—La policía no hace absolutamente nada por Emma, creo que si revelamos que sabemos que ella está en la ciudad, podemos perder la oportunidad de atraparla.

—Pensaba lo mismo –susurré. —Castiel y Lysandro, junto a ustedes son los únicos que saben esto, si ella lo descubre, significa que uno de ustedes es su mano derecha.

—¿Crees que nosotros podríamos estar de su lado? –Balbuceó Armin alzando sus cejas.

—No ustedes... –Traté de darles una sonrisa.

—¿Pero si Castiel? –Preguntó Kentin.

Levemente asentí con mi cabeza.

—¿Cómo estás tan segura de que ella no logró reconocerte? –Murmuró Armin, quién parecía incluso más preocupado que yo.

—Iba disfrazada... Y hasta donde sé, todos saben que nosotros dos ni siquiera hablamos, no puede saber que era yo.

—Te sentaste con él hoy a primera hora –murmuró Kentin.

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora