Capítulo 84: Amistades

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―¡Al fin llegaron! –Exclamaba Cheri recibiéndonos en un cálido abrazo. ―Pensamos que iban a dejarnos plantados.

―Lo siento –sonrió Hyun dejando el paraguas a un lado. ―Prometí pasar a buscarla, pero la lluvia nos complicó las cosas.

Mei, quien había llegado hace ya un par de horas, rápidamente se acercó a la entrada.

―¿Por qué están con barro? –Soltó conteniendo una risita.

El chico me observó sonriendo.

Desde la semana pasada se había pronosticado un fin de semana soleado, sin embargo y para sorpresas de todos, apenas el sol salió, una fuerte tormenta nos despertó a todos.

Por otro lado, Cheri había estado planeando esta reunión hace muchísimo tiempo, por ello mismo, ninguno de los tres había sido capaz de cancelar su participación. Aún con ese horrible clima, los tres habíamos decidido salir de casa para quedarnos en la suya.

―Adelante, dilo –continuó sonriéndome el azabache.

Hyun sabía que yo vivía un tanto más alejada que el resto, así que se había ofrecido a venir a recogerme y tomar el autobús conmigo. Aquella propuesta continuó en pie incluso pese al mal tiempo, sin embargo, mientras los dos tratábamos de llegar sanos y salvos, algunos inconvenientes lograron atrasarnos.

―Un auto pasó frente a nosotros a toda velocidad y había un charco de agua –solté.

Hasta entonces no lo había sentido, pero mis pantalones estaban bastante húmedos.

―Dios... Acabo de ver sus pantalones –soltó la pelirroja. ―Esperen aquí un momento, iré a por toallas para que se sequen.

―Oh, no, no, tampoco estamos tan empapados –balbuceé. ―Si nos colocamos cerca del calefactor estaremos secos en unos segundos.

Pero antes de que la pelirroja alcanzara a girarse, Hyun me detuvo estrujando sus pantalones.

―Olvídalo, Hyun si lo necesita –solté.

La pelirroja corrió hasta lo que parecía ser un pequeño pasillo.

Hasta entonces no lo había notado, pero la casa de la chica era extremadamente acogedora. Los tonos cálidos en sus paredes y los muebles de madera nos recibían como si se tratase de nuestro propio hogar.

―Vengan, entren, no se queden ahí parados –nos llamaba Mei.

En un par de minutos, la pelirroja había vuelto con un secador y dos toallas y en otro ratito más, ambos ya estábamos completamente secos.

―Podríamos ir cocinando algo –proponía Cheri llevándonos a la cocina. ―Mis padres dijeron que iban a llegar a media noche, así que aún tenemos tiempo para dejar un desastre.

Todos asentimos y tan pronto Mei reunió los ingredientes, entre conversaciones y risas, comenzamos a preparar dos pizzas.

Nos dividimos las tareas bastante bien, por ello mismo, logramos hornear ambas porciones casi al mismo tiempo.

―Mei, ve eligiendo películas, nosotros vamos a ir llevando la comida y cubiertos.

Aún seguía siendo algo extraño estar en un ambiente tan acogedor, en donde ninguna amenaza arruinara el día o en donde mis propios amigos terminaran discutiendo por cualquier inconveniente.

Estaba agradecida por su compañía, por haberme incluido en su grupo sin pedir nada a cambio.

Gran parte de mis avances se debían a ellos y a su compañía. Mi psicóloga sabía de la existencia de los tres y cada vez que tenía la oportunidad, me alentaba a pasar tiempo fuera de clases con ellos, este momento, esta noche era otro enorme paso.

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora