Capítulo 27: Dirección IP

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—¿Puedo sentarme? –Balbuceó el pelirrojo deteniéndose frente a mí.

Había pasado un poco más de una semana, y a ese punto, creía que Castiel se había olvidado por completo de la "tregua", pues no habíamos cruzado ni una palabra o si siquiera miradas durante todos esos días.

—Solo vengo a saber si sigues creyendo que estoy detrás de los mensajes.

Quizás solo se trataba de una coincidencia, o solo era alguna estrategia muy bien planeada, pero de cualquier modo, la cuenta ni siquiera se había conectado.

Al menos por un tiempo, no iba a lograr saber si Castiel, o incluso si Priya estaba detrás de todo esto, era algo frustrante.

—Escríbele, mi celular está aquí –siguió hablando.

—¿Crees qué no lo he intentado?

—Mi celular no ha sonado. O al menos, no que yo sepa.

—La cuenta desapareció.

—¿Qué?

—Supongo que quién está detrás de esto se cansó de fastidiar. O después de todo, cayó en cuenta del lío en el que se metió.

—¿Se esfumó así de la nada?

Yo levanté mis hombros en respuesta.

—¿Pero cómo..?

—No lo sé, solo sé que al menos por ahora, no voy a poder descartarte.

—Oh, vamos... ¿Por qué? No es justo que solo me acuses por mis acciones del pasado.

—¿No crees qué es demasiada coincidencia que justo cuando decides ponerte a prueba la cuenta haya desaparecido?

—No lo sé, no soy el cerebro detrás de ello. ¿Qué tal si es alguien qué quiere culparme? Aunque me cueste admitirlo, sería el villano perfecto.

Yo me quedé en silencio. Era un buen punto.

—¿Y si descubro quién es? –Soltó tras unos segundos.

—No necesito de tu ayuda.

—No dije que la necesitaras. Solo dije que si yo descubro quien es, entonces...

—Haz lo que quieras –murmuré mientras levantaba de la banca.

—En realidad hay algo que creo que deberías saber –balbuceó haciendo que me detuviera.

Rápidamente fruncí mi ceño.

—L-Los vídeos...

El pelirrojo llevó sus manos a su cabeza.

—Yo los envié –susurró. —T-Tuve que hacerlo...

—¿Qué?

—Me contactaron por correo electrónico y tuve que enviarlo.

—¿Pero qué dices? –Alcé el tono de mi voz. —¿Y tienes el atrevimiento de decírmelo así como nada?

—Te lo estoy contando, porque quiero que confíes en mí –balbuceó.

Ignorando el hecho de que estábamos en medio del jardín, rápidamente me acerqué a él y estampé mi mano en su mejilla.

—Te juro que no tenía otra opción –soltó el pelirrojo sobando su mejilla.

—¿Y tu mejor idea fue simplemente ceder? –Balbuceé sintiendo un nudo en mi garganta. —¿Estás mal de la cabeza o qué?

—¡No podía hacer nada más! Intenté hablar con Nathaniel, con la inspectora, pero todos me ignoraron.

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora