Capítulo 5: Folletos.

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—¿Y- Y si intento postular a algún Instituto privado? -murmuré mientras Nathaniel escribía en su agenda. –Quizás si me esfuerzo en mis notas, pueda obtener una beca...

-Una beca suena bien... -Murmuró concentrado en su agenda.

—¿Una beca? –Preguntó Kentin mientras se sentaba al lado de Nath. —¿Quién es el afortunado?

Nathaniel siguió en completo silencio.

—Tranquila, ya somos amigos –me sonrió Kentin mientras lo abrazaba. —Solo que no sabe que nosotros ya nos conocemos.

Ambos nos quedamos esperando a que este reaccionara, sin embargo, Nathaniel siguió escribiendo.

—¿Estás bien? –Le preguntó Kentin.

Nath rápidamente alzó su mirada y sonrió.

—Lo siento, estaba concentrado en mi trabajo.

Kentin volteó a verme frunciendo su ceño.

—Si que parece un trabajo duro...

—¿Cómo llegaste a casa anoche? –Le pregunté preocupada.

—Cierto, se me olvidó avisarte –rascó su nuca. —Y como no me escribiste de vuelta...

Apenas nos habíamos sentado a hablar le había contado todo lo que pasó durante la noche, era imposible que no se acordara...

—¿Descansaste bien? Te ves un poco...

—Pareces un zombie –terminó de hablar Kentin.

—Ayer me acosté un poco tarde y no alcancé a desayunar en la mañana, debe ser eso -sonrió.

Rápidamente me volteé a sacar mi sándwich para dárselo.

—Come esto.

—No, no, ese es tu desayuno.

—Te vas a desmayar a mitad de la clase –le habló Kentin golpeando levemente su brazo.

—Y yo ya desayuné -murmuré.

Este sonriendo sacó de la bolsa el sándwich y le dio un gran mordisco.

—Gracias...

Con Kentin nos sonreímos.

No pasó mucho tiempo, cuando todo el resto de chicos comenzó a llegar y sentarse en sus puestos de siempre.

—¿Y si nos sentamos juntos? -Logré escuchar a Priya mientras jugaba piedra, papel o tijera con Kentin.

—¿Quieres echar a Emma de su puesto? -Le sonrió Armin.

—Oh, vamos, no puedo ver si haces trampa desde aquí.

—Soy un hombre honesto, confía en mi palabra de buen jugador.

Kentin llamó mi atención golpeando suavemente mi mano.

—Te gané -me sonrió extendiendo su mano.

Frunciendo mi ceño, saqué los últimos caramelos que me quedaban en la mochila.

—Que mala te volviste jugando, te gané en todas las partidas -sonrió mientras abría uno de los caramelos.

—Suerte de principiante -me burlé.

—¿Principiante? -Rió.

—Shh... -reí.

La clase no tardó en comenzar. Teníamos historia, así que junto a Armin logramos reconocer al señor de la biblioteca.

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora