Capítulo 56: Quemados.

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—Emma, el receso acabó –escuché de pronto como una suave voz me despertaba.

—¿Qué? –Fruncí mi ceño.

—Que el recreo terminó, debemos ir al gimnasio para educación física –logré distinguir la alta silueta de Lysandro frente a mí.

—¿Qué? ¿Y el exámen? Nos tocaba física… –Balbuceé levantándome de golpe.

—Si, pero te quedaste dormida antes de que la clase comenzara

—¿Y mi exámen? ¿Por qué no me despertaron?

—El profesor dijo que hablaría contigo la próxima clase...

Enseguida llevé mis manos a mi cabeza.

—¿No descansaste bien anoche? –Me preguntó el chico mientras me ayudaba a guardar mis cosas.

Y no, definitivamente lo último que habia hecho anoche era descansar.

—No mucho –balbuceé.

—¿Al menos desayunaste algo? –Me preguntó mientras se movía a un lado para que yo pasara.

—Lo último que quiero es comer algo –murmuré refregando mis ojos.

—Te vas a desmayar en plena clase –me regañó mientras me daba una barra de cereales.

—Gracias... –Le sonreí comenzando a abrirla.

Lyss rápidamente terminó de recoger mis cosas y me ayudó a ponerme mi mochila.

—¿Y Castiel?

—Tratando de justificar porqué habían colillas en el sótano –murmuró mientras avanzabamos hacía el gimnasio. —¿Y tus amigos? ¿Qué hacías sentada en el fondo?

Mi intento por tratar de ignorarlo fue un fiasco.

—¿Pasó algo con ellos?

—No realmente –titubeé.

Si había una cualidad que había que destacar del peliblanco era la de su increíble sentido de discreción. Él enseguida siempre parecía notar cuando no era el momento indicado para hablar, esta vez no había sido la excepción, pues, tras observarme por unos segundos, enseguida se limitó a asentir con su cabeza y continuar caminando. Él parecía leer tu mente, pero sobre todo parecía respetar todo aquello que pensaras.

—Hey, bella durmiente, al fin despertaste –me sonreía Kentin mientras entrabamos al gimnasio.

—Hola... —Lo saludaba con mi mano.

—¿Alcanzaste a desayunar algo? –me preguntó jugando con lo que parecía ser un trozo de pan envuelto en servilletas.

—Todos parecen preocupados por el desayuno hoy –murmuré.

—Es que hoy estaban sirviendo yogurt de durazno con sándwich de queso.

—¿Sándwich de queso? –Exclamé.

—Si, si –me extendió su mano. —Armin dijo que te guardaramos uno, por si no despertabas a tiempo.

Rápidamente intenté buscarlo discretamente con mi mirada. Lo que no esperaba era avergonzarme tanto, pues apenas lo encontré, noté que él se encontraba haciendo lo mismo.

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora