Capítulo 12: Amenaza.

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—Lysandro... Yo solo quería pedirte que no le contaras a nadie sobre esto –susurré después de haberle contado todo lo ocurrido.

—No tienes ni que pedírmelo, no le contaría a nadie sobre tus asuntos familiares –dijo mientras acariciaba mi brazo.

Di un enorme respiro de alivio.

—¿Pero tú como estás? No me has hablado de como te sientes...

Yo apreté mis labios con fuerza.

—No lo sé –volví a suspirar. —Solo espero que no se vuelva a repetir...

—Tranquila, estoy seguro de que los papeles de tu madre saldrán bien, y podrás mudarte con ella.

Yo sonreí.

El salón hasta entonces había estado completamente vacío. Lysandro había decidido que por el momento, nuestra amistad iba a estar en secreto. Esto principalmente, porque yo no estaba del todo segura de arreglar las cosas con Rosa y ninguno de los dos quería hacerla sentir aún más peor de lo que ya estaba. Por lo que, cuando sentimos la puerta del salón abrirse, Lyss rápidamente se alejó de mí.

—Me siento un poco estafado –hablaba Kentin por teléfono. —Pero como sea, acabo de llegar, voy a cortarte –dijo acercándose a ambos.

Lysandro se terminó de levantar y caminó hasta sentarse en uno de los asientos de adelante. Me había dejado sola.

—Oh, ¿Le caigo mal? –Murmuró Kentin mientras se sentaba frente a mí. 

—No, no, es solo que no hemos dicho que estamos de nuevo juntos –negué con mis manos.

Kentin, o más bien, Ken, no solía ser de la clase de chicos que esparciera rumores o alguien a quien no pudieses contarle un secreto, así que casi sin querer, le conté lo ocurrido.

—Oh... ¿Están saliendo? –Abrió sus ojos de forma exagerada.

—No, no, solo volvimos a ser amigos –fruncí mi ceño.  —Pero no le digas a nadie, es un secreto.

—Ah, ya entiendo, ya entiendo –me sonrió. —Tranquila, yo soy una tumba –dijo mientras fingía cerrar su boca con un candado.

—Gracias –alcé mis pulgares.

—Aunque me asustaste, pensé que te gustaba Nathaniel –soltó este de pronto.

—No me gusta Nath.

—¿En serio? –sonrió frunciendo su ceño.

Yo asentí con mi cabeza.

—Siempre creí que estabas enamorada de Nathaniel, recuerdo que en los recreos solo nos hablabas de él.

—No me acuerdo de eso –balbuceé mientras trataba de hacer memoria.

—Yo sí –sonrió. —Me acuerdo que Laeti me molestaba, porque solo hablabas de lo bueno que era él en todo.

Yo fruncí mi ceño. Estaba exagerando demasiado.

—A todo esto, ¿Laeti si te dio mi regalo, verdad?

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora