Capítulo 51: Primera cita.

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—¿Estás segura de que no quieres que pase a dejarte? –Me hablaba mi mamá mientras yo terminaba de arreglar mi cabello.

—Mamá... ¿Cómo voy a llegar contigo? –Reí trenzando los últimos mechones de cabello.

—No, pero yo no voy a llegar contigo, solo voy a dejarte y marcharme.

—Mamá... –Reí. —La plaza queda a unas cuadras, no dañes el medioambiente –me burlé.

Ella sonrió entrecerrando sus ojos.

—Aparte, esta vez prometí contarte todo. Esta cita va incluída.

Después de que Armin y su madre se fueran de casa, había sido muy evidente para mi mamá que algo entre los dos estaba pasando y se había sentido enormemente triste de que durante estos meses yo ni siquiera le hubiese dado un inidicio de todo lo que estaba pasando.

Pero es que con tantos problemas ocurriendo, me había olvidado casi por completo de quién había sido mi mejor amiga y más fiel confidente durante todos estos años. Así que después de un enorme sermón sobre la confianza y relación madre-hija, había llegado al acuerdo de que recurriría a ella siempre que lo necesitara y que también no la apartaría por completo de todo lo que me ocurría.

—Es cierto, es cierto. Aveces olvido que ya no dependes de mí –me sonrió apoyándose sobre el marco de la puerta.

—Dependa o no, creo que después de todo estuve mal al no contarte absolutamente nada –murmuré
—¿Qué tal me veo? –le devolví la sonrisa.

—Preciosa –siguió sonriendo.

Me sentía orgullosa de la mamá tan amable, comprensiva y atenta que tenía.

—¿Te falta algo más? ¿Necesitas ayuda en algo?

—De hecho... –Murmuré saliendo del baño. —¿De casualidad no tienes un par de pilas triple A?

—¿Para qué quieres pilas? –Me observó frunciendo su ceño.

—Armin me dijo que llevara mi cámara... Pero las pilas recargables no han alcanzado a cargarse por completo.

Ella apenas terminó de escuchar, salió corriendo hasta la sala de estar y enseguida volvió con un paquete repleto de pilas.

—Son nuevas, creo que te servirán –habló mientras sacaba mi cámara de la mesada y las introducía adentro.

—Muchas gracias –le sonreí mientras terminaba de ponerme mis aretes.

Si había algo que me preocupaba un poco era el como debía haber ido vestida. Armin, a modo de venganza, no había querido decirme el lugar en donde íbamos a pasar el día, al menos no hasta que él se enterara de cual era la sorpresa que yo le había preparado. Por lo que había estado preparándome para ir a un lugar completamente a ciegas.

Sabía que ni en un millón de años iríamos a escalar una montaña o a dar un paseo por algún sendero, así que ya tenía descartado por completa la poca ropa deportiva que tenía. Sin embargo, tampoco podía relajarme y usar algo extravagante, porque teniendo en cuenta que estaríamos todo el día juntos, muy probablemente iríamos a un lugar relajado como aquél arcade o un sitio parecido y evidentemente no podía presentarme con tacones o zapatos con plataforma. Por lo que finalmente había optado por algo simple y cómodo, pero bonito.

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora