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— ¿Acaso ya no me recuerdas? Que pena, pensé que me extrañarías.

Alguien salió por abajo de la cama: ¡Conciencia!

— ¡Conciencia!— Grité.

Notó que alguien rápidamente abrió la puerta, así que volvió a esconderse. Seguramente no quieren que la vean todavía.

— ¿Pasa algo, bebé?—. Preguntó Lucas—. Escuché un grito.

Intenté hacerme la estúpida.

— No, estoy bien.— Negué con la cabeza.— ¿Está todo bien? Si quieren puedo ayudarlos, no necesito dormir.

Se acercó y se sentó alado mío.

— No puedes engañarme, Aylen. ¿Qué pasó?

Suspire y acepté.

— Tan sólo fue otra pesadilla con conciencia. Nada malo.

Tenía que mentir, ¡seguro que conciencia no quiere que alguien más sepa! Al menos por el momento.

— Está bien. ¿Querés que me quede?, no tengo problema.

Negué y decidí ir con ellos. No quiero tener una conversación con conciencia, no quiero que vuelva a arruinar nada.

— Y, ¿cómo va todo? ¿Qué puedo hacer?

— ¡Mami!—. Gritó llamándome Micaela.

No sabía de dónde venía su voz.

— ¿Dónde está mi hija?

Todos nos miramos, ninguno sabía nada, seguramente.

Corrí hacia el patio, tal vez esté jugando.

— ¡Mami! ¡Papi!

Mire hacia todos lados: no había rastro de ella.

De repente, alguien me empujó por detrás. Volteé y era Lucas.

Que infantil...

— ¡Idiota! ¡No es momento de tus estupideces!—. Sonrió y me ayudó a levantarme.— ¿Sabés dónde está nuestra hija?

— No te preocupes, si no la encontramos podemos tener otra. ¿No?—. ¡Por favor! ¡No puede decir eso!— Es broma Aylen, no te enojes.

— Nunca más quiero escucharte decir eso.

En seguida Mica salió por la puerta trasera de la casa.

—¡Mami!

— Mi bebé...¿Dónde estabas?

Me señaló la ventana de la cocina, supongo que estaba jugando con Zoé: nuestra pequeña Caniche.

Jazmín me nombró desde el comedor. Me dirigí a éste rápidamente.

— ¿Qué sucede?

— Otra vez...— Dijo mientras se sentaba tristemente en el sillón.

Me acerqué a ella y le pregunté:

— ¿Qué sucede?—. Repetí.

Bajó la mirada.

— ¿Viste que te dije que...?—. La presencia de Lucas interrumpió la conversación.— Lu-luego te cuento.

—Como quieras.— Puse mis manos en su hombro y me levante.— Bueno, ¿cenamos?








— Muy rico, te lusiste Lucas. Creo que ya sé quién debe cocinar.

— ¿Yo? ¿Cocinar? No, gracias. Lucas cocina bien, dejalo.—Reí.— Él sabe hacer ese tipo de cosas, aparte, a mí no me gustan.

— Sí, puedo hacer variadas cosas...— Aceptó con tono pervertido. —Lo miré sería.— Aylen—. Me nombró.

— ¿Qué?

Jazmín me miró y sonrió. A continuación terminó mi "frase":

— Sito.

¡Eso no es gracioso!

— Tengo que decirte algo.— Eso sonó realmente extraño, nunca noté a Lucas tan serio diciéndome algo así. ¿Qué estará ocultando?—. Ven.

Se fue hacia la habitación.

— Ya vengo, Jazmín.

— Como quieras.— Se levantó de la silla.— Hagan sus cosas tranquilos.— Rió.

Maldita pervertida.

En fin, me dirigí a la habitación y él tenía un sobre. No era uno común, éste era extraño, podrías colocar hasta un libro allí dentro.

— Encontré esto en la calle. Me asustó su nombre, no lo sé.— Sacó una pequeña libreta.

— ¿Qué es eso?—. Me pasó la libreta. Apenas la toqué, noté una sensación extraña. Eso provocó que la soltara y caiga al suelo. Realmente, eso fue muy extraño.— E-es un... U-un...

Lucas me miró preocupado.

— ¿¡Qué verga es esto!?— Gritó.

Lo miré asustada.

Atrapados En La Escuela. © [Libro 1 y 2/Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora