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— ¿Perdón? ¿Qué dijiste?—. Preguntó Jazmín.

— Sólo decía que qui...— ¡Espera! No sería buena idea decirle la verdad. — que quiero estar a solas con Lucas. Sí, eso.

Lucas rápidamente se levantó de la cama, sujetó a Jazmín y la dirigió hacia la puerta.

— Creo que voy a cuidar a Micaela.

Él asintió, cerró la puerta y se acercó a mí.

— Sabes que fue mentira, ¿verdad?

— Sí, lo sé.— Hubo un incómodo silencio de unos segundos.— Escuché lo que dijiste, Aylen. ¡Por favor, no puedes andar matando porque sí!—. Negué.— Prometelo.

— Lo prometo por el amor que le tengo a los colores.

Rió.

— Buen intento. Sé lo que odias perfectamente.

— Al menos lo intenté. Solo a las personas que de veras se lo merezcan. Como las putas que te siguen, ¿bueno?

Me miró, se vé que no le gusta que diga ese tipo de cosas. No sé, al menos eso creo.

— Ellas no me interesan. Hagamos un trato, ya que te molesta tanto.— Sujetó mis manos.— Cada vez que veas a una "puta" pasar,— Reí.— me agarras de las manos y luego yo haré el resto, ¿trato?

— Trato.— Acepté con una pequeña sonrisa pervertida en mi rostro.— Oye, ya es momento de que Jazmín se vaya, ¿no?

Sí, lo dije. Nunca pensé decir un indirecta tan pervertida.

— Claro, pequeña.

— De veras, van a ser media noche.— Miré el pequeño reloj de la habitación.— Voy a llevarla a la casa. Tú ve al comedor para cuidar a nuestra hija—. Ordené.

Dejé que Lucas saliera primero y yo, silenciosamente, coloqué la libreta nuevamente en mi mochila.

Fuí al comedor y le pregunté a Jazmín:

— Oye Jazmín, ¿querés que te alcance?

Miró su celular.

— Sí, ya es tarde. Benjamín me estará esperando. Adiós Lucas.— Saludó—. ¡Adiós, hermosa de la tía!— Abrazó fuertemente a Micaela.

Lucas notó que llevaba la mochila. Se acercó y me la arrebató.

— No lo llevas, ¿verdad?—. Negué. Igual, revisó la mochila. Estaba completamente vacía.— Bueno...

— Desconfiado.

Está bien, en realidad no era desconfiado, si no despistado. Hace una semana decidí hacerle un bolsillo secreto por la parte de atrás de aquella mochila. Sabía que de algo iba a servir.

Nos dirigimos a mi auto, manejé hasta su dirección y bajé con ella.
—¿Para qué querías que bajara?

— ¡Quiero que conozcas a tu cuñado!

Atrapados En La Escuela. © [Libro 1 y 2/Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora