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»Qué tramas ahora, Aylen.«

No respondo y me acerco cada vez más a aquel oscuro bosque.

Debo admitir que tenía temor a que sucediera lo que quería. Pero, a la vez, sería genial poder contemplar a uno de los mejores creepypastas: Slenderman.

Es una gran oportunidad para averiguar si el mito es real o tan solo es otro cuento de terror.

Al estar ya en aquél oscuro lugar, empiezo inmediatamente a buscar las ocho notas de Slenderman. No sé porqué, pero tenía demasiada intriga.

Pasaron treinta minutos y seguía sin encontrar ni una sola maldita nota de aquel fideo con patas

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Pasaron treinta minutos y seguía sin encontrar ni una sola maldita nota de aquel fideo con patas. Sí, ya me estaba enojando, y creo que no había motivos.

— ¡Maldición! ¡Aparece, fideo!— Obligué.

»¡No aparecerá! No hagas idioteces.«

Ignoré su comentario.

Un fuerte y cálido viento provocó mi caída.

Abrí los ojos como platos, tal vez aparecería. Pero no, tan solo fue un viento inocente.

— ¡Aylen! ¿Estás por aquí?

¿Lucas?

Me puse de pie y nombre a Lucas, quien inmediatamente oyó mi voz y me encontró.

— ¿Sucede algo?

— No, Aylen.— Observó a los costados.— Solo ven...—Me agarró de la muñeca y me llevó a un banco que se encontraba no muy lejos del tenebroso bosque.— Quiero hablar contigo.

— Dime, ¿Sucede algo malo?

Suspiró.

— Quiero preguntarte algo—. Asiento y espero a que proceda.— ¿Quiéres realmente seguir esta relación?

Me sorprendió su pregunta. La verdad, no sabía que seguíamos en una relación.

— Sinceramente pensé que no estábamos en un noviazgo.

Me miró confundido.

— Está bien.— Reímos.— ¿Te gustaría ser mi novia?

Tengo que admitirlo, no pude evitar el sonrojo.

Lo miré a los ojos. Esos ojos tan tiernos y, tan solo respondí:

— Sí, Lucas.

Se acercó y me besó.

Luego puso su brazo por detrás de mi cuello y nos quedamos viendo el río.

»Aylen, todo bonito y muy tierno, pero te olvidas de la misión...«

Me levanto bruscamente y le pido a él si me acompaña a buscar a Slenderman. Todavía no perdía todas las esperanzas.

»¡No, no y no! ¡Termina de una vez la misión, luego haces esas estupideces!«

— Bueno.— susurré.— Lucas, vamos a buscar a Jazmín.

— Claro, vamos.















— Acá están, pequeños rebeldes.— Se escucha un grito que proviene de la carnicería.

Bajo la mirada y noté que estábamos de la mano, sin pensarlo, lo solté y volteé.

— ¡Jazmín!¿Qué haces en la carnicería?

Mientras nos acercábamos, ella nos contaba.

— Nada, buscaba algunas cuchillas, algo para defendernos. No eres la única que puede hacer lo divertido.

Sonrío.

Miro a Lucas y él acepta:

— Ve, sé que quieres recoger cuchillas.

Corro hacia la carnicería y agarro la cuchilla más grande que tenía a mano.

— Perfecto.

»Oh, no...«

— Tu callate.

Salí del negocio y al verme con tan gran arma, dieron un paso atrás.

— Baja eso y sigamos buscando.—Me obligó Jazmín.

Sin insultar, tratar de mala manera o amenazar, obedecí.

— Cariño, ven.

— ¿Sí?

— Toma, para ti.— De la bolsa que había encontrado en el auto, sacó otra arma.

La agarré y me la colgué en la espalda.

— Si que sabes cómo conquistarla, eh.— Comentó Jazmín.

La miré y sonreí.

— En fin, vamos.

Nos armamos completamente, algo malo está por suceder. Seguramente.

Nos acercamos al edificio principal del Monumento y ahí estaba.

»Llegaron, pequeños asesinos.«

— ¿Aylen?— Preguntaron unas voces.

Volteé y eran Federico, Marcos, Dante, Benjamín, Marianela, Camila, Giuliana, Emiliano, Maximiliano, Debra y Abril.

Me acerqué a ellos, que estaban escondidos tras una extraña roca.

— ¿Qué hacen aquí? Pensé que habían muerto.

— ¡Genial!— Sarcásticamente gritó Federico.— No Aylen, estamos bien pero confundidos. ¿Qué sucede?¿Esto es un juego?

— No lo es.— Se acerca Lucas.— Aylen, Jazmín y yo tratamos de salvar el país.

— Ojalá fuera un juego...— Solté una lágrima.— Esto es, sinceramente, la vida que estamos viviendo. No es un juego y mucho menos un sueño.

— E-es-está bien, pero... ¿Qué tenemos que hacer?

Miré a Lucas y luego a Federico.

— ¿Asesinarían para salvar al país?

Se miraron entre ellos.

Atrapados En La Escuela. © [Libro 1 y 2/Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora