22. Una "supuesta" apuesta

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Bajo al comedor luego de alistarme para la escuela. Papá está sirviendo el desayuno, mamá ya se ha ido. Me acerco y le beso la mejilla como un saludo de buenos días, miro la mesa y mis ojos se abren. Ha preparado panqueques. Me siento a la mesa en el acto. Jacob e Ian se unen rato después.

―¿Y cómo va lo de los incendios? ―Jacob pregunta a papá.

―Por el momento controlados ―contesta colocando sus cubiertos en el plato.

―Yo me encargo ―ofrezco para lavar la loza y papá asiente.

―Bajamos la alerta junto a la montaña; parece que estamos a punto de saber que los está provocando.

―¿En serio papá? ―Pregunto; porque no me imagino a alguien haciendo eso.

―Si cielo, y tranquilos que ustedes no están implicados ―papá obvio se burla, y no sé cómo puede bromear de esa forma.

Mira hacia Jacob y este le informa que Ian le llevará a la universidad, y él se queda tranquilo. Se despide de nosotros y sale. Jacob e Ian salen detrás de él. Me ofrecen un aventón y yo niego el buen gesto; lo cierto es que quiero tomar el autobús por si me lo encuentro de casualidad, o quizás se le ocurra recogerme, hiperventilo con la idea. Me encargo de recoger la mesa y termino de lavar todo lo más rápido que puedo. Zumbo como loca a mi cuarto y tomo mi teléfono al que había dejado cargando por que la batería murió, esperaba que escribiera algo y aun nada. Tampoco me lo encuentro en el autobús, y no es que fuera muy posible, su Camaro está de vuelta y brillante. A lo mejor fue que se molestó porque hasta las nueve de la noche contesté su petición.

Al llegar a la escuela, Phoebe y Cheryl están esperándome en la entrada, nos espera una hora eterna de filosofía. La hora pasa, la clase acaba y nosotras filosofamos sobre todo, excepto sobre la materia. Pedimos en la cafetería y Phoebe me convida hacia las gradas de la cancha de deportes. Los chicos deberían estar comiendo también; sin embargo, están practicando tiempo extra. Tengo entendido que se avecina un importante partido. Las porristas al otro extremo de la cancha también hacen lo propio. No las envidio, demasiada esclavitud para vivir en forma.

Cheryl nos pide que nos adelantemos, se retira al baño, mientras Phi y yo nos sentamos en la grada central frente al grupo de jugadores, entre ellos, obvio están, Jeremy, Jay, Nathan y chico raro Eliot Maddux, las estrellas más sobresalientes del equipo. Supongo que ya entiendo por qué Cheryl se escabulló.

―¿Entonces que es lo que pasa entre tú y Jeremy Ross?, y no mientas ―Phi espeta directa.

―Ese es el problema Phi, ni siquiera yo sé que está pasando ―miro hacia la cancha y le veo caminar hacia un extremo, y supongo que a practicar sus lanzadas.

Lo hace luego de dar algunas indicaciones en clave, rojo, salta, verde, no entiendo nada de lo que grita, solo la rapidez que siempre usa para arrastrarme de vuelta a su pecho. Me sacudo las  neuronas y me tomo rápido el jugo de frutas que tengo en la mano. Mis mejillas arden, debo verme toda roja. Phi me observa anonadada, sorprendida.

―¡Te gusta! ―Grita, y yo trato de taparle la boca con mi mano en el acto.

No logro lo de evitar su grito, los jugadores miran hacia nosotras, el primero, Jeremy y nuestras miradas se encuentran; pero él la aparta en el acto. Mi pecho se encoje. ¡Qué le pasa! Phoebe se repone de mi ataque.

―Es emocionante Em; pero, si me consideras tu amiga íntima y de toda la vida, toma mi consejo y aléjate de él. No tiene un centímetro de bueno para ti.

―Creí que gritabas de emoción porque sí. U olvidaste que me dijiste lo bien que nos veríamos como pareja.

―Sí lo dije, y me retracto. Jeremy es complicado; aunque lo de él Kate parece que no va más. Ella es su prometida. Creo que Cheryl debería decirle también eso a Brent.

Antes del fuego✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora