34. Quiero ser tu amante eterno

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Ha acabado todo, lo ha hecho, y mis estúpidos ojos se comienzan a aguar. ¡Cielos! No puedo llorar, no ahora, pero no puedo contenerlo, mi cuerpo empieza a temblar, y yo a gimotear. Después del placer, la realidad me golpea. ¡Ya no soy virgen! Nunca más. La culpa hace mella en mí; preguntándome si era así que lo deseaba. Las lágrimas no paran, y las imágenes de mamá, papá, Jacob, y la niña que nunca más seré golpean en mi cabeza.

―Em ―Jeremy me habla suave al oído, y me doy cuenta que ha estado repitiendo mi nombre; y yo no le escuchaba. Me siento fatal, y me pregunto por qué; si esto era lo que quería, yo... lo deseaba... lo deseo...

―Em ―vuelve a llamarme y yo llevo las manos a mis ojos tratando de limpiar y contener mis lágrimas sin conseguirlo. No dejan de manar.

―Em, Shh... Shh. ¿Nena que pasa? ¡Háblame!

No me detengo. Me siento tonta. Él toma mis manos y me las aparta descubriendo mi rostro mojado por las lágrimas.

―Emily ―susurra y me abraza―. ¿Dime que pasa? ―Pregunta angustiado.

No puedo hablar.

―Shh, calma pequeña. ―Él me arrulla en su pecho y me mece despacio―. Habla, ¿dime por qué lloras? No podré entenderte si no hablas; acaso, ¿te hice daño y te arrepentiste de lo que hicimos?

Su voz se quiebra al decir esto y mis ojos arden un poco cuando los abro dándome cuenta que solo me estoy portando como una niña tonta, y haciéndole sentir muy culpable, cuando él no me ha robado nada. Yo le di permiso de tenerme. Yo quería que me tuviera.

―¡No! ―Logro articular―. No... es eso.

―¿Entonces qué es?

―Jeremy, acabo de... perder... mi virginidad ―tartamudeo intentando explicarme, y me mira espantado.

―Eso lo sé; fui yo quien te la quitó ―acepta descompuesto.

―Lo... lamento, solo estoy un poco conmocionada.

Jeremy me abraza con más fuerza, le oigo exhalar profundo, como si estuviese conteniendo el aire por mucho tiempo en sus pulmones. Que tonta soy, solo lo he preocupado, ¡cielos! Le he hecho sentir como si me hubiera violado.

―¿En serio no te arrepientes Em? ―Pregunta, niego rápidamente con mi cabeza―. Eso me alegra. ―Ríe nervioso, espera un momento y luego me retira un poco de él.

―Te amo Em, y no miento, nunca pienses que te miento ―Jeremy dice y repite en mi cara. Y yo recuerdo que esta es la segunda vez que me lo dice. Él... me ama. Pero...

―En serio, no lo dices solo por no hacerme sentir mal; tu y yo apenas y nos tratamos. Bueno ahora, solo un poco más...

―No desde ahora Em, desde hace rato; el asunto es que nunca lo has notado. Lo que mamá dijo es cierto; y es solo que yo no he sido muy bueno expresándome que digamos. ¡Soy una mierda!

Ahora que lo dice, es cierto, desde el día de la fiesta en el Parnasus, estar con él ha sido como montar en una montaña rusa para mí, demasiadas emociones juntas que colapsan mi vida; y lo cierto es que no quiero volver a sufrir.

―Yo, no sé si te amo igual, es muy prematuro para mi decirlo; pero..., sí te quiero, y me gustas mucho Jeremy. En serio me gustas, y no me arrepiento de haberlo hecho contigo. ¡Siento lo del llanto!, en serio ―grito y él me besa fugaz y luego se aleja.

―Tú también me gustas pequeña. ―Me abrazo a su cuello, a su piel deliciosa y sudada.

―Hablo en serio.

―Lo sé, tranquila, ya llegará el momento en que me digas claramente que me amas igual. Mientras tanto yo los diré todos por ti hasta que te enamores como una loca de mí.

Antes del fuego✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora