43. Rosas rojas

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El día amanece y cuando bajo para tomarme una leche de fresa, me encuentro con que mis padres no me dejan ir a clases, prefieren que hoy me quede en casa. Llaman a la escuela y no les ponen problema, incluso recomendaron que sí, y como mamá no trabajaba hoy ella aprovecha para pasar un día como madre e hija y de paso llevarme a hacer lo de la planificación con él ginecólogo; por si se nos olvida protegernos.

Llamo a Phi y me dice que ella si va y que se encargará de copiarnos los deberes. Me relajo con eso; también me dice que Cheryl tampoco va a clases; aunque lo de ella, también es bien grueso. La llamo y luego de hacer compras y salir casi que prófuga del hospital, mamá y yo vamos a almorzar con Mía y Cheryl.

―Nick está enojado con todo esto ―Mia nos comunica la situación en su casa; cuando el padre de Cheryl se enteró de lo que hizo Jay.

―¿Qué piensa hacer? ―Mamá pregunta.

―Quiere meterlo a la cárcel a toda costa por uno o varios días, y si no lo logra pedirá que le internen en una correccional. ―Ella suspira hondo, Cheryl resopla.

Supongo que es muy normal qué él padre de Cheryl reaccione así, y contando que es abogado penalista de oficio. Jay la tendrá difícil por meterse de ese modo con su preciosa y única hija. Exhalo bajo; porque aunque Jay se metió también conmigo no le desearía tanto mal.

―Nenas, por qué no van y compran helado; mientras Lucille y yo hablamos un rato. ―La madre de Cheryl nos pide sin ningún disimulo que desaparezcamos.

No me molesto; a pesar de estar distanciadas por los trabajos, mi madre y ella siempre han sido muy buenas amigas, al igual que con Helena, la madre de Phi.

―Como digan ―respondo y me llevo a Cheryl conmigo.

Salimos a dar una vuelta por los alrededores del restaurante buscando una heladería, hasta que la encontramos. Compramos dos conos dobles de menta y chocolate y luego nos sentamos a comerlos en una banca que encontramos desocupada.

―¿Cuándo volverás a clases? ―Pregunto luego de pasarle la lengua a mi delicioso helado.

―Si por mí fuera, no volvería nunca, papá me apoya con eso ―Cheryl expresa aburrida―; pero no les voy a dar el gusto de reprobar y verme derrotada. Solo... necesito tiempo.

―¿Te gustaría que lo metieran a la cárcel por eso? ―Cuestiono ahora poniendo mi mano en su hombro, le obligo a mirarme.

―No lo sé ―suspira rodando sus ojos.

―Ayer solo quería que alguien se lo hiciera pagar caro... y... Jeremy de alguna forma lo hizo por las dos.

―Sí..., y no fue fácil para él.

―¿Por qué no me había enterado de nada de eso? Ustedes salen, y él se lo dejó claro a todos en la escuela, ¿de que me perdí?

―Bueno, no lo sabes porque si mal no recuerdas estabas en la nebulosa ―la riño con ternura.

―Sí, eso fue ―acepta desanimada―; y tenías toda la razón, Kate me mintió. Fue tan malvada. Y aun así fueron por mí, hasta Jeremy y Nat.

―Y Jacob, él vino desde la ciudad porque tú lo llamaste. ¿Lo recuerdas?

―Si, creo que lo hice para pedirle ayuda; solo que no pude hablar.

―Hazlo ahora, él está muy preocupado por ti.

―¿¡En serio Em!? ―Ella pregunta abriendo sus grandes ojos verdes como sí no lo creyera.

―¡Sí, claro! Mi hermanito está preocupado por ti, ya sabes que él te adora como su hermanita.

Antes del fuego✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora