47. Visita

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Decido ir el sábado a la clínica donde se encuentra internada Verónica. Esta decisión toma mucho de mí, en serio; sin embargo, ya es hora de avanzar y marchar hacia adelante, algo que no harás si siempre sigues mirando hacia atrás, lamentándote y lamiendo tus propias heridas. Le pido a Jeremy que me lleve, y aunque al principio estuvo renuente, finalmente accedió. También se lo cuento a mamá y ella solo me abraza y me dice que estoy haciendo bien, que está muy orgullosa de mi; ―así todos avanzaremos― me dice; si, seguro que sí. Phi me apoya cuando le llamo y le cuento; aunque sigue teniendo sus dudas, en cambio Cheryl fue la excepción, se opuso rotundamente. Puedo entender perfectamente su actitud, tampoco ha sido fácil para ella. No obstante, en algún momento tenemos que ceder. Sí no, jamás saldremos de ese círculo vicioso de no perdonar y vivir con esa amargura que no nos dejará crecer a ninguno.

―Lista ―Jeremy dice de pie en la puerta cuando la abro.

―Sí, vamos.

Compro de camino una canasta de frutas para llevarle; porque recordé que era lo que más me llevaban cuando yo estuve internada. Jeremy se mofa de mi viéndome como escojo la canastita en la frutería. La clínica de recuperación donde está Verónica nos es muy diferente de la que yo estuve. Solo que está es más campestre,toda de color blanco rodeada de naturaleza. Le pido a Jeremy que solo me acompañe hasta la entrada y espera en el auto; él está aún tan precavido con mi decisión; pero yo creo que Verónica no debe estar de ánimos para molestarme. Me presento en la entrada y luego de buscar en sus registros, la recepcionista me deja pasar hasta una sala de espera. Me siento en una de las butacas y espero, ella me informa que alguien vendría a buscarme. No niego que allí sentada me entra un poco de impaciencia.

―Hola, tú debes ser Emily, ¿cierto? ―La mujer que me saluda no me es conocida para nada.

―¡Disculpe!

―Lo siento ―la mujer se disculpa―. Soy Carlota River, la madre de Verónica.

―Ah, no lo sabía. Discúlpeme a mi. ¿Como está señora?

―Yo estoy bien, gracias por preguntar ―responde―, ella... quiere verte... lo ha pedido; creímos que no vendrías. Y con toda razón.

― La verdad lo medite mucho; pero finalmente mi tendría ningún sentido actuar de la misma forma.

―En serio te agradezco que hayas venido.

―No tiene que agradecerme, ¿Puede llevarme con ella?

―Sí claro ―ella dice y me conduce muy cabizbaja hacia una de las habitaciones al fondo del pasillo. Toca una de las puertas y seguido la abre.

Verónica está sentada en su cama mirando ansiosa en nuestra dirección. Yo entro y su mama se marcha.

―Gracias... por venir.

―No es nada ―dije entregándole la canastita de frutas.

―Comparado con lo que te hice, ni siquiera deberías mirarme, ni traerme cosas.

―Olvida eso.

―Pat me dejó ―suelta rápida.

―Después de lo que te gritó, era de esperarse.

Ambas suspiramos.

―Lo se, fue muy cruel, ahora lo entiendo. También te entiendo.

―¿Y también intentaste hacerlo por eso? ―Ella asiente culpable y acongojada―. ¿Vas a volverlo a hacer?

―No ―sacude su cabeza una y otra vez.

―Entonces, aprendiste la lección igual que yo.

―Nuestros padres no se merecen eso, ¿cierto?

―Sí, tu mamá me recuerda a la mía; y yo no quiero verla llorar nunca más. Cuando hacemos eso, los amarramos de las manos.

―Sí ―ella asiente triste.

―¿Cuánto tiempo estarás aquí?

―Supongo que hasta que mis heridas sanen y crean que ya no soy inestable.

―No te ves tan inestable ―digo y ella ríe quedo.

―¿Sabes? Cuando me defendiste de Pat, sentí que te importaba; a pesar de todo lo que te hice. Nunca nadie me había defendido así. Ni siquiera él, como te pudiste dar cuenta.

―Ya olvídalo; eso es para que te des cuenta que él no vale ni un pepino, menos una lágrima de nosotras.

―Yo fui quien le conté a Jay lo de tu problema. Fui yo quien se lo dijo todo porqué estaba enojada. Pat cambió su actitud conmigo después de que tu novio viniera a verlo. Empezó... a despreciarme ―confiesa avergonzada―. Quería... decírtelo. También que me perdonaras.

―Eso ya no importa. Quizás fue lo mejor que se supiera. Así qué no tengo nada que perdonarte.

―Aun así quiero que sepas que me arrepiento de haberme portado así.

―¡Verónica! ―Llamo su atención―. Podríamos olvidarnos de todo esto y marchar hacia adelante.

―¿Marchar? ¿De qué hablas?

―Avanzar, es más, te propongo un trato.

―¿Un trato? ¿Cual?

―Seamos amigas y conozcámonos, no creo que seas tan desagradable ―me mofo risueña y le saco una sonrisa triste.

―¿En serio crees que podemos hacer eso?

―¿Por qué no? Que nos lo impide. Solo no te metas con Jeremy; por qué te las veras conmigo.

―Está bien ―ella sonríe―. Eso no va a volver a ocurrir; pasará mucho tiempo antes de que vuelva a fijarme... en alguien otra vez.

―Verás que no, ya encontrarás al indicado ―digo―, y ya me tengo que ir, Jeremy debe estar impaciente allá afuera.

―Sí, ve, y gracias por venir, ¿lo harías otra vez?

―Sí, claro ―respondo, le doy un abrazo tomándola por sorpresa y me marcho.

Al salir de la habitación me recuesto sobre la pared y boto el aire acumulado en mis pulmones. Veo a su madre que se acerca, ella toma mis manos y me agradece con un murmullo bajo en sus labios que dice "gracias", seguido va a la habitación de su hija. Cuando avanzo un poco más para salir me tropiezo con Michelle, y es la primera vez que me la encuentro tan de cerca. Ella trae un ramo de orquídeas en las manos.

―¡Hey! ―Me saluda toda sonriente.

―Hola.

―Jeremy te espera afuera ―me avisa muy ufana y continúa caminando.

―Gracias ―digo y ella se detiene y se gira hacia mi.

―Eres afortunada ―agrega.

―¿Por qué lo dices?

―Por nada. Solo digo que eres muy suertuda, y deseo que sean felices por siempre. En serio les deseo lo mejor. Pero... si algo llegara a pasar y ustedes se separan, no dudaré en quedármelo.

Eso no me toma por sorpresa, la verdad no me extraña oírlo después de verla tan dedicada a Jeremy. Y a pesar de todo, pienso en que eso no sucederá, nada va a pasar. Vamos a estar juntos para siempre como el me lo prometió. Ella prosigue su camino, y creo que va hacia la habitación de Verónica. Mi pecho se encoje de solo recordarla allí. Salgo fuera del lugar y me apresuro para refugiarme en el regazo de Jeremy. Ellos seguramente se toparon... y hablaron... ―eso nunca va a pasar― me repito mentalmente. Nunca vamos a dejarnos.

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Antes del fuego✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora