Thomas estaba demasiado concentrado besando a Arthur que no notó cuando todas las miradas cambiaron su gesto sorprendido a uno de asco. Y es que para la sociedad de Baltimore, no era común ver a dos de los solteros más codiciados… besándose.
— ¡Thomas! —bufó Jamia. Su rostro estaba de un rojo furioso, no sabía si estaba más molesta por que éste había demostrado valía o por la serie de murmullos que se expandía repitiendo el “Pobrecilla” al referirse a ella.
Pero Thomas Frost seguía sin prestarle atención, las manos de Arthur recorrían su espalda y sus lenguas se encontraban como si hubiesen estado separadas por siglos. Un ‘te amo’ se escapó de los labios de Arthur cuando se separaron por la falta del aire y por el rabillo de un ojo pudo ver todas las miradas pegadas sobre ambos.
Arthur inmediatamente se separó del menor, dedicándole una sonrisa lacónica a la multitud ¿Qué pasaría ahora? La sodomía era igual de castigada y aborrecida como la brujería. No sabía cómo se había dejado llevar, pero ahora las cosas se pondrían oscuras, lo presentía.
Thomas se mordió los labios, sus ojos se pasaban por cada uno de los rostros presentes, todos fijos en él, acusándolo, condenándolo. No podía mirar a Jamia a los ojos ni mucho menos a sus padres que se habían retirado hace horas hacia la habitación. ¿Qué haría? Arthur estaba igual de nervioso que él, Jamia de seguro se vengaría… Jamia lo miraba, Jamia estaba deseando matarlo en ese mismo momento pero ¿Por qué temerle a ella? Estaba harto de Jamia.
Y sin darse cuenta como, sus ojos viajaron a la enorme araña de cristal en el centro de la habitación, esta comenzó a tambalearse con violencia sobre las cabezas de los cientos de asistentes. Todos gritaban, corrían… y sus ojos seguían fijos sobre la enorme araña de cristal. Quería eliminar a Jamia, estaba aburrido de Jamia. Sin notarlo estaba usando su magia, sin notarlo se estaba condenando aún más.
— ¡Cuidado! —fue la voz de Arthur la que lo sacó de su estado, se había lanzado sobre Jamia para evitar que fuera aplastada por el enorme candil y luego de verificar que ella estaba bien, se levantó del suelo y caminó hacia Thomas.
El enorme candil estaba hecho trizas en el centro del salón, las personas habían dejado de correr y ahora estaba mirando inquisidoras a Thomas. Las manos de Arthur se posaron sobre sus brazos, intentando captar su atención, pero Thomas tenía la mirada perdida.
— ¿Estás bien? —Arthur le habló despacio, sin notar que los cristales rotos se reflejaban en los ojos de su amado, que ahora brillaban.
— Arthur yo… yo hice eso… soy un monstruo… —Thomas murmuró entre dientes, escondiendo la cara en el hueco del hombro del mayor.
Jamia se había levantado y sacudido los trozos de cristales de sobre su vestido, rápidamente había atravesado el tramo que la separaba de los dos hombres y ahora estaba parada junto a Thomas, amenazándolo nuevamente e ignorando la mirada de Woods.
— Vámonos ahora o le digo a todas estas personas que fuiste tú quien hizo eso —Jamia dijo de forma lacónica, con una sonrisa irónica en sus labios y el cabello despeinado.
—No, me da igual lo que pase conmigo Jamia, yo ya escogí —murmuró Thomas, firmando su sentencia.
La muchacha se separó de ambos con la frente en alto, haciéndose un hueco entre la multitud y hablando en voz alta.
— Thomas Frost, el sodomita mentiroso que ustedes ven ahí —comenzó a hablar, apuntando a la pareja— Es también un brujo, heredero de los poderes de la viuda Frost ¡Es un peligro para todos nosotros, atrápenlo!
Un par de manos salieron de entre la multitud y atraparon a Thomas, otro par tomaron a Arthur de la espalda, separándolos e intentando sacarlos del lugar. Thomas pateó a uno de los hombres y escupiendo a Jamia a la cara, gritó.
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deathless desire ・ frerard
FanfictionHace 400 años Thomas Frost fue invitado a una fiesta para celebrar su compromiso a la mansión de Arthur Woods, su amigo y amante. Pero a causa de su prometida terminan metidos en un enorme lío que los llevará directo a la hoguera. En el 2012, Fran...