Capítulo XXXI

1.7K 223 97
                                    

En los días siguientes ninguno mencionó a Jamia ni siquiera una vez. Sin darse cuenta habían empezado a dormir todas las noches en la casa de Frank, ya que en el departamento de Gerard se había averiado la calefacción. Ray los visitó un par de veces, con su novia todo el tiempo, diciéndoles lo idiota que ambos habían sido al estar separados.

Y lo sabían. Por eso intentaban pasar la mayor parte del tiempo juntos.

Corría el mes de enero y ninguno de los dos tenía trabajo. El piso donde las labores de la firma de abogados se llevaban a cabo, había sido vendido a una distribuidora de bebidas energéticas, Matt había desaparecido del mapa y por ende, Gerard tampoco tenía su trabajo.

Pero estaban bien, con el dinero de Frank algo tan banal como el trabajo, no era necesario. Y vivían en pijamas.

Una llamada los despertó cuando el reloj marcaba las 11 de la mañana, torpemente buscó con su mano libre sobre la mesita de noche, Gerard se removió en su lugar y siguió durmiendo.

Era del hospital. Necesitaban hablar con él puesto que era el único contacto que Jamia tenía, por lo menos en ese lado del país.

— Está bien —farfulló contra el teléfono celular— Esta tarde iré, hasta entonces.

Bostezó fuertemente, Gerard se giró y aun apoyando la cabeza contra la almohada, le habló — ¿Del hospital de nuevo?

— No tiene a nadie más —dijo asintiendo levemente con la cabeza— Dicen que es importante.

Gerard rodó los ojos y buscó su teléfono celular, comenzó a tocar la pantalla táctil.

— ¿Qué haces? —preguntó Frank.

— Cuando me encontré con esa bodega de bebidas energéticas, llamé a Matt pero no contestó. Lo intento de nuevo —dijo sentándose en la cama y encogiéndose de hombros.

Frank cruzó los dedos, sería excelente que Matt estuviera en la cuidad y de ahora en adelante atendiera él las necesidades de su esposa. Pero con los recientes cambios en su conciencia, se preguntaba si es que ella siquiera recordaría a Matt.

— ¿Hola? —Gerard miró a Frank y alzó un pulgar, luego lo puso en altavoz— Matt, soy Gerard.

— Lo sé —sonaba cabreado, por lo visto no quería ser contactado.

— Tu esposa está grave, tuvo un accidente, no durará mucho tiempo más —miró a Frank quien asintió y luego siguió hablando— ¿Dónde mierda te metiste?

Matt río ronco— Lo sé chicos, hola Frank —agregó divertido— Pero no voy a volver, estoy en una isla en el Caribe y eso es todo lo que les diré. Miren, esto es como mis vacaciones, del mundo, de ella, de todo.

Gerard frunció los labios— Matt, acaban de llamar del hospital. No le queda mucho tiempo de vida. Es tu esposa ¿No te interesa?

Matt suspiró. — Estoy harto de esa mujer. Me importa una mierda lo que le pase… cuando se casen lo entenderán.

— No Matt, no lo ent… —pero fue cortado por el tono de marcado. Matt había cortado la conexión y no contestó a las futuras llamadas hasta que apagó el teléfono.

Ambos suspiraron fuertemente al escuchar eso. Se miraron a los ojos y luego de un beso de buenos días, fueron a la ducha.

Al llegar al hospital el doctor de Jamia volvió a llevarlos a una sala aparte para hablar. Se veía cansado y suspiró fuertemente antes de hablarles.

— No sé cómo empezar —murmuró intercalando su mirada entre ambos rostros— Sé que ella no es familiar sanguíneo de ninguno de ustedes dos, pero no encontramos a ningún familiar directo. Tampoco hemos localizado a quien, según los registros es su marido. 

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora