Capítulo XIII

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 Esa noche durmió con una sonrisa en el rostro, durmió sin extraños sueños que perturbaran su paz, durmió tranquilo.

Gerard Way era una persona diferente, claramente no había dos como él y por eso lo ansiaba tanto. No podía pensar en cómo eran sus días antes de conocerlo, simplemente no había un ‘antes’ en su vida, no después de conocer a Gerard Way.

Estuvieron más de dos horas charlando de nada en la oficina del nuevo socio de la firma, y en todo el tiempo no hablaron en ni un momento de los casos que tenían que desarrollar. Simplemente no se dio el tiempo para hablar de otra cosa que no fuera de ellos, era como si el universo hubiera planeado ese primer encuentro desde hace tanto que nada podría perturbarlo. Una vez terminó su turno de trabajo, Gerard tuvo que juntarse a hacer la planificación con su nuevo socio y con un cálido abrazo, se despidió de Frank quien no podía dejar de sonreír.

El teléfono comenzó a sonar de pronto. Pero fue ignorado.

Una vez más y Frank comenzaban a removerse sobre su cama.

Tercera vez, se vio obligado a estirar el brazo y tomar el teléfono celular.

— ¿Hola? —su salió ronca por su garganta, quizá porque seguía con la cara pegada a la almohada.

— Hola Frank —una voz familiar habló desde el otro lado de la línea, se escuchaba animado y bastante despierto para ser recién las 9 de la mañana.

— ¿Con quién hablo? —interrogó frunciendo el ceño, conocía al dueño de esa voz, pero no quería equivocarse.

— Gerard tu nuevo jefe Way —dijo divertido— ¿Estabas durmiendo? —agregó en un tono de fingida sorpresa.

— ¿Cómo conseguiste mi número? —bostezó al teléfono, sentándose sobre la cama mientras su mano libre tallaba sus ojos.

— ¿Importa acaso? —contestó simplemente— Te quiero en la cafetería que está a la vuelta de la firma dentro de…  50 minutos, dúchate, lávate los dientes y ven a desayunar conmigo.

— ¿Esto es parte del trabajo? —preguntó poniéndose de pie, comenzando a trazar su camino hacia el baño.

— Eso supongo, si no tómalo como una cita de amigos –—dijo para luego soltar una limpia carcajada y cortar.

Una cita de amigos ¿Había escuchado bien?

Quizá por simple curiosidad o por mantener su trabajo, había decidido ir a la ‘cita de amigos’.

Con los ojos aun cerrados se lanzó a la ducha y luego se subió a su auto, gracias a alguna deidad el camino al Starbucks estaba casi desierto, por lo que llegó a su cita con 10 minutos a su favor.

Y Gerard ya estaba ahí.

— No tardaste tanto, me agradas Frank —sonrió cuando lo vio acerarse a la mesita.

Llevaba una camisa negra con los dos primeros botones sin abrochar, unos jeans oscuros y Converse rojas, el cabello desordenado y gafas de sol.

— No había nada de tráfico  —contestó tomando asiento frente a él— Además la gente normal no está despierta a esta hora cuando no tiene que trabajar —agregó con una sonrisa.

— Lo siento por eso, acabo de mudarme y están yendo a terminar… cosas, no me gusta estar rodeado de hombres sudados que van de aquí a allá en mi apartamento —comentó haciendo una mueca de asco.

Frank rodó los ojos, vaya hombre heterosexual tenía en frente.

— Ya lo creo, vaya asco —coincidió soltando un bostezo.

— ¿Quieres uno de estos? —Gerard sonrió mostrándole su taza. Un café negro sin azúcar.

— Lo que sea capaz de despertarme —bostezó una vez más, posando las yemas de sus dedos sobre ojos.

Gerard pidió el café sin quitar la vista de sobre el menor, en cierto modo se sentía culpable por obligarlo a pararse de la cama. Pero de veras tenía ganas de verlo y no sabía por qué. Frank no era como los otros tipos, no era como ningún chico que había conocido y eso le gustaba de él.

— Gracias por el café y disculpa esto, anoche me quedé despierto hasta tarde revisando el caso de Stevenson  —dijo frunciendo el ceño, en cierto modo era verdad. Había leído las hojas que tenían que ver con su caso bastantes veces antes de dormir.

— ¿El de Stevenson? —Gerard alzó una ceja.  Claramente era un hombre amante de su trabajo, y quizá era el cambio de aires o la altura de su oficina, pero desde que había llegado no había visto los casos ni una sola vez.

— Así es, creo que si exponemos bien el caso y buscamos buenos testigos, podríamos reducir su condena a meses de trabajo comunitario o a una multa, es increíble que se hayan pasado tantas cosas por alto —Frank dijo emocionado, dándole un largo sorbo a su café. Detestaba el café, más sin azúcar. Pero si es lo que le gustaba tomar a Gerard, estaba bien.

— Vaya, Matt no se equivocó contigo Frank, eres brillante —Gerard se dedicó a lanzarle cumplidos al menor, para así evitar el tema del que no tenía ni la menor idea.

Al menos si usaba bien sus palabras podía dejarle todo el trabajo a Frank y salir bien parado de eso.

— Gracias —asintió Frank, pidiendo ahora un mokaccino para quitarse el sabor amargo de la boca— ¿Tienes los documentos para empezar a trabajar? —preguntó intentando sonar profesional. Aunque en realidad moría por acribillarlo a preguntas o solamente admirarlo mientras se tomaba su asqueroso café.

— ¿En serio Frank? —Gerard dejó el café en la mesa y alzó ambas cejas, sus expresiones faciales eran increíbles— Es nuestra primera cita fuera del trabajo y quieres hablar de trabajo ¿Cuál es tu problema? —dijo lanzando una sonora carcajada luego.

Cita. Fuera del trabajo. Cita. Nuestra. ¿Había escuchado bien?

Suspiró enormemente pero la presión en el pecho no se iba. Suspiró una vez más, pero seguía sintiendo la cara malditamente caliente. Suspiró una vez más y se vio reflejado en los anteojos de Gerard, completamente sonrojado.

— ¿Estás bien? —interrogó éste, acercándose por sobre la mesa. Una de sus manos atrapó la mano libre de Frank y la llevó a su mejilla— ¿Estás bien? –—repitió acariciando suavemente el dorso de su mano con su índice, dedicándole una pequeña sonrisa.

— Sí, sí —asintió un par de veces, liberándose del tacto— Es que… me quemé con el mokaccino y sí, estoy bien —sonrió enormemente.

Gerard le devolvió la sonrisa,  incorporándose nuevamente en su asiento, pidiendo un nuevo café negro y perdiéndose en algún hilo de sus pensamientos. Frank era diferente, Frank no era como todos. Frank era diferente, estaba claro. Y por algún motivo, no quería alejarse de él.

— Entonces no hablaremos del caso de Stevenson —se aventuró Frank, notoriamente incomodo— ¿Te gustan los días soleados?

¿En serio? ¿Hablando del clima? Estás mal Iero.

Se sonrió para sí y Gerard coincidió con una carcajada.

La verdad estar con Gerard era no estaba mal.

Y con un suspiró pensó que así se debía sentir cuando era Thomas y pasaba las tardes bajo un árbol junto a Arthur.

— No, prefiero los nublados —Gerard confesó lanzándose a reír nuevamente.

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora