Capítulo XI

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Mi abuela dijo una vez que… —una de sus manos se deslizó sutilmente por la espalda del menor—… No importa cuánto intenten separarte de tus sueños, siempre podrás lograrlos ¿Sabes por qué?

 Los ojos de Arthur bajaron hasta los de Thomas, quien le miraba embobado y tuvo que parpadear un par de veces para notar los profundos ojos verdes taladrando su capa de ensueño. Arthur hizo una mueca más no dijo nada.

¿Por qué? —preguntó Thomas, sorprendiendo al mayor.

Porque… —prosiguió con una sonrisa, se sentía estúpido al creer que su Thomas había estado ignorando sus palabrasPorque es el destino… Porque está escrito…

¿Y eso rige también en el amor? Thomas le miró con una sonrisa en sus delgados labios.

Supongo que sí ¿Quién sabe? —río Arthur contagiándole la risa al menor.

Pero… Thomas habló nuevamente ¿Y si por alguna razón te ves impedido en tu tarea de llevar a cabo lo que te deparó el destino… hay alguna posibilidad de que puedas hacerlo en…?

¿En otra vida? Arthur le interrumpió y Thomas se limitó a asentirClaro que sí, y si no se puede en esa vida… —sus labios besaron el nacimiento del cabello del menorSerá en la otra —ahora se detuvieron sobre un  párpado, haciéndole estremecerO en la otra —ahora fue el turno de la narizHasta que el deseo muera, porque fue satisfecho en plenitud… o porque el sueño fue finalmente cumplido sonrió besando sus labios, fusionándose con los labios del menor.

Thomas acarició su cabello y cerró los ojos, besándolo hasta que la falta de aire le hizo separarse.

Mi único deseo es volver a estar contigo… y mi sueño, es vivir el resto de mi vida a tu lado —sonrió volviendo a besar los labios de Arthur.

El sueño de la última noche sigue rondando en su cabeza. Hace mucho que no tenía uno así de vívido y se pregunta si su nuevo jefe tiene algo que ver con esto. Aunque ni siquiera lo conoce aún, sabe que algo… aunque sea lo mínimo, tiene que ver con él.

— Frank, deja de darle vueltas a ese asunto y por favor —juntó sus manos frente a él— Por favor ayúdame.

— Ray, tienes que entregar este informe en menos de una horas —Frank sonrió de lado, dándole un largo sorbo a su café— Estás muerto. Asúmelo amigo.

El castaño le dedicó una mirada asesina, más no replicó. Sabía que su amigo tenía razón, con una mueca guardó sus papeles y luego fue hasta la cafetería, para regresar minutos más tarde con un enorme sándwich de pavo y una Sprite.

— Vaya dieta —murmuró Frank entre dientes, mirando de reojo el almuerzo de su amigo.

— No jodas Iero, tengo hambre —refunfuñó éste, clavándole los dientes al pan.

Mientras Ray comía, Frank encendió su laptop y comenzó a revisar su correo. Una enorme sonrisa se formó en su rostro cuando vio un mensaje de su nuevo trabajo en la firma Pelissier. Y más aún con el folleto adjunto a ésta.

— ¿Por qué sonríes así? —Ray frunció el ceño, mirándole algo sorprendido.

Frank se mordió los labios, debatiéndose entre mostrarle el folleto y contarle todo o ignorarlo y evitar así una charla de dos horas.

— Muéstrame eso —dijo su amigo, tomando la laptop por la pantalla y volteándola hacia él. Sus ojos se pasearon por la fotografía y luego soltó el portátil, quedándose con los ojos fijos en su amigo.

— ¿Qué? —Frank le exigió saber, algo molesto.

— Nada, es sólo que… ¿Es tu jefe? — Frank asintió.

— Ya veo porque la sonrisa… ¿Será gay? —bromeó haciendo que su amigo se molestara aún más.

— No entiendes, Ray —murmuró entre dientes, sin quitar la vista de la fotografía.

— ¿Qué no entiendo? —inquirió éste.

— Él es… es el tipo de mis sueños.

Ray frunció el ceño y se le quedó mirando, abrió la boca un par de veces para hablar pero la volvió a cerrar, buscando algo ingenioso o acertado para decir.

— Y el de cualquiera, es guapo, exitoso… —comenzó a enumerar, pero Frank le interrumpió.

— Ray, es Arthur. El de mis sueños —le dijo pausado y Ray volvió a callar.

Ambos se miraron durante largos minutos, sin decir nada.

— ¿Qué dice Jamia? —preguntó Ray de pronto y Frank alzó las cejas. Según recuerda, a su amigo jamás le ha agradado su psiquiatra.

— Que es producto de mi subconsciente, de mis deseos o algo así —farfulló rápidamente, tratando de evitar que su amigo se detenga a hablar de esto.

— ¿Y qué piensas tú? —Ray preguntó nuevamente.

— No lo sé… —suspiró Frank— Es que… es… esta noche soñé con él y de verdad, de verdad Ray —le miró a los ojos— Es su vivo reflejo, es… es él, es mi Arthur.

— Frank amigo, mira —Ray hizo una mueca, sin saber cómo continuar— Desde que te conozco tienes estos sueños y…

— Nunca antes había estado tan seguro Ray, de verdad ahora es él —Frank le interrumpió.

— ¿Lo has visto en persona, siquiera? —Inquirió el castaño, Frank negó lentamente— ¿Por qué no esperas a encontrarte con él en persona antes de decir que es tu alma gemela, a quien por fin encontraste y todo el cuento?

Ray comenzó a reír y Frank también. Porque aunque odie admitirlo, Ray siempre tiene razón. Siempre ha sido su cable a tierra y de verdad lo agradece. Porque nunca ha podido confiar de verdad en nadie más.

Ni siquiera en Jamia.

— ¿Cuándo tienes que volver a la oficina? —Ray sonrió.

Los ojos de Frank se abrieron enormemente.

— ¿Qué hora es? —preguntó entrecortado.

— Faltan 5 minutos para las 5 de la tarde —respondió Ray algo sorprendido.

— ¡OH MIERDA! —saltó sobre su asiento, tomando sus cosas— Tenía que estar allá a las 4:30 —gritó mientras corría hacia la salida.

*

 Gracias a alguna deidad el camino hacia la oficina no estaba con congestionado y pudo llegar en menos de 10 minutos. Se acomodó el traje mientras subía en el ascensor y saludó con un gesto de la mano a Cassie antes de pasar a la que sería su oficina, justo al lado de la de Gerard, aunque ni la mitad de espaciosa que esta.

Dejó su carpeta sobre el escritorio y se sentó en su silla reclinable. No estaba tan mal después de todo.

 Una pequeña nota pegada en la pantalla del ordenador le llamó la atención y más aún las florituras después de cada letra.

 “A los asistentes del caso o asistente, cómo sea. Reunión en mi oficina a las 6.30. El café me gusta con 2 de azúcar.
                                                               xoG”

Releyó el papel un par de veces y luego recorrió la oficina con la mirada ¿En serio? ¿Acaso ese tipo que firmaba “xoG” sería su nuevo abogado jefe? Debía ser una broma.  Además… ¿Por qué Arthur sería tan diferente?

Ya que, aunque aún no lo había visto en persona… sabía que no era como el antiguo él.

— Espero que me recuerdes, Arthur…—suspiró acomodándose en su silla reclinable y pegando la vista en el techo.

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora