Su mirada se mantuvo pegada en el teléfono durante unos cuantos minutos más, la voz de su amigo llamándolo por su nombre desde la planta baja y la música de Iron Maiden cada vez más alta no logró sacarlo de sus pensamientos. Con los ojos completamente abiertos se dejó caer sobre la silla giratoria y se limitó a mirar el cielo raso de la habitación, sin saber qué hacer ahora.
El día anterior todo iba de Maravilla. En cualquier momento podría ser dado de alta con su psiquiatra, ya no la necesitaba, se sentía feliz, completo, como nunca antes.
Tenía todo lo que había aspirado a tener, su mejor y único amigo era todo lo que necesitaba. Gerard estaba interesado en él con la misma intensidad, se correspondían de una manera muda pero ferviente. Estaba haciendo el trabajo de una manera espléndida en la firma de abogados…
“No tan espléndida” Se dijo con una sórdida sonrisa. ¿Por qué demonios lo habían despedido? Lo había hecho todo bien, no se había equivocado en nada. No había tenido problemas con nadie ¿Entonces por qué?
El sonido del teléfono lo sobresaltó y lo miró inexpresivo hasta que el cuarto timbrazo se hizo presente.
— ¿Diga? —habló atontado, se sentía como anestesiado.
— Frank, hola —pudo adivinar que Gerard sonreía al otro lado de la línea — ¿Nos juntamos en el café? Tengo nuevos datos para el caso del señor Martin.
Un nudo se formó en su garganta ¿Cómo era posible que lo probaran de lo que más le gustaba hacer en el mundo? Desde pequeño quería ser abogado, le encantaba la mala imagen que los demás tenían sobre ellos. Pero su padre vivía rodeado de abogados, eran buenas personas, leían mucho, sabían de muchas cosas. Y siempre había querido ser así de inteligente y valiente, como para defender un caso completamente perdido. Defender a quienes no tenían dinero, no permitir injusticias. Quería ser esa clase de abogado y ahora, no sabía si eso podría llevarse a cabo.
— ¿Frank? —La voz de Gerard era amortiguada por el sonido de los autos — ¿Estás ahí?
— Sí, sí —dijo parpadeando un par de veces — Lo siento Gerard, pero no va a ser posible.
Gerard río creyéndose parte de una broma, pero al no ser correspondido se vio en la obligación de preguntar qué andaba mal y Frank le contó, cada detalle del e-mail y luego la llamada por teléfono con Matthew, le dijo que no habían razones como para que esta decisión se hubiese llevado a cabo y Gerard estaba igual de anonadado.
— Voy a ir a hablar con Matt ¿Sí? Nos juntamos a las 3 de la tarde en el café —dijo decidido — Nos vemos Frankie— Y luego de usar este apelativo, cortó.
Frank se quedó aún más embobado, ahora era una sonrisa estúpida la que cruzaba su rostro. Le había dicho ‘Frankie’ y se había mostrado igual de preocupado que él con respecto al tema. Era innecesario comentar que Gerard estaba sintiendo algo más por él, era inevitable que pasara… después de todo estaban predestinados para estar juntos, eran víctimas de un deseo inmortal.
*
— ¡Qué mierda te pasó Pelissier! —su voz resonó en la recepción de la central de oficinas, los demás abogados y la misma asistente lo miraban atónitos.
— Señor Way… —la pelirroja murmuró algo asustada — ¿Sucede algo?
Gerard parpadeó un par de veces, había estado tan enojado que en cuando abandonó el taxi se lanzó corriendo escaleras arriba hasta llegar al piso deseado, quería patearle el trasero a su amigo de la vida por cometer semejante injusticia. Después de todo era SU asistente, trabajan JUNTOS era Way-Iero no había espacios para Pelissier ahí.
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deathless desire ・ frerard
FanficHace 400 años Thomas Frost fue invitado a una fiesta para celebrar su compromiso a la mansión de Arthur Woods, su amigo y amante. Pero a causa de su prometida terminan metidos en un enorme lío que los llevará directo a la hoguera. En el 2012, Fran...